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La insignia
30 de julio del 2007


Perú

Mi país es escándalo y desesperación*


Rocío Silva Santisteban
La Insignia. Chile, julio del 2007.


Mi país es una intensa pasión, un triste piélago, un incansable manantial de razas y mitos que fermentan…

El Perú es un conjunto social de grupos complejos que no termina de constituir una instancia mayor que nos represente a todos. El Estado que heredamos de los criollos de la independencia sigue considerando al centro de sus deberes, logros y normas al propio hombre criollo urbano y da la espalda a todo el gran resto, imaginándolo(nos) como apenas una adherencia. El 11 de julio la sociedad política salió a las calles con un reclamo organizado y focalizado; hoy las instancias de diálogo están funcionando y, antes de fiestas patrias, la esperanza anidaba sobre las posibilidades de un cierto entendimiento. Pero…

Mi país es mi temor, tu ira, la voracidad de aquel,
la miseria del otro, la defección de muchos, la saciedad de unos cuantos…

El comienzo de la entrega de las reparaciones colectivas en Ayacucho, que abría una manera diferente de pensar, ha quedado deshecha por la vocación autócrata de las últimas normas aprobadas, que restringe inconstitucionalmente varios derechos conquistados. Recoger la esperanza de los miles de hombres y mujeres afectados por la violencia política es una tarea impostergable y no debe reducirse a pagar las reparaciones y olvidarnos del asunto. Parecía que el gobierno había tomado en serio esta tarea. Pero esta vez con una mano se escribió "inclusión" y con la otra se le tachó en negro.

Mi país son los mendigos y los ricos, el alcohol y la sed,
la aventura de existir y el orden en que elijo mis sacrificios…

"Una democracia fuerte" es el epíteto que vienen repitiendo nuestros gobernantes y en realidad en este contexto casi puede significar cualquier cosa. Algunos quisiéramos, siguiendo "el orden en que elijo mis sacrificios" como subraya Sebastián Salazar Bondy, esta democracia fortalecida fuera una posibilidad de radicalización de la misma para darle voz al subalterno, al ninguneado, al invisible de los sistemas simbólicos. Pero desgraciadamente en las bocas de los gobernantes sólo significa seguir pretendiendo representar sus intereses, sus deseos, su voz inaudible tapiada por esa vocación autoritaria. Yo pienso por ti, pseudociudadano: es la idea básica. Y lo hago de la mejor manera… como considerar que el derecho de huelga es una extorsión. O que los policías que disparan a un huelguista con muerte subsiguiente son inimputables. O legislar en contra de los conflictos sociales utilizando un ámbito de excepción contra el crimen organizado. Ay… es que…

Mi país es un corazón clavado a martillazos…

En la última encuesta de la Universidad Católica sobre Sistema Político los encuestados están en un 63% entre insatisfechos y muy insatisfechos con la democracia. A su vez, un 37% están de acuerdo con un gobierno autoritario o con cualquier cosa, pues no les interesa el tipo de gobierno con tal de que tenga resultados. Esta manera de pensar, como lo ha venido sosteniendo Salomón Lerner en algunos de sus discursos públicos, es muy peligrosa, pues pretende dejar en manos de los otros la tarea que es de todos. Como dice un eslogan de un grupo político juvenil: "si tú no haces política, te la hacen a ti…" ¿No vale la pena enlodarnos las manos por nuestro país que también es "el agua matinal con que limpio mis pupilas de imágenes sucias"?

Mi país, ahora lo comprendo, es amargo y dulce…

Yo no lo comprendo. Pero amo a mi país. Suena un cliché de fiestas patrias remojadas en pisco quebranta, pero es un sentimiento que muchos más bien acallan con la sonrisita cínica de medio lado. El cinismo, finalmente, es una de las formas más fáciles de sobrevivir sin comprender, sin querer siquiera pensar en una vocación de diálogo. El cinismo y la desconfianza blindan el corazón, que se puede mantener helado frente a la pobreza, al deterioro, a la miseria, a la injusticia. Precisamente porque un 67% no confía en las personas -según encuesta de la Universidad de Lima- buscar "sembrar valores" no se resuelve con cuatro spots de Canal 7. Hay que volver a pensar al Perú como otro país. Y para esto hace falta más ternura que cinismo; y decisiones que nos lancen hacia delante sin tanto cálculo al milímetro.


(*) Todos los versos son del poema "Todo esto es mi país", de Sebastián Salazar Bondy.
Artículo publicado originalmente en el diario La República, de Perú.



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