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4 de diciembre del 2007

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Sociedad

La soberanía sindical, Di Vittorio y otros asuntos


José Luis López Bulla
Metiendo Bulla / La Insignia. Italia*, diciembre del 2007.


En mi opinión los elementos más representativos del magisterio de Di Vittorio son: la independencia del sindicato, la práctica unitaria, la presencia del sindicalismo en todas las esferas donde se ventilan los intereses de los trabajadores y sus familias, la vinculación del sindicalismo confederal con la libertad en todas las partes del mundo y la adscripción a la casa sindical de sujetos que tradicionalmente no figuraban entre los inscritos a la organización. Me importa recordar que todo ello es un acervo que quiere practicar Comisiones Obreras (CCOO) desde sus primeros orígenes, aunque no me consta que ninguno de nosotros, en aquellos tiempos, conociéramos la obra de Giuseppe Di Vittorio.

Entiendo que esos elementos divittorianos tienen una gran actualidad. Es más, se diría que son parte distintiva del sentido de la acción colectiva del sindicalismo confederal. Por otro lado, vale la pena señalar que nuestro amigo, que vivió el nacimiento y la ruptura de la FSM, estaría contento de la aparición en la escena mundial del nuevo sujeto unitario que es la Central Sindical Internacional. Importa reseñar que el fondo del discurso de Di Vittorio en el Congreso de Viena de la FSM (1951) está presente en los postulados fundantes de la CSI.

1. Vale la pena señalar que, por una serie de razones, cuya explicación desbordaría los márgenes de esta intervención, las relaciones entre el partido y el sindicato, vividas de manera tan intensamente áspera por Di Vittorio, merecen hoy una nueva reflexión, orientada hacia las relaciones entre el sindicalismo y, ahora ya no el partido, sino la política. Sin ir más lejos, ahí está la situación del sindicalismo italiano con la política en torno al protocolo del welfare y su discusión en el Parlamento.

Partiendo de la independencia del sindicato -la independencia en nuestra sintaxis española equivale fielmente a lo que vosotros llamáis autonomía- me parece que tiene interés esta reflexión: de qué manera el sindicalismo comparte diversamente con las fuerzas políticas un paradigma que establezca prioridades, vínculos y compatibilidades con la política para abordar los grandes retos de civilización.

2. La segunda cuestión que podría reproponer la obra de Di Vittorio es la (siempre complicada cosa de la) unidad sindical orgánica. También Di Vittorio vivió el sindicato unitario italiano; hoy, en Europa, la existencia de la CES y la CSI en el mundo reducen parcialmente, en teoría -sólo en teoría- una serie de elementos de imposibilidad de la unidad sindical orgánica. Francamente, desde mi condición de sindicalista emérito no acabo de ver las razones que la imposibilitan. De hecho las interferencias externas y los planteamientos `ideológicos´ que antaño dificultaban la unidad sindical han desaparecido por completo, aunque ciertamente permanecen diferencias (algunas no irrelevantes) sobre las prácticas contractuales. Pero éstas diferencias tienen, digámoslo así, una naturaleza `laica´.

3. Por lo demás, el carácter inclusivo de la afiliación sindical en Di Vittorio (todas las categorías del conjunto asalariado en activo y en pasivo, los jubilados y los desocupados) pueden y deben tener abiertas las puertas de la casa sindical, nos vuelve a llamar la atención sobre de qué modo, en las circunstancias actuales, se amplía en la práctica el carácter inclusivo del sindicalismo confederal en Italia, España y en toda Europa.

La gran pregunta sobre la que tenemos necesidad de avanzar en su (no fácil) respuesta es: ¿la actual forma-sindicato es la más adecuada para avanzar más en la inclusividad sindical? Obviamente me refiero al precariado y a los jóvenes en general; por supuesto, también a los inmigrantes. Ahora bien, también estoy pensando en cómo debería ampliarse los índices de afiliación, especialmente en aquellos países (también en nuestro caso, español y catalán) donde el número de inscritos es muy insatisfactorio.

4. Me permito introducir un elemento sobre el que últimamente estoy trabajando. Es lo que llamo metafóricamente la `soberanía´ sindical. Me explico: en las constituciones democráticas de los Estados nacionales se formula que la soberanía reside en el pueblo; de dicha soberanía surge la voluntad popular que gestiona el Parlamento. Mi pregunta es: ¿dónde radica la `soberanía´ de las decisiones que toman los órganos de dirección sindicales?

Estos interrogantes me vienen de hace ya un cierto tiempo. Ahora me interesan más porque el reciente referéndum sindical sobre el protocolo welfare ha representado, en mi opinión, un acto de `soberanía´ sindical implícita. Como, de igual manera, lo fue la anterior consulta y aquellos referendos en algunos de vuestros convenios colectivos nacionales.

Quede claro que no estoy impugnando las actuales formas de comportamiento decisional del sindicalismo español e italiano y, por extensión, europeo. Lo que trato de decir es que creo pertinente saber dónde está la fuente de legitimación de las decisiones de nuestra casa general. Decir que somos un sindicato-de-los-trabajadores es una definición descriptiva, y diría algo más: es sólo la dirección del sindicato quien otorga ese Estatuto concedido. No es, por tanto, normativa, porque en ningún lugar se ha reglado de dónde parte la fuente legitimante. Y más todavía, en ningún lugar aparecen definidos los límites de lo que es decidible en los órganos dirigentes a cualquier nivel. Cuestión de no poco interés porque, de esa manera, se determinaría quién y cómo tiene derecho a pronunciar la última palabra sobre una seria de cuestiones controvertidas.

Aclaro que no estoy planteando que exista una inflación refrendataria, simplemente el abordaje de una laguna que tenemos desde tiempos inmemoriales. Algo que no aparece en la república-sindicato. Por último, en mi opinión, definir los límites de hasta dónde -y de qué manera- pueden decidir los grupos dirigentes no es desconfianza alguna, ni pérdida de autoridad de éstos: es, simplemente, transparencia democrática.

En palabras pobres, la `soberanía´ sindical vendría a remover las prácticas tradicionales que, con el tiempo, se han estancado, dándole al sujeto social mayor densidad democrática.


Punto final: De todas las enseñanzas de Di Vittorio (que, hoy por hoy, sigue teniendo plena vigencia) hay una que, por lo general, no hemos seguido de manera conveniente. Me refiero a la autoexigencia: al reexamen de lo que hacemos; hemos preferido la picaresca de buscar siempre en "los otros" la plena responsabilidad de nuestros propios errores y limitaciones, el no buscar qué hemos hecho y qué nos ha faltado por hacer. Su contundente respuesta a las excusas de los dirigentes sindicales, cuando la derrota en Fiat (1956) fue una gran enseñanza: aunque sólo tuviéramos el cinco por ciento de responsabilidad, esto sería nuestro cien por cien. Esta propedéutica casi casi se quedó en el maestro de Cerignola. Nuestra técnica continúa, por lo general, buscando los tres pies al gato de los que no somos nosotros, nosotros mismos. Rectificarla nos haría aproximadamente más sabios.

(*) Continuación en Nápoles del Seminario sobre Giuseppe Di Vittorio de Barcelona (9 de noviembre del 2007), en el cincuentenario de la muerte del sindicalista italiano.