19 de abril del 2008

Las elecciones italianas y Alberto Sordi

José Luis López Bulla
Metiendo Bulla / La Insignia. España, abril del 2008.

Berlusconi III: este es el resultado de las elecciones italianas. Mal asunto el que han elegido las gentes de aquel país. De momento nos quedan dos cosas: 1) esperar y ver, 2) confiar críticamente en los argumentos que nos den, una vez pasado el sofoco, quienes han sufrido tan aparatoso revés.

Esperar y ver: o lo que es lo mismo, observar qué repercusión va a tener el Europa el triunfo de Berlusconi. Mientras tanto, ya iremos viendo qué nos dicen tanto Veltroni como los dirigentes que de manera tan abrupta han sido derrotados. De momento, todavía con la angustia de lo acontecido y apretados por la urgencia mediática, las declaraciones han sido las esperadas. Me imagino que tiempo habrá, o debería haber, para que entren a fondo de la infernal bufera.

Las primeras explicaciones de los derrotados van por esta guisa. Veltroni: "ahora somos el punto de referencia del reformismo." Que es algo así como decir: Costa la de Levante, playa la de Lloret. No añade nada porque ese no era el objetivo; la meta, prosaicamente hablando, era ganar. Bertinotti, cuya coalición se ha quedado fuera del Parlamento: "La culpa es nuestra y del Partido democratico". Boselli, cuyo partido ya no tiene taburetes en las Cámaras, declara: "Toda la culpa es de Veltroni". Dicho lo cual, Bertinotti y Boselli anuncian que dejan la dirección de sus partidos y se van a la base a pegar carteles.

Vamos a ver, de estas primeras declaraciones no se desprende la más mínima explicación de lo que ha ocurrido. Son, corrigiendo el Eclesiastés (1.2.), banalidad de banalidades, en el caso de Veltroni. Bertinotti se decanta por el símil taurino del sol y sombra. Boselli, con atrabiliario desparpajo, le echa la culpa no sabemos si al empedrao o al maestro armero.

Fausto Bertinotti, sin embargo, adopta un razonamiento pendular: en primer lugar, afirma, la culpa es de su coalición, pero añade que también es de Veltroni. Boselli, que apenas llega al uno por ciento de los votos, lo explica en clave del mal de ojo que le han echado los veltronianos. Sin embargo, ambas declaraciones obvian que siempre se declararon independientes del Pd. Más todavía, no se sabe muy bien por qué el mentado Veltroni podía (o estaba interesado en) propiciar unos resultados más benévolos. Lo que, en el fondo, implicaría que, aunque parcialmente, Bertinotti y Boselli tienen una cierta dependencia del PD.

¿Vale la pena hacer algunas hipótesis de futuro? Psé. En todo caso ahí van. Vistas las cosas desde el tendido de sol podrían darse dos situaciones en el PD. Una: que, con o real o fingida sensatez, se digan que tienen una base reformista en Italia y que, a fin de cuentas, los resultados -incluso perdiendo- son un primer indicio para preparar el postberlusconismo. Dos: que, dada la mezcolanza de formaciones y personalidades, de acrisolada versatilidad tanto en el Partido Democrático como en sus grupos parlamentarios, aparezcan (más bien, reaparezcan) las disensiones de uno u otro tipo.

Y, dado que estamos en el tendido de sol, es difícil prever qué reanimación puede existir en el pueblo bertinottiano. O, por mejor decir, postbertinottiano. Algunos previsiblemente se apuntarán al veltronismo. Otros, tal vez, intenten la enésima operación de reunificarse. Y habrá quien organice otra excursión a los movimientos del más diverso cariz: girotondi, chicholinos, mama chicho, grappa williams...

Finalmente, con relación a los que caigan en la tentación de seguir organizando reunificaciones, me permito un recuerdo del legendario cómico romano Alberto Sordi (arriba en la foto). En cierta ocasión le preguntaron, ya muy cargado de años, por qué no se había casado nunca. Albertone, desplegando el capote de percal, respondió: "Pero, cómo, ¿meter a una persona extraña en casa?". El viejo tenía, según dicen, malas lenguas.