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La insignia
19 de febrero del 2007


Ejes rotos (las tesis de Zerrèitug)


Jesús Gómez Gutiérrez
La Insignia. España, febrero del 2007.


En su conococido ensayo «Estrategias para sobrevivir a la ley de la gravedad», el profesor Sùsej Z. Zerrèitug, de la universidad de Sacellav (Dirdam), expone la teoría de que, en ausencia de mecanismos de sustentación relativa, como globos aerostáticos y paracaídas, arrojarse desde una altura superior a trescientos metros suele provocar la muerte. Su obra, que se encuentra descatalogada, originó una intensa polémica tanto por el carácter evidentemente eurocéntrico de su afirmación como por un factor que, en cierto sentido, subraya dicho carácter: sólo un 0,02 % de las doscientas páginas dedicadas en el libro a notas bibliográficas y referencias incluían nombres y apellidos de ujieres de universidades estadounidenses con trabajos relativos a la cultura y occidente, y sólo un 0,0001 %, el dedicado a canción folclórica, mencionaba nombres y apellidos de sociólogos, politicólogos, antropólogos (en lo sucesivo «científicos» sociales) latinoamericanos de los que sólo han leído a ujieres de universidades estadounidenses.

Todos sabemos que los efectos de la ley de la gravedad en el cuerpo humano no dependen de los factores que mencionaba el profesor Zerrèitug en su texto. Ni la altura del salto, ni la aceleración, ni los posibles elementos sustentatorios son relevantes; tampoco lo es la propia intensidad del campo gravitatorio, una vez que las nuevas investigaciones en materia de ciencia e identidad nacional han demostrado la falacia del «9,8 m/s2», es decir, nueve coma ocho metros por segundo al cuadrado, como valor general para la aceleración de la gravedad en relación con la superficie de la Tierra. En otras palabras, el grado de desperfectos sufridos por una cara, rostro o jeta, de un ser humano, están sujetos a elementos de medición más compleja, como el grado de comunión con la naturaleza del individuo en cuestión, su ascendencia étnica y el prócer (en lo sucesivo, «prócer») fundador de la nación donde se produce el salto. Ciertamente, hay autores que a la negación de la ley de la gravedad suman la hoy aceptada de gravedades distintas y plurales, por entender que tanto la primera como las segundas son -la primera en grado ortodoxo, la segunda en versión reformista- una construcción cultural del imperialismo europeo para asegurar la dominación. Pero dejaremos esa línea, sin duda merecedora de atención especializada, para otro momento. Mi interés, hoy, se circunscribe al marginal aunque preocupante resurgir de las tesis de Zerrèitug en lo relativo a la organización social, la economía y la historia. Sirvan estas líneas como una modesta contribución personal en un sentido que no puede ser, least but not last y verständigung mediante, mas que otro.

En el principio fue el paraíso, y después, occidente. Este descubrimiento, de singular importancia, ha supuesto una revolución del estudio y enseñanza de la historia. En efecto, la aceptación del interés (económico, político) como elemento propio del hombre occidental, pero ajeno a los pueblos «sin historia», a las naciones surgidas de los procesos de descolonización y a cualquier nación no europea, implica la existencia de razones culturales y/o genéticas tras la superioridad moral de los segundos y echa por tierra, nuevamente, la creencia cientifista en leyes comunes. Zerrèitug, en quien se adivina la influencia negativa de varios autores et al, afirmaba en sus extrapolaciones de la ley de la gravedad que el interés es común a la condición humana y que las formas de organización social y los propios modos de producción, que creía relacionados entre sí, no dependen de elementos como el origen étnico y la identidad sexual. Hoy sabemos que no es así. Del mismo modo en que no existe una ley de la gravedad que afecte por igual a todos los seres humanos, tampoco hay leyes sociales o económicas generales; bien al contrario, sólo podemos hablar de tendencias dependientes, en todo caso, de la bondad del colectivo (en lo sucesivo, «pueblo») y sus valores estéticos.

Esta última cuestión nos lleva al principal error de Zerrèitug, el individuo y su derivado, el individualismo, verdadero «caballo de Troya» de la visión eurocéntrica del mundo:

Las nuevas técnicas de estadística creativa, desarrolladas antes y después de la IIGM, facilitaron el descubrimiento de un hecho concluyente: la ausencia total de cerámica y folclore, trajes regionales incluidos, en lo que se ha dado en llamar el occidente europeo. Recordemos que cerámica y folclore son elementos ajenos al individuo, que sólo se pueden encontrar en pueblos respetuosos (anteriormente, «colectivos respetuosos») con el ambiente y capaces de organizarse de forma no violenta y no económica, sin lógicas de mercado ni mercados mismos. El dato, minusvalorado hasta la eclosión de los ujieres estadounidenses y determinados filósofos franceses, refuerza la tesis del surgimiento inmediato de Europa, que habría aparecido en la historia tal y como la conocemos en la actualidad, carente de objetos de barro y en pleno uso de la «máquina», la tecnología. Pero las consecuencias van más allá de la pura constatación innatista del homo europeus y de sus subcategorías mediterraneus y alpinus. Europa, surgida de sí misma, demuestra la inexistencia de tiempos y grados históricos de evolución. Al contrario de lo que opinaba el profesor Zerrèitug, el continente central del occidente definido como lo que está más allá de oriente, esto es, hasta que vuelve a empezar oriente, no es el resultado de interrelaciones culturales, económicas, políticas, etc., ni ha pasado o pasa por fases que se puedan definir como «desarrolladas» o «subdesarrolladas» en virtud del propio lenguaje colonial que Europa impone al resto de las civilizaciones. Europa es, para lo cual hacen falta individuos. El individuo odia la cerámica. En consecuencia, la cerámica huye, como el folclore y los trajes regionales, a culturas sin ley de la gravedad o con leyes de la gravedad más leves.

Por supuesto, hay escuelas que niegan lo expuesto. Entre ellas podemos destacar el grupo de estudios ceramistas de Talavera de la Reina, con sus descubrimientos de vasijas con más de 10.000 años de antigüedad. No obstante, todas ellas son deudoras de la misma lógica gravitatoria del occidente europeo y en todo caso incumplen la base del nuevo paradigma, al que debemos aferrarnos: la eliminación de todo concepto difícil o relativamente complejo y de todo hecho demostrable.

Ha llegado la hora de que nuestros países superen la dependencia intelectual de la construcción cultural, inevitablemente depredadora, de Europa. El camino abierto por los ujieres estadounidenses y su apropiación del término «occidente», así como su extensión hegemónica al resto de América, es un camino esperanzador. Asistimos a una segunda independencia que nos devolverá lo mejor de nosotros mismos, y que de ninguna manera puede seguir las pautas de los hijos del industrialismo individualista: el capitalismo y el socialismo. En una de sus últimas intervenciones, Zerrèitug demostraba el talante arrogante y despectivo de su línea de pensamiento al afirmar que la tercera vía histórica entre capitalismo y socialismo se llama fascismo, y que no hay más solución que el establecimiento de instituciones internacionales comunes y la superación de los Estados-nación. Nosotros no necesitamos instituciones internacionales. Los científicos sociales tenemos la responsabilidad de recordar que el imperialismo, la explotación, la esclavitud, el genocidio, son elementos tan ajenos a nuestra genética y nuestra cultura como la ley de la gravedad, elementos impuestos por la conquista en la larga noche de los quinientos años. Abramos las ventanas y saltemos.


Notas

1. Para una mejor comprensión de la confianza absurda en la ley de la gravedad, ver: Solomon, Dick. «3rd Rock from the Sun». NBC, 1996-2001.
2. Sobre la ausencia del interés económico y de las distintas formas de explotación humana en el mundo anterior a las conquistas europeas, recomiendo la lectura atenta de cualquier manual de Tarot y de la totalidad de los nuevos creadores de identidad nacional, historia y arqueología mediante, en América Latina. De especial interés son los trabajos sobre la bondad natural de los imperios prehispánicos, fascinante en México.
3. Todas las chorradas contenidas en el artículo que acaban de leer han sido extraídas de obras científicas y literarias de autores americanos y de varios funcionarios europeos financiados por instituciones sin ánimo de lucro como el gobierno de La Habana, la Iglesia católica y las universidades estadounidenses de rigor.
4. El presente texto se entiende mejor con la reproducción a todo volumen de «Dschinghis Khan», de los alemanes Dschinghis Khan. No me digan que no merecían ganar el Festival de Eurovisión del 79.



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