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12 de febrero del 2007 |
Crecimiento excluyente (II)
Pierre Salama (*)
I. Los éxitos y sus límites
La década de 1980 se caracterizó por una profunda crisis, una hiperinflación duradera, un aumento de las desigualdades y de la pobreza. Hasta 1998, la década siguiente estuvo marcada por un crecimiento fuerte entrecortado por una crisis importante en 1995, la cuasi contención de la inflación y un aumento considerable de las desigualdades de ingresos (Argentina se "latinoamericaniza"). El periodo transcurrido entre 1998 y el año 2002 se caracteriza, primero, por una recesión de larga duración, y luego, por el estallido de una crisis sin precedentes, el abandono de la convertibilidad, la drástica caída de los ingresos del trabajo y un incremento de las desigualdades (en adelante latinoamericanas), así como por el aumento extremadamente importante de la pobreza (más de la mitad de la población). La marginalización de Argentina viene de lejos. Mientras en 1913 el ingreso per cápita de Argentina correspondía al 65% del de los británicos, en 1945 se sitúa aún en el 60%, para pasar al 39% en 2001. La comparación con el ingreso per cápita de los españoles es aún más ilustrativa: 393% en 1913, 290% en 1945 y 51% en 2001. El ingreso per cápita de los argentinos pasó así del quíntuple del de los españoles a un poco más de la mitad (3). Pero si viene de lejos, alcanzó su punto álgido en 1976 (golpe de Estado) y entre 1998 y 2002. El crecimiento es muy elevado desde 2003, y es, sobre todo, relativamente regular, lo que lo distingue de la elevada volatilidad de la década de 1990 (4). Este fuerte crecimiento tendría que causar un déficit de la balanza comercial tras una leve mejora provocada por la maxidevaluación. Pero no es eso lo que se observa. La balanza comercial permanece ampliamente excedentaria, el saldo positivo se sitúa entre mil y mil quinientos millones de dólares cada mes desde el 2002. En el año 2005 las exportaciones se elevaron a más de 40.000 millones de dólares, con un aumento del 16% en relación al 2004, y las importaciones a un poco más de 27.000 millones de dólares. Se hallan fuertemente concentradas en unos escasos productos, pero a diferencia de México, sus mercados no lo son y se reparten geográficamente de manera relativamente equilibrada. Contrariamente a las ideas preconcecibidas, el auge de las exportaciones apenas se explica por el aumento de los precios de los productos de las materias primas ya que, sobre 16 ramas que incrementan sus exportaciones, solamente dos han podido originarse en precios más favorables; las otras catorce progresan en volúmenes. Contrariamente todavía a las ideas preconcebidas, Argentina no sólo exporta productos primarios; es cierto que se primarizó profundamente durante la época menemista, pero sus exportaciones de productos industriales (ciertamente poco elaborados) progresan con fuerza: 25% en 2005 frente el 10% para los productos de origen agrícola, 16% para los productos primarios y 13% para los combustibles y la energía. Pero es exacto que si durante el periodo 2002-2005 las exportaciones crecen un 56%, sólo un 30% -es decir, menos de un tercio- está compuesta de productos de origen industrial; el resto son productos primarios (agrícolas 35%, primarios stricto sensu 18% y combustibles y energía 16%). El auge de las exportaciones de productos industriales se explica por la fuerte devaluación del peso, con el abandono catastrófico de la convertibilidad, y un mejoramiento de la competitividad, resultando ella misma de una contención salarial y una progresión de la productividad, cuestión sobre la cual volveremos más adelante. El saldo de la balanza en cuenta corriente es positivo a pesar de los importantes pagos de intereses a causa de la deuda (8.896 millones de dólares en 2004 y menos en 2005 a raíz del "tratamiento" -la "quita"- de dicha deuda: 6.280 millones de dólares) y de la repatriación de beneficios y dividendos (1.940 y 2.811 millones respectivamente). El saldo de la balanza en cuenta de capital también es positivo (5) y las reservas aumentan (6). En total la deuda pública baja no sólo en razón de las decisiones concernientes a la "quita", conducentes al impago por el Estado de la deuda contraída (7) -excepto con las instituciones internacionales- y a intercambiarla por diferentes tipos de bonos, algunos de los cuales se volvieron posteriormente muy atractivos, sino también por el pago de intereses del reembolso del bloque principal de la deuda contraída con el FMI. El crecimiento a tasas "asiáticas" debería explicarse por una elevada formación bruta de capital fijo, aproximándose a la observada en Asia. Pero no es lo que se observa. Cierto, la formación bruta de capital fijo progresa fuertemente después del 2002, año particularmente catastrófico, tras permanecer a un nivel relativamente bajo: menos del 22% del PIB, mientras que en las economías asiáticas se sitúa ampliamente por encima del 30%. La inversión aumentó 21 % durante el 2005 en relación al 2004 y esta alza explica un 40% del 9,1% de crecimiento del PIB en el 2005. Sin embargo, a pesar de las ganancias record de ese año, superiores a las obtenidas en los años noventa, las filiales de los grupos extranjeros han reinvertido muy poco (8). El crecimiento del PIB en tasas tan elevadas se explica en parte esencial por la utilización de capacidades de producción ociosas (9), que disminuyen a medida que los riesgos inflacionarios aumentan, salvo que la tasa de formación bruta de capital aumente suficientemente. Entonces ésta progresa pero no tanto como para tornar compatible una fuerte tasa de crecimiento del PIB y un mantenimiento de la tasa de inflación hacia el futuro, a menos que siga aumentando al mismo ritmo. Mientras el 36% de los inversionistas no realizaron inversiones en 2004, no eran más que 24% en 2005. Los que han aumentado sus inversiones en menos del 10%, pasaron de 39% a 33% entre las mismas fechas; a la inversa, los que la aumentaron en más del 10% pasaron de 24% a 43% (Clarín, 26/06/2006). La parte consagrada a la construcción, si bien disminuye ligeramente desde 2002 (68,9%), permanece muy elevada al segundo semestre del 2006 (62%). Las compras al extranjero de bienes de capital aumentan fuertemente en porcentaje del total de las importaciones (16,5% y 23,6% respectivamente) y más en valor absoluto, evidentemente. El crecimiento fuerte, el aumento importante de las tasas de inversión y la utilización más intensiva de las capacidades de producción instaladas, explican el aumento del empleo y, de este modo, la disminución del nivel de pobreza.
Notas
(3) Ver Clarín del 24/05/206. Para un estudio comparativo del declive relativo de América Latina y de manera más pronunciada, de la Argentina, ver Palma G. (2004), "Flying-geese and lame-ducks: regional powers and the different capabilities of Latin América and East Asia to demand-adapt and supply-upgrade their export productive capacity", Oxford University, mimeo, Oxford, publicada en gran parte en la revista Tiers Monde, 2006.
(*) Economista y profesor de la Universidad de París XIII. Contacto: psalama@wanadoo.fr |
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