28 de agosto del 2008
El 38,8% de gasto público de España en 2007 supone que ni siquiera se han superado las cifras del año 2000. Suecia y Francia destinaron un 52,6%, Dinamarca un 50,6%...
Del mismo modo que España no puede aspirar a pasar los cuartos de la Eurocopa sino presenta un equipo con los mejores jugadores, tampoco puede pretender jugar en la primera división de la economía europea con una de la sociedades europeas más desiguales, siendo, a escala mundial, uno de los países que más ha incrementado las emisiones de gases de efecto invernadero, o basando su crecimiento solo en el músculo, esto es, en el ladrillo, y no en el cerebro, el esfuerzo en I+D+i y la cualificación de los trabajadores.
Para que el avance económico y social experimentado por nuestro país en la última década años no termine en una resaca de desilusión similar a la que nos tiene acostumbrada la selección debe modificarse el patrón de crecimiento, que ha estado basado en empleos de baja remuneración. Tres de cada cuatro empleos creados entre 2005 y 2007, se han generado en sectores de salarios medios-bajos: un 24% en la construcción, un 24% en el sector de actividades inmobiliarias, un 17% en el comercio, y un 11% en la hosteleria, lo ha hecho que los trabajadores del conjunto de estos sectores supongan ya el 60% del total.
Debe implicarse a las empresas en el importante esfuerzo de incremento del gasto público en I+D+i que ha realizado es sector público, es una triste celebración que por primera vez en 2006 el gasto en I+D+i haya superado al gasto en juegos de azar en nuestro país. El gasto público en educación debe incrementarse hasta los parámetros de los países desarrollados con los que queremos compararnos, la media en la OCDE es de un 5,4%, y en España apenas supone un 4,3%.
En conjunto el gasto público, en porcentaje del PIB, apenas se ha incrementado cuatro décimas entre 2003 y 2007. El 38,8% alcanzado en 2007 supone que ni siquiera se han superado las cifras del año 2000. Algo claramente insuficiente para pasar de cuartos cuando la media de la zona euro, y de UE-27, es del 45%. No digamos para pasar a la final: Suecia y Francia destinaron un 52,6% de su riqueza al gasto público, Dinamarca un 50,6% en 2007. En esos países las transferencias sociales reducen la población en riesgo de pobreza en más de un 50%. En España, los reducidos presupuestos sociales apenas reducen la pobreza en un 20%.
Por tanto juegan con más jugadores, y en mejores condiciones físicas. Es una absoluta contradicción que mientras las CC AA solicitan más recursos para atender los crecientes gastos sociales sobre los que tienen plena competencia, la Administración General del Estado siga generando superávit presupuestario. Es como si la selección en vez de esforzarse mejorar el rendimiento de los jugadores estuviera obsesionada por reducir el desgaste de sus botas. ¡Es mejor que no corran mucho porque van a gastar mucho en tacos!
Y por último reducir la creciente precarización de los trabajadores. En 2006, menos del 80% de los trabajadores asalariados con derecho a la negociación colectiva, descontados los funcionarios, estaban sujetos a convenio, casi diez puntos menos que en 2001, que fue un 89,2%. Por eso hay que desarrollar medidas que permitan recuperar la perdida de poder de negociación sufrida por los trabajadores más precarizados, en muchos casos resultado de los procesos de descentralización productiva, como establecer nuevas unidades de negociación colectiva que aglutinen a un conjunto de empresas que, perteneciendo a diversos sectores productivos, prestan servicios para la misma empresa principal. ¿O es que iría a algún lugar una selección de fútbol que cada cinco minutos estuviera cambiando a un tercio de sus jugadores del terreno de juego porque tienen un contrato temporal?
Estas cuestiones deben ser planteadas ya, para evitar que la desaceleración la paguen los más desfavorecidos. Los fundamentos de nuestra economía son sólidos, como dice el presidente del gobierno, y los márgenes del presupuesto público son suficientemente holgados, tanto por el superávit fiscal alcanzado, como por el bajo endeudamiento logrado, apenas un 36% del PIB, lo que nos ha situado a la cabeza de los países con las finanzas más saneadas de la Unión Europea.