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1 de julio del 2008

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Alterglobalización

UE

¿Hay un modelo social europeo?


Javier López
La Insignia. España, junio del 2008.

 

Hace unos días, los sindicatos de las capitales europeas se han reunido en Madrid. Paralelamente la organización de Patronales de Capitales Europeas ha mantenido su Asamblea anual en la capital. Hemos tenido ocasión de compartir algunos momentos como el acto inaugural de la 8ª Conferencia Sindical de Capitales.

Hemos podido constatar que el euroescepticísmo crece al calor del resultado negativo del referéndum irlandés. Europa pasa por malos momentos en una situación en la que la unidad sería esencial para afrontar la crisis económica y sus efectos sobre el empleo y la cohesión social. Hay quien comienza a plantear una Europa a dos velocidades y quienes plantean que el denominado modelo económico y social europeo no es tanto una realidad, cuanto una definición por exclusión frente a otros modelo imperantes en Estados Unidos, Japón u otras grandes regiones económicas del mundo.

La Revolución francesa, hace más de dos siglos, marcó el inicio de un camino hacia la obtención de derechos civiles (derecho a la vida, o la libertad de expresión, por ejemplo), derechos políticos de participación y derechos sociales que han terminado configurando eso que hemos denominado Estado de Bienestar.

La historia de España, cargada de pronunciamientos militares, guerras civiles, dictaduras, corruptelas y dictaduras, no ha permitido recorrer ese camino, hasta que a mediados de los 80 nos incorporamos a la Unión europea. Somos muy jóvenes en Europa como para situar los perjuicios por encima de los beneficios que nuestra incorporación ha producido, pero ello no debe cegarnos la vista y dejar de ver que países con mayor tradición europeísta comienzan a percibir que la Unión Europea es una fuente de retrocesos en derechos ciudadanos y laborales.

El movimiento obrero, los sindicatos europeos, han sido esenciales para avanzar en derechos laborales que han permitido instaurar y consolidar derechos sociales. El derecho a la protección por desempleo, las rentas mínimas, las pensiones contributivas y no contributivas, el sistema sanitario público, la seguridad social, la enseñanza pública, la vivienda digna, el transporte público, tienen mucho que ver con la lucha de los trabajadores por defender sus intereses en la empresa y la sociedad. Eso que denominamos genéricamente modelo social europeo, con desigualdades y desequilibrios entre unos países y otros, es deudor del sindicalismo europeo.

Sentencias como las dictadas por el Tribunal de Justicia Europeo en los casos Viking, Laval, Rüffert o la más reciente contra Luxemburgo, vienen a desregular las relaciones laborales. La Directiva sobre tiempo de trabajo abunda en esa desregulación y alienta la individualización de las relaciones laborales, en las que el trabajador, negociando de uno en uno con el empresario, tiene todas las de perder.

Por eso, desde CCOO, hemos propuesto en el marco de la 8ª Conferencia de Sindicatos de las capitales europeas, que el próximo 7 de Octubre, Jornada Mundial por el trabajo decente, se convierta en un día de movilización en toda Europa contra la Directiva sobre Tiempo de trabajo que pretende ampliar la jornada semanal hasta 65 horas. Porque los derechos no se consiguen para siempre y en un mundo cada vez más globalizado, Europa dista mucho de ser una fortaleza imbatible contra los intentos de desregulación impulsados por el pensamiento neoconservador, imperante también en muchos gobiernos europeos.

La debilidad política de la construcción europea, el giro a la derecha, y lo que algunos denominan la Europa sin izquierda, sitúan al sindicalismo europeo ante un reto desigual, pero inevitable. Defender el empleo estable y la cohesión social como bases de un modelo social que no concibe la libertad sin la igualdad.

La Conferencia Europea de Sindicatos ha aceptado la propuesta de CCOO y otros sindicatos de impulsar movilizaciones en toda Europa contra la Directiva sobre tiempo de trabajo. El Diálogo social es la piedra angular del modelo social europeo pero quienes rechazan el diálogo no van a dejar de escuchara nuestra voz serena, pero firme.


Javier López Martín es secretario general de CCOO de Madrid

 

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