Portada de La Insignia

4 de abril del 2008

enviar imprimir Navegación

 

 

España, 1936-1939

Modesto y Líster


Manuel Tagüeña Lacorte
De Testimonio de dos guerras.

 

El Ejército de Maniobra, tantas veces desecho y de nuevo reorganizado, había ido cediendo, durante cinco semanas, los escasos cien kilómetros que separan Montablán del mar y fue impotente, al fin, para evitar el corte de las comunicaciones entre Valencia y Cataluña. Pocos soldados fueron colocados en una guerra en circunstancias tan desfavorables, y puede afirmarse que, en conjunto, su comportamiento heroico rebasó en mucho las posibilidades que tenía para la defensa.

Es cierto que fue reforzado durante el combate con unidades que llegaron de frentes estabilizados, pero, por otra parte, se desprendió de otras fuerzas que a través de Tortosa llegaron al Segre para detener la ofensiva enemiga. El propio general Yagüe, en el discurso que pronunció en Burgos cuatro días después, rindió homenaje al espíritu militar de las tropas republicanas.

(...) La aviación italo-germana había bombardeado Tortosa, incesantemente, desde comienzos de abril. No consiguieron destruir los puentes como era su propósito, gracias a la acción eficaz de nuestra defensa antiaérea, que no dejó de prestar batalla a pesar de su escasez de material. En la tarde del 15, estando Modesto y yo dentro de Tortosa, sufrimos uno de los bombardeos más violentos de la ya destruida ciudad. A nuestro alrededor se desmoronaban los edificios, las calles estaban llenas de cadáveres y el humo espeso y sofocante de las explosiones y los incendios apenas nos dejaban respirar (...)

(...) A media mañana del día 17 de abril, Modesto me invitó a que lo acompañara en su automóvil desde Tortosa a Espluga de Francolí, donde tenía establecido su puesto de mando provisional la recién creada Agrupación Autónoma del Ebro. Le había ocurrido a Modesto con Líster, al entregarle el mando del V Cuerpo de Ejército, poco más o menos lo que me había pasado a mí con Cabezos en la 3ª División. Bajo un punto de vista militar no cabe duda que la reorganización de mandos podía y debía hacerse de inmediato, pero personalmente resultaba desagradable no sólo para los que se quedaban donde se combatía sino para los que se iban.

En el caso de Modesto, la cosa se agravaba por la rivalidad personal entre él y Líster (...) Las circunstancias me habían sacado de la masa de los nuevos jefes de Brigada y División y me habían puesto en relación directa con las unidades y los mandos que habían jugado hasta entonces el papel más importante en la guerra. Si en Aragón habían caído sobre mis hombros grandes responsabilidades, ahora se me presentaban otras mayores, demasiado para mis escasos veinticinco años.

Modesto me puso al corriente de los detalles de la organización y me dio toda una serie de indicaciones que me fueron muy valiosas. Con muchos defectos y muchas cualidades, Modesto, el antiguo carpintero, era un jefe militar de verdad y no una figura decorativa prefabricada por los servicios de propaganda (...) Sin embargo, Modesto no era hombre que supiera atraerse a los que tenían que colaborar con él. Era sarcástico, poco franco, despótico y, a veces, brutal (...) Nunca simpatizamos, pero durante el tiempo que estuve bajo su mando, su trato conmigo fue siempre correcto, aparte de sus inevitables ironías.

Líster era muy diferente. Unía a una gran fuerza vital, una inteligencia despierta. Simpático, tenía muchas cualidades humanas y sentido de la amistad. En su juventud había sido cantero y luego emigró a Cuba. Cuando como comunista fue enviado a estudiar a la URSS un curso de preparación política y militar, se portó tan indisciplinadamente que acabó castigado trabajando de obrero en el Metro de Moscú, mientras Modesto terminaba normalmente los estudios. El Partido Comunista estuvo a punto de eliminar a Líster del Ejército en los primeros meses de la guerra, debido a la forma tumultuosa con que el nuevo jefe gozaba de la vida siempre que los combates se lo permitían.

Sin embargo, la capacidad combativa de su famosa Brigada, luego División, hizo imposible tomar medidas contra su jefe e incluso lo nombraron miembro del Comité Central. Es decir, en la carrera militar de Líster influyeron sobre todo sus cualidades de mando. Al acabar la batalla de Aragón era todavía el único teniente coronel de milicias del Ejército Republicano. Aunque sostenía en forma durísima la disciplina en sus unidades, le he visto perdonar faltas graves a sus subordinados, obligándolos así para el futuro y dando aún mayor cohesión a sus filas. En resumen, se repetía la vieja historia y los viejos métodos de todo auténtico caudillo de guerra idealizado por sus soldados.

 

Transcripción para La Insignia: J.G.

 

Portada | Mapa del sitio | La Insignia | Colaboraciones | Proyecto | Buscador | RSS | Correo | Enlaces