27 de enero del 2009
Mucho he escrito en La Insignia sobre el Caso Avena. El 19 de enero del 2008, la Corte Internacional de Justicia cerró para siempre la vía judicial internacional con un resultado sin ganador claro alguno.
En su sentencia previa, señala que los EEUU tienen la obligación de reconsiderar, como este país quiera, las sentencias y penas de la cincuentena de delincuentes mexicanos internados en cárceles estadounidenses a los que se les negó su derecho a asistencia consular. También confirma la violación de la orden de medidas provisionales (reafirmando su obligatoriedad) dictadas por la máxima judicatura de la ONU con el fin de no ejecutar las condenas a muerte de ninguno, antes de que se diera esta última sentencia de interpretación.
Medellín fue ejecutado mediante inyección letal el 5 de agosto del 2008, una vez que el Tribunal Supremo de los EEUU -esos ocho hombres y una mujer de poder increíble cuyo presidente juramentó a Obama- afirmó que las resoluciones judiciales internacionales no son de aplicación inmediata en los EEUU, que los memorandos presidenciales no son obligatorios y que la inyección letal no es una forma de trato inhumano o degradante que iría contra la enmienda constitucional estadounidense más importante.
La presidencia de Bush ha concluido con otro error garrafal. Presionado por la opinión pública interna y la opinión mediática, uno de sus últimos actos fue el indulto de dos oficiales de la frontera entre México y EEUU que asesinaron por la espalda a un supuesto traficante de drogas mexicano que estaba desarmado. No han estado presos ni dos años.
Entre tanto, Obama ha iniciado los trámites para cerrar Guantánamo, cancelar las comisiones militares que juzgan a una nimia parte de sus inquilinos y prohibir y perseguir la tortura, los vuelos de la muerte, las entregas extraordinarias para torturar en terceros países y las cárceles secretas. Soñemos con esa esperanza. Su forma de conformar el gobierno de los EEUU con los mejores elementos y sin pensar en su ideología, ya es una señal excelente. El mundo, so far so good, está de enhorabuena.