29 de noviembre del 2007
Informaba y opinaba algún medio de Comunicación, este domingo pasado, que Fidalgo y Zapatero "se declaran la guerra a tres meses de las elecciones". Si bien, sugiere el periodista que firma la crónica, podría haber algún guiño en el homenaje (del lunes 26) a Marcelino en el que se encontrarían ambos.
Hace ya mucho tiempo que CCOO se siente orgullosa de su autonomía y de su proyecto sindical que en las elecciones sindicales recibe el apoyo mayoritario de los trabajadores. No se trata de hacer explícito el duelo o el guiño con Zapatero. Basta con practicar lo que se proclama, y entender que CCOO únicamente responde ante su afiliación y los trabajadores. Si en el ejercicio de esta innegociable condición surgen acuerdos y/o conflictos con el gobierno han de explicarse con naturalidad como consecuencia del debate democrático.
Otro medio de comunicación declaraba ayer, martes, una guerra distinta: aquello de calumnia que algo queda. En su última entrega contra CCOO acusaba a Fidalgo de acercar el sindicato al PP, y siguiendo un guión tan recurrente como zafio, imaginaba citas, reuniones y proximidades políticas de imposible encaje.
Desconocen estos autores del diario con origen en los aledaños de Moncloa y destino incierto que CCOO, historia viva de la lucha por la libertad y los derechos de los trabajadores, siempre tendrá respeto por los partidos parlamentarios, pero a partir de su decidida apuesta por la izquierda social y cultural. Esta es la cuestión.
Que súbitos informadores de temporada metidos a propagandistas del gobierno muestren su incapacidad para encajar reflexiones críticas desde la izquierda sindical contra determinadas políticas del Ejecutivo, es todo un síntoma de tolerancia. Cosas de familia.