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29 de noviembre del 2007

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Alterglobalización

Exuberancia irracional en EEUU (1880-2006)


Jürgen Schuldt
La Insignia. Perú, noviembre del 2007.

 

En una conferencia que versaba sobre la historia del sistema monetario estadounidense, el entonces presidente de la Reserva Federal introdujo una expresión que se ha hecho famosa: "exuberancia irracional". Curiosamente aparece en una frase marginal de su discurso, donde alude ¡al caso del Japón! Sin embargo, las palabras de Alan Greenspan merecieron que las Bolsas de casi todo el mundo respondieran a la baja al día siguiente (6 de diciembre de 1996): -4% en Londres y Fráncfort, -3,2% en Tokio, -2,9% en Hong-Kong, -2,3% en Nueva York; etc. Lo que quiere decir que los 'inversionistas' interpretaron sus palabras como un anuncio de que la política monetaria se ajustaría, de que las bolsas de valores caerían o de que dejarían de ser tan rentables como lo habían sido hasta ese momento.

Después del susto inicial, el índice Standard & Poor (S&P) en términos reales, que se encontraba en 743 puntos, siguió subiendo exponencialmente durante los tres años siguientes, hasta duplicarse y llegar a su máximo de 1486 en agosto del 2000. Ese fue el momento que marcó el fin de la 'burbuja' de internet. Y nótese que el pavor que Greenspan infundiera a 'los mercados' en aquella oportunidad, se materializó 45 meses después de su célebre eslogan. De ahí en adelante, el índice S&P se desplomó paulatinamente en un 43 por ciento hasta enero del año 2002, para volver a coger viada hasta que explotó la burbuja hipotecaria que soportamos ahora, cinco años después.

Aunque los economistas tenemos una fama similar a la de los astrólogos y psíquicos cuando se trata de verificar nuestras capacidades predictivas, poseemos algunas herramientas que nos permiten acercarnos -en algunos casos- a las tendencias futuras de algunas variables. En el caso concreto de la Bolsa, probablemente el mejor indicador -no el único, ciertamente, porque el olfato, el oído y la experiencia también juegan un papel- para determinar si existe "exuberancia irracional" es la relación P/E (price/earnings), que los expertos suelen utilizar para determinar si una acción está o no 'barata'. Nosotros utilizaremos un índice parecido, elaborado por Robert J. Shiller, autor precisamente del célebre libro Irrational Exuberance, publicado en el 2000, quien modifica la relación P/E y que llamaremos P/G, en español (por precio/ganancia). Se calcula dividiendo el índice de precios de las acciones del S&P entre el índice de los 'rendimientos' de las acciones (promedio móvil de una década), ambos deflactados (para corregir la inflación). Los rendimientos incluyen la ganancia de capital y los dividendos. Adjuntamos el gráfico de ese índice P/G, que usted puede observar mes a mes entre 1881 y 2006. El indicador expresa lo siguiente: hasta qué punto es caro el mercado (P) en relación a una medida objetiva de la capacidad que tienen las empresas para obtener ganancias (G).

En el amplio periodo que abarca la serie se observan fluctuaciones muy erráticas; el promedio del índice P/G para todo ese lapso es de 18,4. Para no exagerar, daremos por sentado que la "exuberancia irracional" se produce cuando ese índice sobrepasa los 20 puntos, y que se marca por los puntos que están encima del área sombreada del gráfico adjunto. Se distinguen claramente los picos más pronunciados, referidos a 1901, 1929, 1966 y 2000, así como también el del año 2006, momento a partir del cual se pincha la burbuja hipotecaria. La lección que se desprende es que esos procesos de optimismo excesivo son relativamente comunes en las bolsas y que, tarde o temprano, revientan para luego recuperarse. Prácticamente cada treinta años se alcanza un punto máximo, cuyo ascenso se sostiene inicialmente en procesos realistas de ganancia (por progresos técnicos acelerados o posibilidades efectivas de ganancia, como por ejemplo en el sector inmobiliario), pero que seguramente pierden realismo y que a partir de determinado momento sucumben a la euforia por procesos psicológicos (como los efectos "concurso de belleza" de Keynes, los de tipo "manada" y similares) que vienen acompañados por la facilidad con la que otorgan créditos las instituciones financieras.

En pocas palabras, los procesos de "exuberancia irracional" pueden detectarse en base al indicador de Shiller (proceso que se inicia cuando P/G rebasa los 20 puntos). Sin embargo, es imposible pronosticar el instante preciso en las burbujas estallan, momento a partir del cual se desatan las consiguientes crisis bursátiles, dado que el punto de quiebre puede darse en cualquier instante y desencadenarse por una infinidad de procesos nimios, no necesariamente tan drásticos como una subida repentina del precio del petróleo, pérdidas masivas o quiebra de empresas blue chips, guerras internacionales, atentados terroristas, etc.. Lo que es una lástima, ya que -de ser factible un pronóstico aproximado- podrían evitarse tantas angustias, especialmente entre los millones de familias que ahorran para su jubilación sin conocer bien los mecanismos de funcionamiento y la dinámica de las Bolsas (que se parecen cada vez más a nuestros fuleros casinos), animados por las ganancias extraordinarias temporales que puedan obtener sus vecinos, o porque las anuncian ingenuamente los diarios, o por los intereses no siempre celestiales de los agentes bursátiles.

La recurrencia de las crisis bursátiles y la exuberancia irracional nos obligan a repasar nuestras lecturas de clásicos olvidados para facilitar la comprensión de la peculiar dinámica financiera del capitalismo contemporáneo. Esperamos, para una próxima entrega, volver a conceptos desdeñados cada vez más relevantes, tales como el "capital ficticio" (Marx, El Capital, vol. III; sección quinta) y los de las variedades de financiamiento "especulativo" y del tipo "Ponzi" (Hyman Minsky, Can 'It' Happen Again?), así como a las contribuciones de Joseph Schumpeter (cap. 3 de su Teoría del desenvolvimiento económico) en la materia.

 

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