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La insignia
4 de noviembre del 2006


Decálogo para escribir la factura política

La crítica de la izquierda


Mario Roberto Morales
La Insignia. Guatemala, noviembre del 2006.


Uno

La crítica de la izquierda forma parte del libre ejercicio del criterio por parte de cualquier ciudadano, sobre lo actuado por esta fuerza política.

Dos

La crítica de la izquierda equivale a destapar los sepulcros blanqueados del "heroísmo", el "ejemplo" y el "sacrificio" de algunos de sus dirigentes; es decir, equivale a airear la práctica política sectaria, cerrada sobre sí misma y aislada de la colectividad.

Tres

La crítica de la izquierda equivale a articular, a partir de una evaluación transparente de lo actuado, formas de lucha política que encarnen los principios remitidos al bienestar de las mayorías, a las cuales la izquierda defraudó con sus prácticas de derecha.

Cuatro

Equivale al esfuerzo por no quedarnos atrás, sumidos en posiciones conservadoras, aferrándonos a dogmas autoritarios por cuya práctica los desenlaces históricos actuales no acaban de ser digeridos ni por las cúpulas verticalistas ni por las bases dogmatizadas.

Cinco

Equivale a asumir el reto que la historia y la dialéctica han puesto delante de la humanidad, intentando crear formas inéditas de hacer política hacia una sociedad ecuménica que acelere la tendencia que apunta a conservar lo mejor de los viejos sistemas en pugna: el capitalismo y el socialismo.

Seis

Equivale a romper con la estrechez opresiva de las mentalidades sectarias para ejercitar la tolerancia crítica, la discusión franca y el horizontalismo político, hacia la convivencia pacífica y la lucha democrática por las hegemonías (y no por las dominaciones).

Siete

Equivale a romper con el maquiavelismo oculto detrás de argumentos como los que justifican las anomalías más flagrantes por el "sublime fin del socialismo", y el silencio sobre las mismas "para no hacerle el juego al enemigo"; ruptura que a su vez equivale a ejercer la crítica permanente en aras de acercarnos lo más posible a la siempre vigente utopía del bienestar colectivo.

Ocho

Equivale a recobrar la dicha de ejercer plenamente nuestros sentimientos, sin que con el pretexto de las "prioridades históricas" disfracemos nuestra incapacidad de entrega a los seres queridos y nuestra mutilación emocional, exacerbadas por un sentido necrófilo del sacrificio y por una necesidad de aceptación paterna que nos induce machistamente a la violencia.

Nueve

Equivale a dotar a la lucha política con la legitimidad humana de los sentimientos, para dar a los principios éticos la fuerza espiritual que su puesta en práctica exige.

Diez

Equivale a sacrificar el sufrimiento y a no enarbolar nunca la actividad política como pretexto para no trabajar sobre nosotros mismos y luchar por el cambio que sí está en nuestras manos realizar: el propio cambio personal, la mutación hacia un hombre nuevo despojado de las taras de su enemigo: libre de dogmatismos y dispuesto a luchar con su propia felicidad por la felicidad de los demás.

La crítica de la izquierda equivale a mucho más que a la infantil proclama derechista sobre que "Occidente ganó la guerra fría" y que "el capitalismo le ganó la partida al socialismo" (como si se tratara de un campeonato de fútbol). La crítica de la izquierda es el punto de partida para una práctica política descongestionada, democrática y no monopolizada por sospechosos "especialistas" deshumanizados y fríos que se quedarían sin trabajo si no hubiese violaciones a los derechos humanos ni masas manipuladas en el mundo. En una palabra, la crítica de la izquierda forma parte, junto a la crítica de la derecha y de la socialdemocracia, de la imprescindible factura cancelada del fin de siglo.


Publicado en Guatemala el 17 de julio de 1992.



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