4 de junio del 2008
Fueron semanas de un intenso trabajo para mi Estado Mayor, pues tuvo que alimentar, vestir, encuadrar e instruir a una masa de 35.000 hombres (...). La Agrupación Autónoma del Ebro se había convertido en Ejército del Ebro, en el que además del V y el XV figuraba el XII Cuerpo, al mano del teniente coronel Etelvino Vega, con las divisiones 16, 44 y 56, que cubría el frente del río Segre (frente a Lérida), desde su confluencia con el Cinca hasta su desembocadura en el Ebro (frente a Mequinenza).
Modesto trasladó entonces su puesto de Poboleda al monasterio de Poblet. En los edificios que dejó libres, instalamos la escuela de oficiales del Cuerpo, empezando enseguida los cursos intensivos para oficiales. Cursos análogos organizamos en las divisiones, y de sargentos en las brigadas. Reeditamos una vez más nuestra pequeña biblioteca de campaña del oficial, ampliada y mejorada. Nuestra sección de operaciones encargada de la instrucción militar no daba abasto para preparar y vigilar el cumplimiento de tantos planes de instrucción (...).
A fines de mayo, el ejército republicano en Cataluña realizó su primera acción ofensiva. Junto con el Ejército del Ebro, se había organizado el del Este, para cubrir el frente desde la frontera francesa hasta la confluencia de los ríos Cinca y Segre. En Teruel y Castellón, el enemigo seguía presionando en las salidas meridionales del Maestrazgo y a lo largo de la costa. El general Miaja, jefe ahora del grupo de Ejércitos de la zona Centro-Sur, cuyo comisario era Jesús Hernández, sacaba sin consideraciones fuerzas veteranas, sobre todo del frente de Madrid y de la Sierra de Guadarrama, y organizaba nuevas unidades que pronto, junto con las del Ejército de Maniobra, tantas veces destrozado, iban a formar el nuevo Ejército de Levante bajo el mando del general Menéndez. Aunque se había conseguido una relativa estabilización de los frentes, se necesitaba algún tiempo para poder contener los avances del enemigo hacia el sur. Después de la terrible catástrofe de Aragón, parecía imposible una recuperación tan rápida; pero Negrín había dado un gran impulso al Ministerio de Defensa, donde el general Rojo seguía de jefe del Estado Mayor Central (...).
Para esta primera acción ofensiva se escogió como objetivo la pequeña cabeza de puente que el enemigo había establecido en Balaguer durante su avance de abril. El XVIII Cuerpo, bajo el mando de Del Barrio, debía tratar de cercarla y liquidarla. El V Cuerpo, con las divisiones 11 y 46 ampliaría la brecha y el XV, con las divisiones 35 y 3 montadas en camiones, explotaría el éxito con columnas motorizadas que profundizarían en la retaguardia enemiga hasta liberar de su asedio, en el valle del Bielsa, en el Pirineo, a la 43 División, que todavía resistía allí. De no conseguirse esos objetivos, al menos se atraerían fuerazas enemigas de Levante y se alterarían sus planes de ofensiva. Otras fuerzas del Ejército del Este iban a atacar en el sector de Tremp, para tratar de recuperar las centrales eléctricas de la región.
Aunque no estaba todavía organizada, la 42 División relevó apresuradamente a la 35 del frente del río Ebro. Muchos de los soldados de la 42 no habían recibido ni uniformes ni cartucheras y algunos de sus batallones no tenían siquiera el aspecto externo de una unidad militar. En una noche nos trasladamos con las divisiones 3 y 35 y el batallón de ametralladoras a la región de concentración, al este y suroeste del sector de ataque. Allí permanecimos varios días, preparándonos para la misión que teníamos que cumplir, leyendo afanosamente un libro del inglés Fuller (un precursor, como De Gaulle, de la teoría de la guerra de maniobra con ejércitos mecanizados, que los alemanes iban a implantar en la II Guerra Mundial). Celebramos varias reuniones con los jefes de división y de brigada para tratar de familiarizarnos con los principios de este tipo de guerra. Deberían avanzar primero los destacamentos de vanguardia para explorar y establecer protección en las carreteras locales, que se irían incorporando de nuevo a la columna a medida que ésta los rebasara. No pudo saberse cómo habríamos cumplido una tarea de esta naturaleza, porque fracasaron tanto los ataques del XVIII Cuerpo como después los de la 46 División. Estaba concentrada en el sector de nuestra ofensiva toda la artillería disponible y parte de nuestra aviación. Las posiciones enemigas parecían más de una vez arrasadas por las explosiones, pero no cedieron.
La aviación italiana había reanudado sus incursiones costeras sobre Barcelona, Valencia y Alicante y también actuaba sobre las zonas próximas a la cabeza de puente de Balaguer, donde estaban concentradas nuestras tropas. El 1 de junio bombardearon Granollers, ciudad cercana a Barcelona y fuera de las comunicaciones que alimentaban nuestra ofensiva, causando muchas víctimas entre la población civil.
Después de seis días de combate sin conseguir romper el frente enemigo, recibimos orden de volver a nuestro sector del Ebro en los msmos camiones asignados para nuestra misión motorizada. En una sola noche se completó todo el movimiento (...).
Cuando la 35 cubría el frente, su Estado Mayor proyecto un golpe de mano sobre Flix. A primeros de junio, ya de vuelta de Balaguer, pedimos autorización para realizarlo. A la vez, pusimos en marcha un plan de hostigamiento constante con artillería, tiradores escogidos, armas automáticas e incursiones nocturnas en las líneas enemigas, para hacer prisioneros y reunir información. Por otra parte, seguíamos entrenando en todos los escalones del mando equipos especiales de observadores que escudriñaban sistemáticamente, de día y de noche, todo el territorio enemigo.
Los primeros indicios de que se prepraraba una ofensiva nuestra, a través del río, los tuvimos en una visita que nos hizo a primeros de junio el teniente coronel Ruiz Fornell, jefe de la sección de operaciones del Estado Mayor Central. Lo acompañé a uno de nuestros mejores observatorios, cerca de la Torre del Español, desde donde se apreciaba en el territorio enemigo el macizo de la Sierra de La Fatarella a la derecha y el de la Sierra del Águila a la izquierda, y entre los dos, incitando al avance y a la penetración, la garganta sinuosa por donde iba la carretera de Ascó al cruce de la Venta de Camposines, donde enlazaba con la carretera principal de Mora del Ebro a Corbera y Gandesa (...)
El 16 de junio recibimos las primeras directivas que se referían a la operación y ofensiva del Ebro. El XV Cuerpo atacaría a la derecha para ocupar la cabeza de puente Ribarroja-Flix-Ascó-Fatarella. A su izquierda, el V Cuerpo ocuparía otra cabeza de puente, y una vez ocupada Gandesa, el primer objetivo era alcanzar nuestra antigua línea fortificada en el límite de Cataluña (...). Luego, rodear el Maestrazgo al oeste, en dirección Valderrobles-Moroyo y al este hacia Ulldecona-Vinaroz, para unirse en Catí con el Ejército de Levante, que atacaría simultáneamente (...). Para estos días ya se habái creado el Grupo de Ejército bajo el mando del general Hernández Sarabia, para coordinar la acción de los ejércitos del Este y del Ebro.
Nuestra acción ofensiva en Cataluña era absolutamente necesaria para aliviar la tensión en el frente de Levante, donde seguán concentradas las fuerzas enemigas, que tenían Valencia como objetivo principal. El avance del Cuerpo de Galicia por la costa acababa de arrebatarnos, el 14 de junio, Castellón de la Plana; pero no se había producido una rotura completa de nuestras líneas, que habían detenido al enemigo en la cuenca del Mijares. El Ejército de Levante estaba poniendo en pie siete cuerpos de ejército, es decir, veintiuna divisiones con setenta y tres brigadas, aunque muy incompletas. Entre ellas, además de la 206 Brigada, estaba la 30, que al fin logró abandonar la Sierra de Guadarrama e incorporarse a las fuerzas que iban a ocupar la línea defensiva que protegía Valencia: la famosa línea XYZ (...).
Fue un febril trabajo de reagrupamiento de unidades y de fortificación intensiva en los pocos días de tregua que el enemigo nos concedía mientras se preparaba para el asalto definitivo. Sin embargo, el 13 de junio, el gobierno francés cerró de nuevo la frontera con la España republicana, cortando el paso a los envíos de armamento, lo que iba a impedir que nuestras unidades de Cataluña y Levante completaran debidamente su organización.