Portada de La Insignia

16 de diciembre del 2007

enviar imprimir Navegación

 

 

Cultura

Exploradores del abismo (II)


Javier Avilés
La Insignia. España, diciembre del 2007.

 

Demostración, por reducción al absurdo
de la existencia de Enrique Vila-Matas. 1ª parte.

1. Jueves, 4/X/2007

El día de la inauguración del Festival de Sitges llovió copiosamente. La tormenta, acompañada de un fuerte aparato eléctrico colapsó, otra vez más, el servicio de cercanías de Renfe; pero esa es otra historia. Lo que importante es lo que todos sabemos desde H. G. Wells (¿o es desde Steven Spielberg?): que los marcianos desembarcan en la Tierra transportados en los rayos. Ese mismo día recibo un mensaje de un tal Mateo Monasterio pidiéndome ponerse en contacto con Arturo Belano, a quien al parecer él cree que yo conozco, para pedirle explicaciones sobre el uso de su nombre y apellido en un relato. Mis peores presentimientos se van materializando.

2.-Viernes 5/X/2007

Busco en los textos de Roberto Bolaño alguna referencia al personaje de Mateo Monasterio sin ningún éxito. Por casualidad me reencuentro con un relato que había olvidado de Bolaño perteneciente a Llamadas telefónicas, cuyo título es Enrique Martín y que está dedicado a Enrique Vila-Matas. Lo leo. En él, Belano narra como en sus primeros años en Barcelona conoció a Enrique Martín y la extraña relación que mantuvieron a lo largo de los años. Extraña porque el personaje de Enrique Martín (y recordemos que es un relato dedicado a Vila-Matas, con quien comparte el personaje nombre) es extraño. Martín es un poeta cuyos versos recuerdan a los de otros poetas y que se ve envuelto en una turbia historia conspiratoria. Lo que ahora interesa es que en algún momento Enrique Martín colabora con una revista que trataba sobre "lo desconocido":

Se llamaba Preguntas y respuestas y creo que aún se vende. Pregunté, preguntamos, en qué consistía exactamente lo que ellos hacían. Enrique (su compañera casi no habló durante la última cena) nos lo explicó: iban, los fines de semana, a lugares donde se producían avistamientos (de platillos volantes), entrevistaban a las personas que los habían visto, examinaban la zona, buscaban cuevas (esa noche Enrique afirmó que muchas montañas de Cataluña y del resto de España estaban huecas), pasaban la noche en vela metidos en sacos de dormir y con la cámara fotográfica al lado, a veces iban ellos dos solos, las más iban en grupo, cuatro, seis personas, noches agradables al aire libre, cuando todo concluía preparaban un informe y parte de él (¿a quién le mandaban el informe completo?) lo publicaban, junto con las fotos, en Preguntas y respuestas.

Intenté relacionar el relato de Bolaño y al personaje de Enrique Martín con el curioso relato incluido en Exploradores del abismo, "Amé a Bo", escrito por Vila-Matas, en la que se narra un largo viaje interplanetario y el encuentro con una cultura extraterrestre. Eso sí, a lo Swift.

Por la tarde un compañero de trabajo, X., me muestra una fotografía realizada unas horas antes. Tomada en la carretera entre Vilanova i La Geltrú y Vilafranca del Penedes, a pocos kilómetros de Sitges, X. intentaba capturar la forma de la nube cuando una extraña forma surcó el cielo como una exhalación:

Pienso que debería resolver el mensaje cifrado que se encuentra en el relato de Bolaño:

3860 + 429777-469993? + 51179-
588904 + 966 - 39146 + 498207856

3. Noche del viernes al sábado

Compruebo personalmente en Sitges que los marcianos se encuentran entre nosotros. Algunos parece que todavía no se han acostumbrado a nuestra gravedad y chocan aparatosamente contra las vallas que delimitan la cola de entrada al auditorio. Le comento a j. los acontecimientos del día: el relato de Bolaño, la dedicatoria a Vila-Matas, Preguntas y respuestas, la foto del ovni.... Discutimos sobre algunos aspectos curiosos de los relatos de Exploradores del abismo, sobre todo la recurrencia en ellos de los personajes de Maurice Forest-Meyer y Delia Dumarchey. Concluimos que debe haber un plan oculto en ello.

Regreso a casa escudriñando el cielo.

Nada.


Demostración, por reducción al absurdo
de la existencia de Enrique Vila-Matas. 2ª parte.

Durante los días siguientes no dejo de darle vueltas a los acontecimientos descritos en la primera parte de esta demostración. Quizás lo que me preocupe es que todo lo descrito sea rigurosamente cierto y que la lectura del libro de relatos tenga como consecuencia que todo alrededor sea un tanto vilamatiano. Como la "realidad" tiende a provocarme un sarpullido sicosomático, durante el fin de semana me enclaustro y medito sobre la posible solución al enigma que plantea Vila-Matas en Exploradores del abismo.

En primer lugar el funambulista y su esposa. Resulta curioso que el nombre del personaje sea silábicamente similar al de Enrique Vila-Matas: Maurice Forest-Meyer. También lo es que su pareja, Delia Dumarchey comparta atributos con Wotan-Odín: Camina ayudada de un bastón debido a su cojera y tiene un ojo de cristal ("de mirada siempre única y turbadora") Odín camina apoyándose en Gugnir, la lanza infalible que hacía que quien fuera señalado por ella perteneciese a Odín, y cuando quiso beber del pozo de Mimir debió sacrificar su ojo a cambio de sabiduría. En el pozo vio los sufrimientos y los problemas de los hombres y la inexorabilidad de todo ello.

Resumo de alguna manera los relatos en los que aparecen directa o indirectamente estos personajes:

Niño: El hijo del narrador se enrola en la trouppe de Forest-Meyer para fotografiar el vacío.

Así son los autistas: Está narrado por el hermano autista de Forest-Meyer, Luc.

Materia Oscura: (Lo dejaremos para el final).

Fuera de aquí: Narrado por el nieto de Forest-Meyer según el relato oral que su abuelo le contaba. Maurice Forest-Meyer conoció el relato en 1914. Lo cual introduce una aparente paradoja temporal ya que Maurice Forest-Meyer ejerce de funambulista en nuestro tiempo. En este relato se realiza una pregunta fundamental: "¿Por qué hay algo en lugar de nada?"

El día señalado: Se relata una historia que le sucede a Isabelle Dumarchey, hija de Delia y que aparece fugazmente en La gloria solitaria.

Amé a Bo: Se menciona de pasada que en Nueva York asesinaron a Billy Forest-Meyer.

Porque ella no lo pidió: Maurice Forest-Meyer es uno de los artistas a los que Sophie Calle propone su plan.

La gloria solitaria: Donde Forest-Meyer compra una roulotte negra, idéntica a la de Raymond Roussel, de donde, en Delft, el narrador ve descender a Delia y su hija.

He dejado Materia oscura para el final porque es fundamental para demostrar mi teoría. En él aparece un funambulista a través de un documental de televisión pero en esta ocasión no es mencionado por su nombre. Por lo que se puede entrever se trata de Philippe Petit, quien el 7 de agosto de 1974 atravesó el espacio que separaba los tejados de las Torres Gemelas. El 11 de septiembre de 2006 la portada de The New Yorker mostraba a Petit atravesando el espacio entre la ausencia de las torres: ¿se puede imaginar mayor vacío por explorar que el que ya no existe? El vacío que delimitaban las grandes torres del World Trade Center sigue estando allí, sólo que ahora es imposible asomarse a él. Estoy seguro que Vila-Matas conocía la historia y le impresionó la portada que muestra a Petit sobre un fondo blanco. Sin embargo, en el relato quien cruza entre las dos torres gemelas lo hace en 1994. La sombra de Petit es, en el texto de Vila-Matas, Maurice Forest-Meyer.

Ese vacío que cruzó Petit y que todavía existe es como la materia oscura descrita en el relato del mismo título: Indetectable. Y la sombra que Albert cree ver en la fotografía de la materia oscura es tanto la sombra de Dios como la silueta que se balancea entre las dos torres una mañana de agosto.

En un relato anterior a Materia oscura, La gota gorda, se explican los esfuerzos que el narrador (¿Vila-Matas, Dios?) debe realizar, sudando la gota gorda, para construir un relato "carveriano" protagonizado por personas normales con "apego a la existencia normal", pero acaba dando un giro a su postura y acaba, según él, narrando sobre "seres corrientes y vulgares, es decir de individuos amostazados, apopléticos y analfabetos". En este tono quizás un tanto altivo (¿nos habla desde alturas divinas?) se refiere a un relato que ya está escrito, precisamente Materia oscura. Hay que tener en cuenta que los relatos de Exploradores del abismo se presentan ordenados cronológicamente de manera inversa. El prólogo es el epílogo: Como bien sabemos no hay lógica en el orden temporal.

Si consideramos la importancia de esta inversión del orden de escritura, deberemos incluir en esa línea temporal la elección de la portada del libro, la última tarea pero que resulta ser la primera impresión que recibe el lector.

Un año y medio antes de la acrobacia de Philippe Petit, André Kertész tomó la fotografía anterior [Martinica, 1-1-1972], la cual, por obra y gracia del texto de Vila-Matas se convierte en la primera prueba palpable e irrefutable de la existencia de Dios:

"Yo era el vecino del piso contiguo al de Lidia y Albert, y estaba sentado justo en el umbral de mi terraza, desde donde no lo veía pero lo oía perfectamente. No tenía nada mejor que hacer porque era domingo, mi día de descanso" -Materia oscura-

Dios es la sombra tras el cristal esmerilado, es la sombra que se adivina en la fotografía de la materia oscura, es el narrador de este relato, es, en esta confusión a la que nos arrastra el autor, el propio Vila-Matas. Vila-Matas en Martinica. Vila-Matas cruzando el vacío entre las Torres Gemelas. Vila-Matas omnisciente, narrando sobre seres vulgares. Ergo, Vila-Matas es...

Fin.

¿Fin?

Días después de publicar esta historia en El lamento de Portnoy, recibo un comentario de Vila-Matas:

Sólo dos precisiones:
Fuera de aquí: Una primera precisión: No hay paradoja temporal. El narrador es el funambulista Maurice Forest-Meyer. Lo que pasa es que su abuelo se llamaba Maurice como él.
El día señalado: Se relata una historia que le sucede a Isabelle Dumarchey, hermana de Delia (...)

Un abrazo grande y muchas gracias porque ya sé algo más sobre mi. Empiezo a aterrarme.

Enrique Vila-Matas.