2 de junio del 2008
"La letra mata, el espíritu vivifica", dice el Evangelio. El inevitable fariseísmo que acompaña las celebraciones patrias es removido, cada tanto, por acciones que ayudan a recuperar sentidos originarios. Eso pasó este 25 de Mayo, singular y atípico, interpelante y provocativo, pero sin duda saludable.
Como cualquier conmemoración, las celebraciones patrias tienen el riesgo de la ritualización, la invocación repetida de gestos y próceres, el deslizamiento del compromiso a la indiferencia.
Pero además la "patria" acarrea la tentación unificadora. Como cualquier proceso histórico, la construcción de nuestra patria fue el resultado de la convergencia de partes e intereses; de sus conflictos, discusiones y acuerdos, más sólidos y estables por haber surgido, precisamente, de la exposición honrada y la defensa convencida.
Es común sin embargo relatar ese proceso desde el punto de vista de la unanimidad: la patria es el desarrollo gradual de algo que es esencialmente el atributo de una comunidad homogénea, llámese el pueblo o la nación. Hay en ello una combinación de convicciones -la unidad es buena, la diferencia es negativa- y de manipulación: el discurso patriótico resulta adecuado para estigmatizar el disenso y el conflicto. Definir la patria, incluir y excluir, ha sido muchas veces un terrible instrumento de gobierno.
Ayer tuvimos dos actos. Una parte habló desde el estado. Hubo un segundo acto, también de parte, pues "el campo" se ha definido a si mismo como tal, con un interés. Reclamó por él, pero sobre todo por el derecho de confrontarlo con otros intereses, negociarlo y concluir en un interés común. Reclamó, finalmente, que eso se haga a través de los canales ya establecidos por la Constitución.
No reclamaron ser los dueños de la patria sino una parte legítima de ella. Y nos recordaron que ésta es, esencialmente, un colectivo plural y diverso, que en la confrontación, adecuadamente encausada, construye un interés general. Es uno de los sentidos posible de la patria, que esta jornada tan peculiar ha venido a vivificar.