2 de junio del 2008
La democracia que padecemos es expresión cabal de la victoria política de la derecha oligárquica y de la derrota total de la izquierda de la URNG, cuya dirigencia claudicó ante el soborno que usó la cooperación internacional como subterfugio para apoderarse de la sociedad política y la sociedad civil con sus financiamientos y los acuerdos de paz.
Por tanto, preguntar si valió la pena la guerra tomando como referente para juzgar su utilidad la "democracia" que padecemos, supondría partir de que ésta fue el objetivo original de la izquierda y que esta fuerza le hizo la guerra a un Estado de derecho modélico, pues la pregunta obvia la dominación oligárquica como el principal obstáculo para el libre desarrollo capitalista local y como la causa primordial de la originaria rebelión guerrillera. La respuesta cajonera es, pues, que no.
Esto, y no el "binarismo complotista rígido, autoritario, pontificador y arrogante" que me endilga Juan Luis Font (eP 22-5-08), es lo que me permite inferir que esta pregunta responde a la táctica oligárquica de negar cualquier aporte de la izquierda al movimiento de la historia a pesar de la derrota de la URNG. Si es cierto, como dice Font, que no sólo él sino su generación se hace esa pregunta porque sobre aquella pesan frustraciones y sobre el pueblo dolores debidos a la guerra, tengo que decirle que él y su generación se están haciendo preguntas sin contenidos históricos y que con ello están falseando el pasado. También, que esto sólo puede obedecer a una increíble ignorancia o a la conocida voluntad derechista de descalificar el rol histórico de la izquierda para concluir en que habría sido mejor que no hubiera existido. Con lo cual se pretende anular, por extensión simple, la validez de las posiciones de izquierda después de la guerra y neutralizar su utilidad en el debate por la creación de un Estado y una nación democráticos. En cualquiera de los casos, esto es un despropósito digno de ser mostrado y rebatido.
Hay una generación de jóvenes que trabaja en establecer para qué sirvió el conflicto armado, pues también pesa sobre sus miembros su dura herencia, pero ellos saben que no basta con descalificar el hecho, como lo hacen los jóvenes neoliberales, obviando que la derecha tiene que ver con sus imprevistos desenlaces; y por eso no se preguntan si el conflicto valió la pena lamiéndose las heridas de sus frustraciones. Por el contrario, buscan hallar el sentido histórico de los hechos que llevaron hasta ellas, sin echarle la culpa de sus incertidumbres a la generación anterior. Esto lo hacen con el fin de protagonizar política e ideológicamente su presente partiendo de bases cognitivas sólidas. De hecho, por ejercer estos criterios, una miembro de esta generación fue amenazada por un derechista cavernario la semana pasada.
Ante el obvio repliegue del neoliberalismo y la victoria de izquierdas electas por el pueblo en América Latina, está cundiendo el pánico en la oligarquía y por eso ha procedido a cerrar espacios democráticos a paso acelerado. De hecho, medidas criminales más violentas de su parte se perfilan inminentes. Por ello, urge hacer públicas las amenazas contra quienes libran los debates de ideas, y estimular éstos por todos los medios posibles.
La mejor manera de llenar de contenidos concretos las preguntas vacías y capciosas es debatiéndolas libremente con ideas y contenidos históricos. Las derechas lo saben, y por eso evaden los debates alegando compostura cuando se quedan sin nada qué decir.
Heredia (Costa Rica), 24 de mayo del 2008.