21 de julio del 2008
¿Por qué dejar el monopolio del concepto de liberalismo a los neoliberales, si son ellos quienes lo falsean convirtiéndolo en una ideología oligárquica? ¿Por qué no reivindicar el liberalismo como el conjunto de principios ilustrados que siguen rigiendo el ideal de vida civilizada hasta el día de hoy, y hacer de esa reivindicación el objeto de movilizaciones populares y grupos democráticos que aboguen por la libertad individual, la universalidad del sujeto humano ante la ley, la justicia social como igualdad de oportunidades y la laicidad gratuita y obligatoria de la educación pública? ¿Por qué dejarles a los neoliberales el monopolio sobre el liberalismo?
El concepto liberal (no el neoliberal) de la libertad de empresa y de mercado supone el respeto a la libertad individual y, por ello, la garantía estatal de la igualdad de oportunidades, lo cual se opone frontalmente a las prácticas monopolistas por medio de las cuales las oligarquías acaparan los rubros de producción y las cadenas de distribución y venta de mercancías, impidiendo mediante la manipulación del aparato político la libre competencia y el consecuente surgimiento de nuevos capitalistas, de más empresarios prósperos. Las oligarquías quieren que sólo su conjunto de familias lucre. Y para eso se apoderan de los medios de producción expulsando de éstos a la mala a sus competidores reales y potenciales.
Los neoliberales dicen que son antioligárquicos, pero ¿cómo podrían serlo si son las oligarquías las que dictan las reglas de los simulacros de libre competencia e igualdad de oportunidades que aquellos defienden como abstracciones sin historia? ¿Cómo se puede ser antioligárquico si se teoriza financiado por corporaciones oligárquicas (como lo hicieron Mises y Hayek) adaptando el ideario liberal a las prácticas monopolistas, en nombre de la libertad económica?
Para ser antioliogárquico hay que ser un empresario sin ambiciones ni planes monopolistas y dispuesto a convivir con muchos otros iguales. Un empresario liberal y antioligárquico concibe el capitalismo como la oportunidad de todos de enriquecerse, no como la ocasión de servir a los oligarcas, como lo conciben los pensadores a sueldo del neoliberalismo en el primero y el tercer mundos. ¿Cómo se puede ser liberal si se apoya la política económica republicana de Estados Unidos? ¿Cómo se puede serlo si se percibe que las fortunas oligárquicas latinoamericanas son el producto del esfuerzo, el trabajo honrado y "la hombría de bien" de seres preclaros que son además benefactores del prójimo? ¿Cómo se puede ser liberal si se percibe como normal que el arte y la literatura sean financiados por fundaciones oligárquicas con dineros deducibles de impuestos?
Ser liberal es, en primer lugar, ser libre y respetar la libertad de empresa de los demás rechazando las prácticas monopolistas (que se hacen pasar por libre competencia). Ser liberal es ejercer la igualdad ante la ley respetando la igualdad de oportunidades. Ser liberal es abogar por un capitalismo democrático, amplio, plural, creciente y vigoroso. No oligárquico; porque el capitalismo oligárquico es reducido, pequeño, atrasado y feudalizante. Y por ello es el principal obstáculo para el desarrollo de la libertad de mercado.
Los principales opositores a la libertad económica no son los comunistas que atormentan las delirantes noches de los neoliberales de guerra fría. Son los oligarcas. Cuando los liberales (no los neoliberales) entiendan esto, habremos dado un gran paso adelante.
Santiago de Compostela, 14 de julio del 2008.