Miguel de Loyola: Don Casmurro

Don Casmurro (Benito Santiago), protagonista y narrador de la novela, nos cuenta la historia de su vida al estilo de los novelistas europeos de su época, donde el narrador apela directamente a la conciencia del lector. Casi la mayoría de los breves capítulos que conforman la historia, se abren con referencias tales como: "Ahora que he explicado el título, paso a escribir el libro." "Menee la cabeza lector; haga todos los gestos de incredulidad; llegue a tirar el libro, si el tedio no lo ha obligado antes, que todo es posible." "Pues seamos felices de una vez, antes que el lector se hunda en sí mismo." "Imagina (lector) un reloj que sólo tuviese péndulo, manillas, de forma que no se viesen las horas escritas.", etc.

Esta particularidad de las obras de Assis, naturalmente, no es del agrado del lector actual, pero ayuda a comprender cómo se fue asentando el género novelesco hasta nuestros días, al punto de llegar a prescindir absolutamente de apelaciones tendientes a reafirmarlo ante los ojos del lector.

Con todo, la novela avanza así con una morosidad por momentos exasperante, creando una expectación creciente por saber que va a ocurrir en el capítulo siguiente. Destaca en la narración el uso mesurado del lenguaje, la precisión de los vocablos, la frase corta, y la capacidad de sintetizar en breves párrafos lo que otros no consiguen hoy en muchas páginas.

La historia de Benito Santiago, a pesar de lo recurrente que resulta el tema, está cargada con un frescura original capaz de seducir hasta el final, gracias a la pericia del narrador para hacer atractiva la relación amorosa, poniendo énfasis en la personalidad de la joven. Así, Capitolina primero amiga, luego novia y finalmente esposa de Benito Santiago, cautiva como las grandes heroínas de la novela rusa (Ana Karenina), francesa (Madame Bovary), Margarita Gautier en (La dama de las camelias), portuguesa (El primo Basilio), ya por su belleza o por su misteriosa personalidad. El deseo de saber más acerca de ella, queda flotando en la conciencia lectora.

La infidelidad de la mujer, es un motivo que ha cautivado a escritores de todas las épocas, pero especialmente a los del siglo XIX, donde surgen, como sabemos, las novelas más importantes que recrean el tema. Y acaso las que, andando el tiempo, consiguen hacer justicia respecto a la discriminación machista en torno al problema. Ayer se consideraba imperdonable la infidelidad de la mujer, pero no así la del hombre. Hoy, sabemos, cuando se condena, se hace en los mismos términos para ambas partes.

Machado de Assis recrea el tema con la maestría de los grandes novelistas, guardándose la última carta para el final. De paso, el lector toma conocimiento de la apacible vida de los brasileños acomodados de la época (1857-1900)., paseando por sus costumbres, sueños, quehaceres, religión, moral, etc. El hogar del protagonista, constituido por doña María de la Gloria Fernandes Santiago, viuda, pero acompañada por su hermano viudo Cosme de profesión abogado, la prima Justina, soltera, y el agregado José Tobías, personaje singular que en parte nos recuerda los bufones de las grandes casas de los terratenientes rusos. Una familia acomodada de Río de Janeiro que vive en la calle Macavallos sin inconvenientes materiales de ningún tipo. Benito Santiago, el protagonista, apodado Benitín por sus parientes y cercanos, es la guinda de la torta de la familia, y de quien se espera, debido a una promesa hecha por su madre, verlo convertido en sacerdote. Promesa que no se cumple y Benito Santiago abandona el Seminario y se recibe de abogado y se casa con Capitu, su vecina y amada de toda la vida.

Los clásicos, sin duda, son novelas imprescindibles para los amantes de la literatura.