21 de julio del 2008
Según la OIT, cada año fallecen dos millones de trabajadores en accidentes del trabajo que en el ochenta por ciento de los casos se podrían haber evitado. En Chile los sindicatos advierten que no hay una política clara, ni control estatal en seguridad e higiene en las empresas. La tercerización y subcontratación disminuyen el costo laboral a expensas de la vida y salud de los trabajadores. Los intensos ritmos de producción abren camino a los accidentes y enfermedades. Según estadísticas oficiales, los trabajadores entre 18 y 40 años de edad -cuando la competencia por el empleo es más intensa- son los más expuestos a accidentes laborales.
Durante el año 2002 hubo en Chile 205.737 accidentes del trabajo, que disminuyeron a 202.599 en el 2003 y aumentaron hasta 205.630 en el 2004. El año 2005 se registraron 211.343 accidentes laborales y la última cifra, de 2006, señala que bajaron a 209.384. Las actividades con más accidentes fueron la industria manufacturera (41.842), construcción (27.475) y agricultura y pesca (27.356). Poco más de 50.000 accidentes sucedieron en empresas de 26 a 100 trabajadores; 62.425 en empresas de 101 a 499 trabajadores, y 36.982 en empresas de más de 1.000 trabajadores. Las cifras son de la Unidad de Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (UCyMAT), de la Dirección del Trabajo (Dirtrab).
"Nadie va a trabajar para enfermarse, ni sale de su casa para morir en un accidente. Estos se producen porque no se toman las medidas correspondientes y no se hace prevención. Todos los accidentes se pueden prevenir. Debemos enfocarnos en cómo formar una cultura de cumplimiento de las normas laborales y de prevención de riesgos", dice Enrique Pérez, ex jefe de la UCyMAT. Desde 2003 ese organismo implementó un programa de fiscalización de accidentes fatales y graves -que provocan la muerte, incapacidad temporal o invalidez, TEC, fracturas, amputaciones, quemaduras, politraumatismos, intoxicaciones y heridas complicadas- debido a caídas, golpes, atrapamiento en maquinarias o aplastamiento por materiales, contacto con objetos cortantes y/o punzantes, contacto con fuego, proyección de partículas, sobreesfuerzo, atropellamientos o choques, electrocución, intoxicación y asfixia por inmersión.
En el 2006, la Dirección del Trabajo envió 190 oficios por irregularidades detectadas en la prevención de enfermedades profesionales y accidentes del trabajo en 191 empresas fiscalizadas: 63 adheridas a la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), 55 a la Mutual de Seguridad, 54 al INP y 19 al IST. "No sólo hay que crear más y mejor empleo, sino también dotarlo de condiciones que permitan un trabajo digno y de calidad", dice Enrique Pérez.
Al aprobar la ley de subcontratación -se dijo- se transparentarían las relaciones laborales al interior de las empresas estableciendo grados de responsabilidad y avances en seguridad y salud. Enfermedades por manipulación de cargas, movimientos repetitivos, exposición a rayos solares, trastornos músculo esqueléticos, siguen siendo las enfermedades profesionales más frecuentes.
Para el ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade "la accidentabilidad en las grandes empresas es significativamente menor que en las medianas y pequeñas. Con la ley de subcontratación, la empresa principal se hace cargo de establecer condiciones de higiene y seguridad para todos sus trabajadores. Desde ahora tienen el mismo estándar en seguridad e higiene. La tasa de accidentabilidad tiende a la baja, sobre todo en faenas como la construcción".
El año 2004 se notificaron 133 accidentes fatales y en 2005, 156. En 2006 se fiscalizaron 479 empresas por accidentes graves y fatales: 243 trabajadores murieron. El 72 por ciento de los casos de muerte se produjeron dentro de las empresas. A pesar de la tendencia a la baja, actividades como la industria manufacturera, construcción, agricultura y pesca, explotación forestal y transportes, mantienen tasas de accidentabilidad por encima de los dos dígitos. Si se pudiera hablar de una tendencia, se podría decir que bajan levemente los accidentes pero aumentan los casos fatales: sobre veinte muertes al mes de jefes de hogar de entre 25 y 35 años, choferes, ayudantes en diversos oficios, jornaleros, operarios de maquinarias y buzos, en las regiones Metropolitana, VIII, X y VII, que encabezan las cifras.
"Todo empleador está obligado a declarar los accidentes de inmediato. Si tiene un policlínico, es para otorgar primeros auxilios y no para ocultar los accidentes. Pero constamos que muchas empresas comenten esa ilegalidad. Los trabajadores deben tomar conciencia y hacer valer sus derechos. Antes de la ley de subcontratación no sabíamos de los accidentes graves y fatales. Solo el seis por ciento eran denunciados por los trabajadores. Ahora la ley obliga a hacerlo a las empresas. Además, la diferencia entre la atención del sistema de salud y del de accidentes del trabajo es que en este último se otorga al trabajador el cien por ciento de cobertura, prestaciones económicas e incluso rehabilitación. Y si queda con secuelas, el administrador del seguro debe seguir pagándole prestaciones. En una Isapre eso no ocurre", señala Enrique Pérez.
Las cifras sobre accidentes difieren según quien las entrega. La Superintendencia de Seguridad Social afirma que el 2005 las Mutuales notificaron 254 accidentes fatales. Aunque la mayoría ocurre en la Región Metropolitana, la tasa de mortalidad más alta está en la XI Región, en la industria salmonera; luego están la industria de la construcción y la agricultura. En las regiones agrícolas son frecuentes los accidentes por el uso de agrotóxicos.
En 2005 la mayoría de los accidentes fatales ocurrieron en la construcción, transportes y agricultura. Las mayores tasas de mortalidad fueron en la minería, transportes y construcción. Más del 30 por ciento de los trabajadores no están cubiertos por seguros, sobre todo los que laboran en pequeñas empresas. Según la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, un 49 por ciento de los trabajadores no tiene acceso a los beneficios de la ley de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, o sea dos millones y medio de trabajadores no contarían con ningún tipo de protección legal.
Un trabajador muere diariamente. Quienes poseen menores ingresos trabajan más horas y su probabilidad de enfermar de estrés o padecer accidentes es mayor. "La mayoría de los trabajadores no conoce los riesgos que corren en su trabajo. Muchas empresas son negligentes en implementar las condiciones de seguridad y falta mayor fiscalización y preocupación de los organismos estatales", dice Héctor Araya, tesorero del Sindicato de Textil El Águila.
Según la ACHS, el costo anual de los accidentes laborales y enfermedades profesionales supera los tres mil millones de dólares. De acuerdo a sus informes, piernas y manos son las zonas del cuerpo más afectadas por lesiones laborales, mientras que las enfermedades profesionales más comunes serían laringopatía, dermatitis y afecciones musculares. Esta asociación sostiene que la tasa de accidentabilidad disminuyó en la última década en 4,8 por ciento. Señalan que las labores más peligrosas son las que requieren el uso de fresadoras, taladros, vehículos, prensas, etc., y agregan que un 90 por ciento de los accidentes son causados por "descuidos".
La Dirección del Trabajo y el Ministerio de Salud no están de acuerdo con este análisis. Los accidentes ocurren por "condiciones de inseguridad en las empresas", que tienen la responsabilidad de informar a los trabajadores las medidas de seguridad pero no lo hacen, aunque la ley las obliga a capacitarlos. "Muchas empresas incumplen la normativa e incluso no entregan implementos de protección: guantes, zapatos, cascos, mascarillas, etc. Tras la aprobación de la ley de subcontratación están obligadas a notificar los accidentes fatales y graves, y a suspender faenas, que sólo pueden reanudarse una vez corregida la causa del accidente", dice Enrique Pérez.
Pero las empresas siguen ocultando las cifras reales de accidentes. De acuerdo al Ministerio de Salud, unos veinte trabajadores mueren mensualmente. La mayoría jefes de hogar, con el consiguiente drama familiar. En ese ministerio hay cifras negras: "Un 25 por ciento de los fallecidos no contaba con un seguro de accidentes. Una cifra similar de muertes no es notificada por las mutuales, y sólo se pesquisan gracias al Servicio Médico Legal".
"Medidas como la conformación de comités paritarios se hacen de modo formal. Hay empresas que no entregan copia del reglamento interno, poseen un funcionamiento inadecuado del comité paritario, no tienen señalización visible y permanente en las zonas de trabajo o laboran con condiciones de peligro no informadas adecuadamente y otras ilegalidades", dice Enrique Pérez.
"Los trabajadores simplemente no exigen el cumplimiento de la normativa de seguridad por temor a perder el trabajo", agrega Héctor Araya. "En Textil El Águila laboran 400 personas. Los accidentes más comunes son pinchazos y cortes en dedos, tendinitis y lumbago, en el caso de enfermedades profesionales. Pero la atención de la mutual viene en picada. Antes había rápida atención; hoy prefieren no atender. Teníamos un policlínico funcionando, pero por reducción de costos sacaron al paramédico. El que se enferma o accidenta, es despedido", agrega Héctor Araya.
"Chile -añade- está entre los países en que se trabaja más horas semanales. Las peores cifras están en Indonesia, Corea del Sur y Perú, donde los asalariados trabajan sobre 49 horas semanales. En Chile las jornada semanal es de 45 horas para quienes tienen contrato, pero la realidad supera las 50 horas semanales".
Las sanciones por no denunciar accidentes o enfermedades laborales han aumentado: en 2004 se registró sólo una; en cambio, en 2006 fueron 220. La práctica de ocultar los accidentes, conocida como "subnotificación", se ha hecho habitual. Muchas empresas utilizan policlínicos y clínicas privadas para subnotificar los accidentes del trabajo y no trasladar a los accidentados a los centros contratados con el seguro. "Mientras más accidentes ocurren, más desembolsan los empresarios a las mutuales. Por esto muchas empresas grandes evitan que sus trabajadores sean atendidos por los organismos administradores del seguro, pues mientras más trabajadores se accidenten mayor es el costo que deben cancelar", dice Héctor Araya.
Un caso dramático es denunciado por el Sindicato Nº 1 de Fundación Integra. Ocurrido a una de sus delegadas en 2007. Según Rosa Hueraleo Vega, presidenta del sindicato, los accidentes y enfermedades profesionales han aumentado en los jardines infantiles dependientes de la Fundación Integra "por caídas, torceduras y problemas lumbares, debido a la precaria infraestructura. Se supone que nos deben derivar a la ACHS donde tienen convenio. Pero la ACHS pone trabas y dice que no son accidentes sino 'preexistencias'. Incluso que la escoliosis y tendinitis son 'enfermedades genéticas', y no se producen porque las 'tías' de los jardines infantiles carguen todo el día a niños en brazos… Tenemos un caso muy cercano: una delegada de nuestro sindicato, Mirna Poblete, se cayó mientras guardaba colchonetas, golpeándose la cabeza. Estuvo en tratamiento y quedó con secuelas neurológicas y un problema de lenguaje. Sin embargo, la ACHS la mandó a trabajar. Reclamamos e intervino el director de prevención de riegos de la Fundación, pero no se solucionó el problema. Finalmente, nos dijeron que ella tenía que demandar en forma particular a la ACHS por no brindarle atención", dice.
Según Rosa Hueraleo, los comités paritarios casi no funcionan: "No tienen muchas posibilidades de reunirse. Las pocas veces que lo hacen no llegan a nada concreto. Han hecho algunas visitas y observaciones en los jardines infantiles, pero después no hay un mejoramiento de las malas condiciones detectadas. En un principio incluso estaba mal entendido su rol y se enfocaba a 'prevenir los accidentes de los niños' y no los de las trabajadoras. Hay indolencia de los jefes de servicio que no derivan a las 'tías' cuando hay accidentes. Incluso bajándole el perfil a situaciones que pueden ser graves. Nos dicen que 'no puede quedar el jardín infantil con menos personal', que 'la ACHS da reposo y no licencias' y '…póngase agüita, échese cremita, descanse un poco'… Ésas son sus soluciones", agrega. Aunque los accidentes deben ser notificados en 24 horas y es una obligación del empleador, muchos no lo hacen. Tampoco se denuncian las irregularidades por los comités paritarios, los sindicatos o los propios trabajadores.
"Las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes) tienen los estándares de seguridad más bajos y los índices de accidentalidad más altos, aún cuando la gravedad de los accidentes no sea tan importante", dice el ministro Andrade. El sector minero, a pesar de baja accidentalidad muestra altos índices de accidentes fatales, lo mismo ocurre en la construcción y la industria salmonera. En 2007, la industria del salmón exportó 2.250 millones de dólares y junto con este récord obtuvo la segunda tasa de accidentabilidad a nivel nacional (10,62 por ciento). Asfixia por inmersión, largas horas de pie, uso de químicos y antibióticos, bajas temperaturas, exposición al ruido y otros, causan accidentes graves y fatales en esa rama productiva.
"Las malas prácticas e ilegalidades parecieran no arreglase con multas, pues las salmoneras prefieren pagar y no mejorar sus condiciones laborales", dice Juan Teneb, secretario del Sindicato de Aguas Claras Calbuco, que permaneció en huelga 52 días a principios de año. Han denunciado 53 muertes en faenas salmoneras desde 2005, además de graves infracciones laborales, e incluso abortos provocados por las precarias condiciones laborales y extensas jornadas de pie. Son decenas de buzos que han muerto mientras colocan o revisaban redes loberas en los centros de cultivo del salmón.