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La insignia
27 de marzo del 2006


Perú

Los estragos de la flexibilización


Texto y fotografías: Laurent Duvillier
CIOSL. UE, marzo del 2006.

Informe completo:
Respuesta sindical a la flexibilización


Aumentan los contratos precarios y disminuyen los empleos asalariados. En Perú, el mercado laboral sigue por el camino de la desregulación trazado hace más de 10 años por Alberto Fujimori. ¿Podrá el movimiento sindical peruano, todavía perseguido por el espectro del ex presidente, frenar este retroceso? Desafíos y perspectivas.

Alberto Fujimori. Nada más que la mención del nombre del ex presidente de la República de Perú basta para helarle la sangre a más de un sindicalista de ese país andino. Las olas de despidos colectivos, las privatizaciones de empresas públicas y los despidos arbitrarios de miles de dirigentes sindicales siguen vivos en la memoria de los habitantes de ese país andino.

Por iniciativa autoritarista de Fujimori, en 1993 se revisó la Constitución política de 1979, que garantizaba, por ejemplo, el derecho de negociación colectiva. En la nueva Carta Magna suavizada que todavía rige hoy, se redujo a la mitad la cantidad de derechos fundamentales y se disminuyó mucho la responsabilidad del Estado ante el pueblo peruano. Para continuar con su política neoliberal basada en la desregulación de las normas laborales y en la flexibilización del empleo, el ex jefe de Estado se las arregló luego para hacer promulgar dos leyes que regían, una de ellas las relaciones laborales colectivas y la otra, las relaciones individuales.

Un siglo de luchas sindicales borrado de un plumazo

En la clase trabajadora peruana, las devastadoras consecuencias no tardaron en hacerse sentir. Con un toque de varita mágica, se declararon ilegales diversas formas de huelga, se prohibió la negociación colectiva por sector de actividad, se ampliaron las prerrogativas de la patronal, se frenó la afiliación sindical y se limitaron las posibilidades de ventajas socioeconómicas para los trabajadores.

Gran parte de las conquistas que el movimiento sindical peruano hizo a lo largo de un siglo de luchas, como por ejemplo, la jornada laboral de 8 horas, fueron borradas de un plumazo y ahora hay que volver a conseguirlas.

Por otra parte, entre 1991 y 2001 se despidió o se obligó a renunciar a casi 1,2 millón de trabajadores de los servicios públicos, sobre todo los dirigentes sindicales. Se privatizó casi el 90 por ciento de más de 300 empresas estatales de sectores altamente estratégicos, como la explotación minera y petrolera, la electricidad y las telecomunicaciones. La verdadera caza al dirigente sindical que organizó el régimen de Fujimori consiguió desalentar la sindicalización y la movilización sindical. Según la ONG PLADES (Programa Laboral de Desarrollo), compilando cifras de la OIT, en un lapso de diez años disminuyó un 76,3 por ciento la cantidad total de convenios colectivos. En este momento, solamente el sector de la construcción civil puede enorgullecerse de tener un convenio colectivo que abarca a todo el sector.

Actualmente, apenas el 3 por ciento de todos los trabajadores asalariados están afiliados a un sindicato, cuando en 2001 era el 5,2 por ciento y en 1998, el 7,7 por ciento, según las cifras del Ministerio de Trabajo de Perú. Por otra parte, la OIT estima que casi el 8 por ciento de la población económicamente activa (PEA) está sindicalizada, incluyendo a los asalariados y los independientes.

La subcontratación, un obstáculo para la libertad sindical

Casi cinco años después de que Alberto Fujimori partiera al exilio, la herencia que dejó el apodado "Chino" sigue siendo una carga difícil de llevar. Las políticas económicas que adoptaron sus sucesores en el sillón presidencial se inscriben en la misma línea neoliberal que precariza los derechos de la clase obrera. Aun cuando la actual administración no se muestra tan indolente como la de Fujimori, la legislación promulgada a comienzos de los años noventa continúa dejando a la clase obrera muy desprotegida. ¿Cómo se puede esperar que se respeten estrictamente las normas internacionales establecidas por la OIT si el Ministerio de Trabajo cuenta nada más que con 140 inspectores en todo el territorio nacional, es decir, 1 inspector cada aproximadamente 100.000 trabajadores?

Durante estos últimos años, en la economía peruana se generalizó la terciarización, es decir, la subcontratación de tareas a un tercero, al punto que inclusive lo hacen grandes empresas multinacionales. Temporario, intermitente, ocasional, accidental, especial... Más de veinte formas de contratación creadas durante el gobierno de Fujimori también permiten actualmente que el empleador eluda sus obligaciones hacia sus empleados, como los aportes jubilatorios, la seguridad social, los días de vacaciones y las licencias de maternidad.

"Hay mil y una formas de eludir el pago de las prestaciones sociales al trabajador. Es impresionante", se indigna Jorge Reyes Sota, secretario de sindicalización de la Central Unitaria de Trabajadores del Perú (CUT), afiliada a la CIOSL. "Ese tipo de contratación precaria se convierte en un obstáculo para la libertad sindical. ¿Quién podría sentirse libre de afiliarse a un sindicato cuando cada tres meses su contrato está pendiente de un hilo?"


Fragmentación del mundo sindical

Ese contexto de precarización del empleo contribuyó mucho a debilitar y dividir el movimiento sindical peruano. "Las normas de flexibilización posibilitaron que la patronal y el Estado reglamentaran los términos de la afiliación a los sindicatos", se lamenta Aída García Naranjo Morales, encargada del programa del Centro de Asesoría Laboral del Perú (CEDAL), que apoya a las organizaciones sindicales en su proceso de refuerzo institucional. "Eso hizo que se perdiera el centralismo y que se fragmentara el mundo sindical. Como no hay unidad, las distintas centrales sindicales se convirtieron en interlocutores demasiado dispersos y con una reducida capacidad de negociación."

A pesar de las divergencias de puntos de vista, las cuatro centrales reconocidas (Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), Confederación de Trabajadores del Perú (CTP), Central Autónoma de Trabajadores del Perú (CAT) y Central Unitaria de Trabajadores (CUT) consiguen llevar a cabo una colaboración y consolidar una posición en común sobre temáticas específicas y en ciertos espacios de concertación y diálogo, por ejemplo, dentro del Consejo Nacional de Trabajo o del Consejo Andino de Trabajo. Una de las principales reivindicaciones del movimiento sindical peruano es promover una reforma del código laboral a fin de reconstruir relaciones democráticas dentro de las empresas. Un anteproyecto de ley, sobre el cual las cuatro centrales llegaron a un acuerdo, se basa en el reconocimiento de todos los derechos garantizados en los convenios internacionales de la OIT. Gracias a esa especie de código laboral, la cantidad de formas de contratación se reduciría a cuatro, y la negociación colectiva, no por empresa sino por sector de actividad, pasaría a ser obligatoria.

Luego de más de cuatro años de discusiones en comisiones parlamentarias, se llegó a un consenso entre el mundo patronal y las organizaciones sindicales con respecto a cerca del 70 por ciento de los artículos de la propuesta de Ley General de Trabajo (LGT). Pero los más delicados, como el despido injustificado, el tema de la huelga y la negociación por sector de actividad, siguen siendo los principales escollos. Durante una reunión con la CUT que se hizo a comienzos de enero de 2006, el actual Presidente, Alejandro Toledo, se comprometió personalmente a respaldar la aprobación de la LGT, tan esperada por la maltratada clase obrera.

Pasar de un sindicato de empresa a un sindicato de sector

Blanca Gómez Manzaneque, principal coordinadora técnica del proyecto "Los sindicatos y el trabajo decente en la era de la globalización en América Latina", llevado a cabo por la Oficina de Actividades para los Trabajadores (ACTRAV) de la OIT, coloca a Perú en el segundo puesto de una clasificación latinoamericana en función de la cantidad de violaciones de la libertad sindical, justo después de Colombia.

"Para formar un sindicato en una empresa, hay que contar con una cantidad elevada de trabajadores. Y en Perú hay muy pocas empresas de ese calibre. Por eso, en la práctica hay pocas organizaciones sindicales en el sector privado. Para que el sector público pueda recuperarse, será necesario ir a buscar a todos los afiliados que están en la calle."

Aunque se da cuenta de las limitaciones que significa este contexto poco favorable, Blanca Gómez Manzaneque estima que la respuesta de los sindicatos fue demasiado tímida y tardía. "Las organizaciones sindicales se dejaron convencer de que no era importante realizar una negociación colectiva sectorial y que, en cambio, era muy importante realizar negociaciones por empresa. Pero aquí, prácticamente no hay comités de empresa porque para formarlos es necesario convencer a una elevada cantidad de trabajadores.

Como resultado, por una parte, en pocas empresas se llega a algo con las negociaciones y, por otra, los trabajadores están sin ninguna protección general." Perfectamente consciente de la necesidad de adaptarse al nuevo mercado laboral, Julio César Bazán Figueroa, Presidente de la CUT, que está efectuando una descentralización territorial, subraya que uno de los principales desafíos sindicales consiste "en asumir en Perú de manera integral los cambios del mundo laboral que están teniendo lugar en el plano mundial, por ejemplo, pasar de sindicatos de empresa a sindicatos de sector de actividad, de sindicatos de empleados dependientes a sindicatos generales de trabajadores, incluidos los independientes".

TLC sin consulta popular

¿Son mejores las perspectivas para el futuro de los trabajadores peruanos? No necesariamente. En diciembre pasado, tras 18 meses de negociaciones, Perú y Estados Unidos firmaron un acuerdo de libre comercio. Según la ONG PLADES, como consecuencia de dicho TLC se crearían menos de 20.000 puestos de trabajo nuevos mientras que el Ministerio de Comercio Exterior y de Turismo promete 700.000. Cerca del 32 por ciento de las exportaciones de este país andino va ha cia los Estados Unidos, principal asociado comercial de Perú, y las mismas aumentan de manera constante de un año a otro. Sin embargo, el tratado empezará a regir recién cuando lo hayan ratificado los congresos de ambos países. A pesar de los reiterados reclamos de numerosas organizaciones sindicales, no se ha establecido ningún mecanismo de consulta popular.

La reciente divulgación de la sección agrícola del TLC provocó un verdadero revuelo en la sociedad civil y revela el gran desequilibrio de los términos de las negociaciones comerciales entre el país del norte y el del sur de América. Mientras que los Estados Unidos mantendrán las ayudas internas y los subsidios para sus productores, se eliminará la escasa protección que tienen los campesinos peruanos ante las variaciones de precios. En condiciones tan desiguales, ¿cómo podría la industria de uno de los países en vías de desarrollo más pobres de América Latina rivalizar con la de la primera potencia económica del planeta?

Según cálculos de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL), la economía peruana creció un 6 por ciento en 2005, más allá de todas las esperanzas. Y la CEPAL prevé que este crecimiento debería ser de 5 por ciento en 2006. Sin embargo, el crecimiento económico sostenido y continuo de Perú de los últimos cinco años no pudo revertir de manera notoria los desequilibrios que son la principal causa de la pobreza endémica que carcome a este país andino. Más de 1 de cada 2 peruanos sigue viviendo por debajo del umbral de pobreza. Casi 1 de cada 4 peruanos (24 por ciento) sobrevive con menos de un dólar estadounidense diario.

¿Proporcionó la reactivación económica de Perú empleo a quienes no tenían? No, el índice de desempleo se mantuvo e inclusive aumentó algo en 2004. En parte, fue el aumento del desempleo de 36 por ciento en 2000 a 47 por ciento en 2004 el que hizo que se expandiera el sector de la economía informal. Hoy en día, más del 61 por ciento de la población peruana económicamente activa realiza alguna actividad en la denominada economía emergente, contra un 52,7 por ciento hace 15 años.

Todavía aturdido por los diez años de flexibilización de Fujimori, el movimiento sindical peruano va despertándose a la dura realidad en medio de un mercado laboral en constante evolución, cada vez más globalizado y caracterizado por una creciente informatización. De allí la necesidad de encontrar respuestas sindicales a la globalización y a la informatización.



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