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19 de abril del 2007 |
Desafíos del sector energético
Alberto Acosta
El Ecuador requiere repensar íntegramente su sector energético. No hay forma de seguir manejándolo sin planificación estratégica y en compartimentos estancos. El petróleo y sus derivados, la electricidad, la leña y todas las otras energías renovables merecen un tratamiento integrador y profundamente renovador. Además, hace falta una adecuada política que aliente el uso eficiente de la energía disponible.
El petróleo es un recurso no renovable. Tiene sus años contados. Dependiendo de la tasa de extracción y de las tecnologías que se utilicen, las reservas de crudo en Ecuador podrían tener un horizonte que bordee el cuarto de siglo. Reconociendo estos límites claramente previsibles, el Ecuador no puede adoptar una estrategia sustentada en extraer la mayor cantidad de crudo en el corto plazo, menos aún entregando el grueso del petróleo y de su renta a empresas extranjeras. Se ha comprobado que producir más en las actuales condiciones no representa mayores beneficios para la sociedad. Hay que prevenir con tiempo para que el Ecuador no se vuelva un país importador de petróleo cuando los precios estén en niveles aún más altos. Estos plazos invitan a la reflexión oportuna. Tenemos que preparar las condiciones para una transición no traumática hacia una economía postpetrolera, que no representa, digámoslo con claridad, abrir la puerta a otras formas de explotación extractivista, como podría ser la minería en forma descontrolada. La tarea, entonces, no es simplemente ampliar la producción de petróleo, sino optimizar su extracción sin ocasionar más destrozos ambientales y sociales, particularmente en la Amazonía. Hay que procurar obtener el mayor beneficio posible para el país en cada barril extraído, refinado, transportado y comercializado, antes que maximizar el volumen de extracción, pero hay que hacerlo respetando la naturaleza y a las comunidades. A 40 años del hallazgo de crudo Oriente en el pozo Lago Agrio Nº 1 (22.3.1967), Ecuador mantiene una elevada dependencia de los ingresos petroleros. En este lapso, el Ecuador ha percibido los mayores ingresos por concepto de exportaciones de un sólo producto en su historia republicana: más 80 mil millones de dólares generados por la extracción de crudo Oriente (más de 4.000 millones de barriles) a lo que habría que añadir los ingresos fiscales por la venta de derivados en el mercado interno. Estos recursos no han sido, lamentablemente, una palanca para avanzar en el camino de un desarrollo equilibrado, dinámico y autosostenido; por el contrario, ha aumentado el endeudamiento externo, el empobrecimiento, la desigualdad, así como la destrucción ambiental y cultural. El subsector eléctrico exige respuestas por igual profundas. No es posible que se mantenga un esquema perverso de descapitalizaciones programadas. Tampoco es tolerable el robo de electricidad propiciado muchas veces por grandes consumidores. Es inaguantable que muchas empresas eléctricas, corrompidas por la politiquería y los negociados, desangren continuamente al subsector. Igualmente no es deseable que vía contratos de suministro de electricidad grupos poderosos se beneficien de una electricidad barata, mientras el grueso de la población debe comprar electricidad cara, incluso proveniente del exterior, en condiciones no equitativas para el país. Tampoco se puede seguir ampliando el suministro de electricidad con plantas térmicas, cuyos costos crecen cada vez más de la mano de los altos precios del petróleo y cuyo impacto ambiental es muchas veces devastador. Es urgente, entonces, repensar íntegramente la actividad energética. La tarea, en el subsector eléctrico, pasa por sanearlo de sus taras, empezando por las aberrantes tarifas de electricidad, al tiempo que se arranca con la construcción de una nueva y más vigorosa infraestructura hidroeléctrica, sin descuidar el desarrollo descentralizado de pequeñas y medianas centrales para la generación de hidroelectricidad. Y hemos empezado a hacer realidad estos proyectos. Ofrecimos apenas empezamos el gobierno que antes del 12 de abril del presente año, como parte de la celebración de los 450 años de la fundación española de la ciudad de Cuenca, que firmaríamos el contrato de concesión de Sopladora, lo hemos cumplido. Sopladora, con sus 400MW, es una manifestación de este esfuerzo de construcción de una patria diferente, digna, productiva y solidaria. La construcción de Sopladora está en manos de Hidropaute, que a su vez construye Mazar, que con sus 160 MW constituye en la actualidad el proyecto más grande en construcción. Luego vendrán otros proyectos: Minas-Jubones, Chespi, Ocaña… pero sobre todo Coca Codo Sinclair con 1.500 MW. Un país con el potencial de energías renovables como el Ecuador tiene que cambiar en forma drástica su visión energética. La tarea pasa por definir también planes adecuados de aprovechamiento de la energía solar, eólica, geotérmica, de la biomasa e incluso mareomotriz. En las Islas Galápagos, para citar como ejemplo un caso, el gobierno desarrollará el programa "cero combustibles fósiles", que presentaremos el próximo martes 24 de abril, como un proceso que permita en pocos años erradicar las energías depredadoras en el archipiélago manteniendo su frágil y única biodiversidad en estrecha armonía con las demandas de su población. De esta experiencia extraeremos los conocimientos más adecuados para aplicarlos en el continente. Entonces, los desafíos que enfrenta el gobierno para reorientar el sistema energético hacia un sendero de desarrollo sostenible, siendo enormes, se articulan alrededor de cinco consideraciones fundamentales:
-En primer lugar, es la viabilidad misma del sistema la que esta en juego. El reto que se presenta consiste en construir una estrategia energética alternativa, articulada alrededor de nuevas relaciones entre todos los subsectores energéticos y sobre todo bajo la perspectiva de preparar las condiciones para una transición no traumática hacia una economía post-petrolera, así como para contribuir en la lucha de la humanidad contra el calentamiento global. Ese es el reto. Aprovechar nuestras capacidades energéticas y sobre todo humanas. Apostar por esta estrategia representa una forma concreta de decir sí al cambio, sí a la equidad, sí a la democracia, sí a la libertad, sí al desarrollo. Por eso les invito a que el próximo domingo 15 de abril votemos sí, a fondo, para consolidar nuestra patria, una patria altiva y soberana. Discurso de Alberto Acosta, ministro de Energía y Minas, con motivo de la firma del contrato de concesión de Sopladora. Cuenca (Ecuador), 9 de abril del 2007. |
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