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La insignia
5 de julio del 2007


Pascual Maragall insiste en lo del PD

Sobre el socialismo europeo y el Partido Democrático


José Luis López Bulla
Metiendo Bulla / La Insignia. España, julio del 2007.


Pascual Maragall, ex presidente de la Generalitat de Cataluña, ha vuelto a hablar sobre la -a su juicio- necesidad de construir el Partido Democrático, siguiendo la estela de la importante operación italiana, esto es, la fusión de los Democratici della Sinistra y la Margherita. Según voces autorizadas -personas que estuvieron presentes en un acto que se celebró en Pineda- dos fueron los argumentos maragallianos: 1) los partidos socialistas europeos de los diversos Estados nacionales se orientan en esa dirección, con lo que 2) más tarde o más temprano acabarán todos en la casa democrática, de ahí que 3) se pueda entender que quien llegue el último no pintará una oblea en la mencionada casa del Partido Democrático europeo.

Para que el público pueda juzgar con cierto conocimiento de causa, he aquí el discurso que Walter Veltroni -uno de los animadores más conspicuos de la operación italiana- pronunció la semana pasada en Lignoto, donde pone los puntos sobre las íes sobre el carácter de la nueva organización política (1). La verdad es que no se debería echar en saco roto las tres apreciaciones de Maragall: está lo suficientemente informado de las vueltas y revueltas de los dirigentes socialistas europeos, y cabe dentro de lo posible que sus previsiones no sean infundadas. Otra cosa, bien distinta, es el carácter que tendría la mencionada operación europea y, para ello, los indicadores más relevantes los tenemos en el propio discurso de Veltroni que, al parecer, será el primer dirigente de dicha organización en su país, tras haber recibido el nihil obstat de Fassino, D'Alema y Rutelli, los socios más importantes de la fundación del PD.

En mi opinión, el discurso de Rutelli se orienta hacia un partido progresista que ya no tiene como referencia el socialismo democrático, al que quiere abiertamente trascender. Por lo demás, el manifiesto fundacional de esta organización -en esa lógica- no sitúa al PD en la casa del Partido Socialista Europeo. Por si no estuviera claro, los dirigentes de la Margherita han hablado, desde el principio, con toda claridad: "no estaremos en el PSE", han afirmado de manera tan clara como el agua clara.

Ni que decir tiene que cada cual es muy dueño de fundar el partido que desee, como legítimo es darle las señas de identidad que considere pertinentes, trasciendan o no el socialismo democrático. Así pues, en las cosas domésticas, Maragall tiene toda la legitimidad para fundar la nueva cosa. Una pregunta pícara, así entre paréntesis: ¿lo hará aprovechando las posibilidades reales desde dentro de su (todavía) propio partido? Me respondo: tú no tienes nada que decir al respecto, porque cada cual en su casa hace lo que cree menester y... le dejan hacer. O, lo que es lo mismo, sólo a los inscritos en el Partido Socialista les corresponde valorar si son unos sujetos tan hospitalarios que -por activa, pasiva o voz media- verán como en su casa se cultivan las gardenias del jardín del Partido Democrático.

Como iba diciendo, la lectura del discurso de Veltroni ofrece unas importantes pistas por donde irán tan importantes negocios políticos. Pero, de entrada, me permito una primera aproximación a la sintaxis del orador. He intentado escarbar en el mencionado texto formulaciones novedosas, esto es, en la línea de la pretendida renovación de la política y sus concretos contenidos: hay que renovar, hay que renovar, hay que renovar; lo nuevo, lo nuevo, lo nuevo. Bien pensado, me digo para mis adentros. Pero Walter no nos da el más mínimo anticipo; el amigo italiano no concreta qué hay en el interior del estuche. Walter insiste: modernizar, modernizar, modernizar. Sin embargo, intento rascar qué hay debajo de ese reiterado modernizar y no veo propuesta alguna. Es, perdón por la analogía, como si yo planteara la necesidad de modernizar el potaje de garbanzos sin especificar en absoluto qué nuevos condimentos son de menester para la mencionada operación culinaria. Así, pues, nada que ver con la modernización de Ferran Adrià: este maestro indica qué elementos, qué proporciones --hablando con extremada petulancia por mi parte- distinguen el carácter ontológico de la renovación del potaje de garbanzos. En el bien entendido que lo que se pretende es renovar este tan venerable como anciano plato. Pero el amigo Walter no deconstruye como el maestro Adrià.

Un inciso: recomiendo a Veltroni que hable con Quim González e Isidor Boix, y les pregunte de qué manera (junto a los amigos de UGT) han renovado de manera itinerante los convenios generales de la Química española. Me juego lo que sea que tanto uno como el otro dirían: ya que nosotros hablamos de negociar la flexibilidad, no teníamos más remedio que concretar qué entendíamos por esa renovación de la organización del trabajo; porque si nos quedamos sólo en la cháchara de la magia del verbo (renovar, renovar, renovar) seguiremos como siempre o la renovación nos la hace el empresario en, con perdón, nuestro trasero. Fin del inciso. O sea -renovando el léxico por mi parte-"facta non verba".

Por otra parte, no está de más seguirle las pistas a esta consideración: si el socialismo europeo se hubiera renovado de verdad -en los "facta" y en los "verba"- no estaríamos ante tanto chicoleo, ante tanta exhibición de banalidades sintácticas. Porque, podríamos convenir maleducadamente, que el anquilosamiento de estas organizaciones da pie a las andanzas de los excursionistas políticos. Esto es, la actual patogénesis del socialismo europeo es el vivero para el tránsito de la izquierda hacia lo progre. No me resisto a explicar una anécdota: el inefable Lauren Postigo manifestó en televisión que su programa tenía como objetivo "renovar la copla española"; pues bien, a continuación presentó a la gran Estrellita Castro que, con sus primeros ochenta años, aclaró que mi jaca galopa y corta el viento cuando pasa por el Puerto, caminito de Jerez. Será poca renovación, en efecto, pero al menos sabemos concretamente: 1) por ahí va una jaca, 2) que pasa por el Puerto, aunque no nos aclara si es el Puerto de Santa María o Puerto Real, y 3) que se dirige a Jerez. Quiéralo o no el amigo Walter Veltroni, Estrellita era más concreta.

Yendo por lo derecho, o se concreta o se es el pito del sereno; como dejaron escrito y musicado en El rapto del serrallo Bretzner, von Stephanie y Mozart: Wer dieses nicht erkennen den seh' man mit Verachtung an [Quien no sepa reconocerlo, sea mirado con muy poco aprecio]

Leyendo, además, el texto de Veltroni busco desesperadamente el "sentido", la inspiración de largo recorrido para transformar, muy pegado al terreno, las cosas. La conclusión -salvo que yo no haya sabido leer adecuadamente el texto, que no es descartable- es que Veltroni invita a sus amigos, conocidos y saludados a una operación cuyo objetivo es el mayor resultado electoral. Cosa no despreciable, desde luego. Cierto, algo necesario, pero no suficiente si no va acompañado de un "sentido" gradualmente transformador (2).


Notas

(1) Este es el texto: Un´Italia unita, moderna e giusta
(2) Eso es lo que, por ejemplo, un grupo de personas intentamos hacer desde la modestia de nuestros medios. Se trata de la Convenció pel Futur: una caracterización intencionadamente llamativa para "dar que hablar". Aquí está la información: Convenció pel Futur (PDF).



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