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La insignia
23 de febrero del 2007


El insignificante laberinto del fauno

Ajuste de cuentas (IV)


Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan
La Insignia. España, febrero del 2007.


"El laberinto del fauno" es una buena película, muy por encima de la media nacional, aunque tengo la impresión de que hay acuerdo en lo que se refiere a su calidad, por no pensar que una serie de estrategias comerciales han influido en la crítica publicada y en la consideración del público, que tampoco sería de extrañar.

El valor, sin embargo, no obsta para que se puedan formular algunas objeciones. No sé si Guillermo del Toro se ha apuntado a la barahúnda de la guerra civil española por convencimiento o por haber intuido que ahí había un buen pastel que reaprtir y había que intentarlo, sabiendo de antemano que casi seguro conseguiría una buena ración. De un tiempoa esta parte son legión las películas y las novelas que tratan de la guerra civil española. Los autores no son los que vivieron la guerra, ni los que sufreron las duras condiciones ideológicas y materiales de la posguerra. Hoy la guerra civil, así como la posguerra y el final del franquismo, lo están escribiendo (en su más amplio sentido) los hijos de los combatientes. Resulta curioso que los historiadores aconsejen al menos cincuenta años de distancia con los ecos que se quieren analizar con el fin de mantener un mínimo de objetividad. En arte, por el contrario, la medida es perjudicial. Ha habido buenas novelas sobre la guerra y sobre el franquismo, al igual que ha habido películas excelentes, escritas o dirigidas por los que sufrieron las consecuencias. Pero el desembarco de la generación que comenzó a vivr cuando el franquismo daba sus últimas bocanadas está dando como resultado un puñado de obras que no sólo no añaden nada, sino que quitan seriedad y rigor a lo que anteriormente se hizo. Dicho en plata, donde antes hubo compromiso cívico y coraje humano e intelectual para desvelar las inmensas falsedades y el horror de un tiempo, hoy encontramos vanos ejercicios de simulacro y vulgaridad artística. Esto es así a pesar del aplauso generalizado de la crítica, o más bien, es así debido a ese aplauso, pues con lo que nos encontramos no es con un análisis, artístico, de lo que entonces ocurrió, sino un intento de justificación de algunas posturas maximalistas de cineastas y escritores, y un descarado intento de quedar ellos mismos enmarcados por la aureola que no lograron tener porque eran aún demasado jóvenes o porque más que la oposición al régimen estaban enfrascados en las oposiciones del régimen.

Un buen ejemplo es "El laberinto..". La trama no pued ser más sencilla. En una tierra inconcreta, aunque se den pistas poara situarla en Galicia, lugar de brujas y seres fantásticos, hay un destacamento militar que debe reprimir a los rebeldes del lugar. En un determinado momento llega una joven embarazada con su hija. La mujer es la reciente esposa del capitán; la hija es de su anterior matrimonio. La niña conoce a un fauno que la pone a prueba para ver si es una princesa. La acción alterna los ataques a los rebeldes y las pruebas que va pasando la princesa. La factura es excelente y la tarabazón de las historias, también. Por no hablar de la frialdad con que muestra la crueldad fascista con los prisioneros.

Pero ahí queda todo. Los militares son franquistas, pero están aislados de la sociedad, al igual que los rebeldes, maquis que no habían depuesto las armas y viven en medio del bosque con la ayuda de una sirvienta de los militares. ¿Hay algún intento de analizar las causas de la situación? ¿de señalar la base social que tanto fascistas como maquis tenían, y que, guste o no, era superior en el caso fascista? ¿Por qué no se dice que en Galicia, con la excepción de unos cuantos, el bando franquista apenas encontró oposición? ¿por qué no se cuenta, aquí o en otras películas y novelas, que la guerra fue un conflicto de clases y de mentalidades? ¿por qué siguen empeñados en falsear quiénes apoyaron a los franquistas y quiénes a los republicanos, y dónde hubo una mayor oposición? ¿dónde hubo un número mayor de muertos o exiliados?

Al fin, lo que la película cuenta es un cuento de hadas preciosista en su oscuridad, donde los malos, los militares, han surgido de la nada -como si hubieran descendido de una nave espacial o hubieran venido de la cuarta dimensión-, y los maquis luchan contra el extranjero invasor que quiere despojarles de su identidad. En medio las fantsías posmodernas de la cría. En resumen, el cuento de los buenos y los malos en versión identitaria. Lástima que no haya aprovechado la oportunidad para hacer una fábula multicultural habiendo incluído al fauno, las hadas y algún que otro ser fantástico más, quizás la raíz de la mandrágora.

La generación del 68 (excúsenme la expresión) elaboró un corpus teórico sobre la izquierda y sus posibilidades de actuación en la sociedad bastate considerable. En España, a pesar de las enormes dificultades, hubo algunos filósofos que echaron su cuarto a espadas, con resultados nada desdeñables. Sus sucesores, pero sólo en el sentido cronológico, no en el intelectual, se han armado de ardor y han decidido que había que derribar semejante edificio, pero como no eran capaces de arrostrar la vergüenza de que les tacharan de antiizquierdistas, han logrado una vuelta de tuerca pasmosa con la ienstimable ayuda de cierta prensa servil. Han sustituido los valores propios de la izquierda, la justicia y la igualdad, por otros como la identidad, la nación y la tradición cultural, que hasta no hace mucho eran defendidos por los conservadores. Con semejante cambio, no es de extrañar que al hablar de un hecho histórico, la guerra civil, salga un cuento de hadas, la historia de una princesa que ha de recuperar su perdida identidad. D. Ramón María del Valle Inclán supo utilizar lo mejor de la tradición sobrenatural y folclórica de Galicia, al tiempo que sorteó los peligros mediante el análisis de las causas sociales y una honestidad intelectual y humana a prueba de cualquier soborno, físico, materal o intelectual.



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