26 de diciembre del 2007
El neoliberalismo postula que la desregulación del mercado es la clave para que aumente el crecimiento económico; que acabará beneficiando a todos, ya que el goteo de la riqueza, apropiada por la empresa privada, llegará también a los pobres. Esta noción animó la economía durante la administración de Ronald Reagan en Estados Unidos, la de Margaret Tatcher en Inglaterra, la de Salinas de Gortari en México y la de Carlos Menem en Argentina, con las desastrosas consecuencias que todos conocemos.
Para lograr esto, los neoliberales latinoamericanos proponen y, si se los deja, proceden a:
1. Eximir a las empresas privadas de control estatal sobre sus actividades, lo cual implica dejarlas en libertad para perpetrar despidos injustificados, reprimir sindicatos y otras formas de organización laboral, reducir salarios y abolir derechos.
2. Eliminar los controles de precios y promover desde lo privado, pero valiéndose de la sanción legal del Estado, la inversión transnacional por medio de los TLC, pues ésta viene a salvar las fortunas oligárquicas locales, absorbiendo sus empresas, incapaces de competir con los consorcios transnacionales, de los cuales las oligarquías buscan con desesperación volverse socias minoritarias. El resultado es la paralización y quiebra de la pequeña y mediana empresa local, la desnacionalización de la economía y la prolongación del poder oligárquico.
3. Reducir el gasto público en servicios sociales como la educación y la salud, la infraestructura vial, el suministro de luz y agua, los seguros, jubilaciones y bancos, con el objetivo de "salvarlos" mediante la privatización para que queden en manos oligárquicas, las cuales a la vez promueven subsidios gubernamentales y exoneraciones fiscales para sus nuevas empresas privadas. La concentración de capital que resulta de estas medidas le permite a los oligarcas elevar los precios de los servicios que una vez fueran públicos, sin mejorar su calidad. Así, los oligopolios en expansión siguen perpetrando prácticas monopolistas en contra de los empresarios grandes, medianos y pequeños.
4. Reformar las constituciones para legalizar el proceso de reducción del Estado a una mera oficina gerencial, encargada sólo de hacer cumplir la ley que avala todas las medidas descritas, y para privatizar la esfera pública. Todas las reformas constitucionales provenientes del neoliberalismo pretenden eso: legalizar las medidas descritas.
5. Eliminar el concepto de bien público, sustituyéndolo por el de responsabilidad individual, en nombre de una noción de libertad personal reducida a la compra de una mercancía u otra. Se trata de una libertad de consumidor disciplinado, de un "libre" albedrío en el que la conciencia crítica no participa en la toma de decisiones, ya que ha sido moldeada por las "sugerencias" del mercadeo y la publicidad. El neoliberalismo hace de esta profesión de "libertad" una filosofía y una ética. Pero se trata sólo de una ideología oligárquico-empresarialista que navega con demagógica bandera democrática, liberal o libertaria.
6. Definir como sociedad libre a cualquier régimen que, al privatizar los servicios públicos, deje a las mayorías sin educación y servicios sanitarios universales, fomentando así el desempleo, la pobreza, la ignorancia y la violencia.
Los beneficiarios de estas medidas reaccionarias y conservadoras son los grupos oligárquicos. Por eso constituyen el principal obstáculo para la libertad de empresa y de mercado.
Mayagüez (Puerto Rico), 22 de diciembre del 2007.