Mario Roberto Morales: Guatemala: Función de las lógicas culturales

La "lógica cultural" de una sociedad es la manera como ésta construye sus sentidos; es decir, el modo particular en que articula los significados y símbolos que aseguran ideológicamente su reproducción y desarrollo como sociedad cohesionada alrededor de valores compartidos. A los mecanismos por medio de los que los significados producidos logran esto, se les llama "funciones sociales de la cultura", y están encargadas de dotar de cohesión, sentido de legitimidad y de identidad al grupo social que las produce. Así, los medios masivos responden a una lógica cultural. Las artesanías, a otra. El hecho de que la lógica cultural de éstas sea absorbida por la de aquéllos, ilustra las relaciones asimétricas que fungen entre las lógicas culturales de unos grupos económicos y otros. En otro plano, ilustra también esta misma asimetría en las relaciones entre el primero y el tercer mundos, pues es la lógica cultural del mercado la que rige ya las lógicas culturales cuyo eje reproductor no era la ética del lucro; por ejemplo, las lógicas culturales de la política, la educación, las religiones, la caridad y la beneficencia (que son ya deducibles de impuestos).

El asunto se complica cuando tenemos un espacio nacional en el que diferentes lógicas culturales se articulan de diferentes maneras, que pueden ser conflictivas y/o armónicas, y por esto mismo generan nuevas lógicas (inter)culturales que a veces se articulan de maneras inéditas con sus elementos originarios, transformándolos. Esta complejidad de la interrelación de diferentes lógicas culturales en un mismo espacio nacional, produce en los individuos que la practican una "disglosia (o heteroglosia) cultural", que no es sino la capacidad de transitar sin preámbulos de un código de sentido a otro, de una lógica cultural a otra, no sólo en los idiomas sino también en las mentalidades y las costumbres. Al fenómeno general se le puede llamar "mestizaje cultural", en el entendido de que no se trata nunca de fusiones culturales "felices", como lo anuncia la demagógica noción del melting pot o crisol de culturas, que forma parte de cierta devaluada retórica estadounidense y de la demagogia oligárquica latinoamericana.

El sujeto culturalmente disglósico no posee un mestizaje uniforme tampoco. La particular manera como se articulan en él las diferencias culturales que lo componen, depende de su clase social, de su etnicidad, de su sexo, de su nivel educativo y de tantos otros factores que componen su específica individualidad en sociedad. Esto hace imposible hablar de un solo mestizaje y de una sola cultura mestiza en países como Guatemala, en donde conviven varias lógicas culturales articulándose entre sí, y también con la lógica cultural del capitalismo actual, que es la lógica de la globalización en clave neoliberal, por medio de la que el primer mundo establece con el tercero unas relaciones asimétricas que permiten a sus medios masivos saturar nuestros imaginarios cohesivos con elementos audiovisuales e identidades consumistas.

Las lógicas culturales pueden oponerse en un espacio y momento dados, porque tienen que ver con cohesionar, legitimar e identificar a un grupo social frente a otros. Ciertas lógicas culturales enfrentadas por la magnificación de sus diferencias pueden llevar a la guerra, como es el caso de la interculturalidad en Palestina o Ruanda. Pero si se enfrentan en aquello que las articula, pueden llevar a la negociación (escabrosa o no), como ocurre con la interculturalidad ciudadana española y canadiense. La instrumentalización interesada de algunos elementos de ciertas lógicas culturales que esencializan las diferencias, produce la violenta confrontación multiculturalista de lo que conocemos como etnocentrismos, etnonacionalismos y etnoesencialismos, cuyos adeptos suelen echar mano de la victimización para satanizar a sus contrapartes, asegurando así la perenne reproducción de un sentido de cohesión, legitimidad e identidad de "pueblos escogidos" para la dominación eterna.