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1 de septiembre del 2007

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Cultura

P de plagio


Marisol García
La Insignia. Chile, septiembre del 2007.

 

Nunca le he puesto play a una película de Orson Welles sin esperar a cambio una sorpresa. Pero vaya sacudida la que me deparaba F for fake, mi compañía nocturna de ayer domingo. Pese a que se trata de un documental que casi tiene mi edad (es de 1974), dificulto mejor y más propositivo compendio de argumentos para el debate tan de boga sobre derechos de autor. Debería ser la película-símbolo de quemarlasnaves.

Su narración es ágil, atrayente y fácil de seguir, pero de a poco va quedando claro que esa historia central -el recorrido biográfico de Elmyr de Hory, el más famoso y mejor falsificador de pintura del siglo pasado- es sólo la excusa para que Welles exponga el conflicto irresoluto sobre la autoría artística y todas las dudas que de allí se derivan. Son dudas que a él mismo lo atormentaron durante su carrera creativa -qué menos para quien se hizo famoso relatando una invasión extraterreste que creyó la mitad de Estados Unidos, y cuya participación en este preciso filme sigue siendo debatida-, y que presentadas en la secuencia y con los énfasis de esta película me temo que dejarían insomne hasta al más férreo defensor del actual status quo sobre propiedad autoral.

En torno al plagiador son muchos los que mienten, y en el caso de Elmyr de Hory su delito termina pareciendo el más excusable de una secuencia de falsedades tan alarmante como graciosa. Mienten no sólo quienes especulan comercialmente con sus pinturas sabiendo que son imitaciones, sino también los galeristas "expertos" que legitiman como auténtico un falso Modigliani y el coleccionista que sigue jactándose de sus dibujos de Picasso incluso luego de saber que ha sido estafado. Miente el tratante de arte que se aprovecha de la ilegalidad de su negocio para quedarse con el grueso de las ganancias que le corresponderían al falsificador-fabricante y miente incluso el biógrafo de De Hory -el destacado periodista Clifford Irving- al aprovecharse de la condición de recluso legal de su entrevistado para colorear datos difícilmente comprobables (el hombre se haría luego famoso al revelarse que su participación en la autobiografía de Howard Hughes era un completo invento, y hay más sobre eso en la recién estrenada The hoax).

Es muy reveladora la conversación entre Welles y un coleccionista que compró decenas de pinturas de Elmyr de Hory sin saber de su falsedad pero sospechando que había algo raro. "La verdad, no quería averiguar mucho más tampoco". "¿Por qué?", le pregunta Welles. "Bueno, porque no quería saber que podían ser falsas", responde entre risas.

Así, el documental termina siendo una gran reflexión también sobre el mercado del arte -"sin el cual no existirían plagios", reflexiona el director- y que ha terminado estandarizando lo que debemos entender por obras maestras a partir de códigos tan insignificantes como una firma. Esto da pie a una de las secuencias más comentadas del filme (está completa en YouTube) y que aquí transcribo en parte. Es un monólogo de Welles sobre tomas de una majestuosa catedral medieval francesa (la de Chartres):

"Now this has been standing here for centuries. The premier work of man perhaps in the whole western world and it's without a signature. Chartres. A celebration to God's glory and to the dignity of man. All that's left, most artists seem to feel these days, is man. Naked, poor, forked radish. There aren't any celebrations. Ours, the scientists keep telling us, is a universe which is disposable. You know it might be just this one anonymous glory of all things, this rich stone forest, this epic chant, this gaiety, this grand choiring shout of affirmation, which we choose when all our cities are dust; to stand intact, to mark where we have been, to testify to what we had it in us to accomplish. Our works in stone, in paint, in print are spared, some of them for a few decades, or a millennium or two, but everything must fall in war or wear away into the ultimate and universal ash: the triumphs and the frauds, the treasures and the fakes. A fact of life... we're going to die. 'Be of good heart,' cry the dead artists out of the living past. Our songs will all be silenced - but what of it? Go on singing. Maybe a man's name doesn't matter all that much."

Entiendo que De Hory se suicidó años después de este estreno y que de modo póstumo alcanzó la legitimidad como pintor que su insólita historia jamás le reconoció. Ha habido exposiciones y ventas nada baratas de sus obras. Quién podría dudar de que son pinturas valiosas. Desde su tumba, vuelve la voz de Welles y su sucesión de preguntas inquietantes, difíciles de sacarse de la cabeza:

"Es hermoso, pero ¿es arte? ¿Cómo fijar su valor? El valor depende de la opinión; la opinión depende del experto, y un falsificador como Elmyr deja a los expertos como unos tontos. Entonces, ¿quién es el experto? ¿Quién el falsificador?".

 

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