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23 de octubre del 2007

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Alterglobalización

Las transnacionales del comercio alimentario


Dieter Schonebohm
Sirel / La Insignia. Uruguay, octubre del 2007.

 

De la mano de la globalización comercial, las grandes cadenas de supermercados arrasan con los pequeños comercios y mercados, a la vez que presionan a la baja los salarios de sus trabajadores y los precios de los productores.


Un estudio reciente (1) revela la creciente expansión de las grandes cadenas de supermercados en todos los continentes, más notoriamente en Asia, América Latina y Oriente Medio, pero también en algunos países de África y de Europa Oriental. A diferencia de las limitadas tasas de crecimiento del comercio en las principales economías -por ejemplo en Alemania, 1 por ciento anual hasta 2015-, en las regiones mencionadas los aumentos de dos dígitos no son una excepción y se prevé que en algunos países como China, India, Tailandia, Sudáfrica y Argentina, entre otros, la tendencia al alza continuará por varios años más.

Esta expansión se produce como resultado de la creciente integración de las economías nacionales en los mercados comerciales y financieros internacionales, a veces amortiguada por la formación de bloques comerciales bajo el lema del "regionalismo abierto". El TLCAN (NAFTA, por sus siglas en inglés) y el MERCOSUR son solamente dos ejemplos de este formato de integración que beneficia, en primer término, a los inversores internacionales (regionales y transcontinentales), en una competencia que dificulta la subsistencia de empresas con operaciones exclusivamente nacionales.

Los nombres de los principales protagonistas son los mismos en todas partes: la transnacional estadounidense Wal-Mart, la francesa Carrefour, la alemana Metro, la inglesa Tesco, la japonesa Seven & I y la holandesa Ahold, por nombrar solamente las seis con mayor presencia internacional. A ellas se añaden cuatro estadounidenses más: The Kroger, Sears Holdings, Costco Wholesales y Target. A modo de ejemplo: En la actualidad Metro tiene locales de venta en 2.400 localidades de 30 países de Europa, Asia y África. Entre 1980 y 2001 cada una de las cinco cadenas más grandes aumentó en por lo menos 270 por ciento la cantidad de países, en los cuales está presente.

En América Latina el cuadro se repite parcialmente, con Wal-Mart encabezando también la tabla subcontinental, seguido por dos compañías francesas, Casino y Carrefour.


El precio del poder: imposición de salarios y precios

Hasta fines de la década de 1990 la incidencia de los supermercados en la comercialización de alimentos en los países en desarrollo seguía siendo limitada, ya que estaba fundamentalmente en manos de pequeños productores o se desarrollaba en ferias callejeras y pequeños comercios. Sin embargo, varios factores contribuyeron a que esta situación se revirtiera aceleradamente desde fines de la década de 1980.

Hechos políticos como la caída del Muro de Berlín, la subsiguiente conversión de las economías centralizadas en economías de mercado y su plena integración al sistema capitalista mundial a partir de la década de 1990, se unieron a procesos seculares como la creciente urbanización en los países en vías de desarrollo. Aumentó el promedio del ingreso per cápita, surgieron nuevas capas medias con elevado poder adquisitivo -cientos de millones de personas solamente en China-, y las tarjetas de crédito se hicieron omnipresentes. Como resultado de este proceso, la participación de los supermercados en las ventas de alimentos en los países de América Latina pasó de 20 por ciento como máximo a 50 por ciento y más.

Esta posición dominante permite a las cadenas transnacionales de supermercados alimentarios no sólo dictar los precios que reciben los productores agrícolas, sino también el nivel de salarios que se percibe en las empresas proveedoras de estas cadenas. Las denuncias de representantes sindicales desde China a Sudáfrica coinciden: en la medida en que compañías como Wal-Mart o Tesco aumentan la presión sobre los proveedores nacionales, éstos tienden a responder con el aumento de las horas de trabajo y/o la reducción de los salarios.

Paralelamente, y en nombre de la defensa de la calidad, las cadenas tienen el poder de fijar las condiciones de producción, incluyendo el uso de pesticidas, almacenamiento y empaque, lo cual puede constituirse en un obstáculo para muchos productores de los países en desarrollo a la hora de querer establecerse como proveedores de esos supermercados. Según Marita Wiggerthale, experta en alimentación y responsable de asuntos comerciales de la ONG Oxfam Alemania, "Esos estándares resultan problemáticos porque son dictados unilateralmente por las compañías", por lo que se debería dar participación a los productores mejorando la transparencia en torno a la fijación de precios de las cadenas, y se debería acotar su poder económico por la vía legal.

En este sentido, un ejemplo de Tailandia podría servir como punto de partida para la reflexión: por ley, se prohibió la instalación de supermercados en un radio de 15 kilómetros alrededor de los centros urbanos, protegiendo así a feriantes y pequeños comerciantes.


Con información de Der Spiegel y Lebensmittelzeitung.
(1) EED y Foro Ambiente y Desarrollo: "Expansión de los supermercados al sur: ¿una amenaza para los pequeños productores?" (original alemán: EED / Forum Umwelt und Entwicklung: "Supermärkte auf dem Vormarsch in den Süden - Bedrohung für Kleinbauern?"). Bonn, septiembre 2007.

 

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