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La insignia
26 de marzo del 2006


Así vamos: México

Crecimiento lento y fragmentador


Juan Castaingts Teillery (*)
La Insignia. México, marzo del 2006.


La marcha de nuestra economía sigue siendo mediocre, aunque para enero de este año hay buenas noticias: ya que se reporta un crecimiento del 6% en términos anuales para la industria. Se trata de una noticia demasiado aislada como para poder deducir un repunte serio de nuestra economía. El origen de este aumento se localiza en las industrias de transformación y construcción, que crecieron en 6,6% en términos anuales. La industria de la transformación fue arrastrada fundamentalmente por el impulso de la industria automotriz; el resto del sector manufacturero tendió a aumentar de forma mediocre. La fuerza en el sector automotriz no provino de ningún factor interno, sino casi exclusivamente de las exportaciones.

El crecimiento es lento y fragmentador. Es lento, porque la tasa esperada de crecimiento para este año, entre 3% y 3,5%, se encuentra muy lejos del potencial real de nuestra economía. Hay que subrayar que ahora se están recibiendo dólares del extranjero como nunca antes se había presentado en nuestra historia. El flujo de dólares del extranjero no proviene de la política económica sino de factores que le son ajenos como el precio del petróleo y las remesas de los trabajadores emigrantes; con esos recursos de dólares, nuestro crecimiento debería ser al menos, de 4,5% al 5%. El crecimiento es fragmentador ya que, si el crecimiento es el resultado de un esfuerzo de todos los mexicanos, sus frutos se quedan en muy pocas manos y las mayorías no reciben nada o sólo migajas.

Veamos primero el crecimiento y luego la distribución del mismo.

El crecimiento es mediocre: con los últimos datos disponibles del Indicador Global de la Actividad Económica (desestacionalizado) se tiene que, para diciembre pasado, este indicador que es fundamental sólo había registrado un crecimiento real de 0,34%, lo que no significa nada estimulante.

Un dato importante y positivo es el referente a la inversión bruta fija que el año pasado registró un crecimiento de 7,6%. De la inversión depende todo y por eso considero que las expectativas de crecimiento entre el 3% y el 3,5% son acertadas. Si la inversión sigue creciendo a tasas tan aceleradas como lo hizo hasta diciembre pasado, entonces podría revisarse la cifra de crecimiento hacia el alza.

El alto crecimiento de los EEUU ofrece una expectativa favorable para la economía mexicana; el problema es que con la tasa de cambio sobrevaluada se dejan de utilizar muchas de las posibilidades que tiene México para sacar provecho de la buena marcha de nuestros vecinos del norte.

Fuera de la inversión todo lo demás fue mediocre durante el año pasado. La manufactura creció un 1,6%, la industria de transformación lo hizo en 1,1%. La maquila y la construcción reflejaron resultados más adecuados. La maquila, impulsada por el crecimiento de los EEUU, creció un 3,5% y la construcción lo hizo un 3,3%. La industria de la construcción recibió el impulso del aumento en los créditos del sector bancario a la vivienda; desgraciadamente, la banca no da créditos ni a la industria ni al comercio y además sigue cobrando tasas de interés que son casi usureras. Sin una banca que canalice créditos al sector productivo y a una tasa de interés razonable, un crecimiento sólido y autosostenido es imposible. Entre un gobierno mediocre y una banca privada que no cumple sus funciones, el crecimiento insatisfactorio y el desperdicio de oportunidades son consecuencias obligadas.

Los salarios y las remuneraciones tuvieron un crecimiento lento y sumamente desigual. El salario medio por hora, que en el 2001 era de 2,5 dólares, para diciembre pasado llegó a 2,7 dólares, o sea, un aumento de nada. Lo mismo sucede con las remuneraciones totales, que pasaron en términos medios de 5,3 dólares por hora a 5,6 dólares. Tómese en cuenta que la productividad del trabajo ha registrado aumentos interesantes, lo que significa que casi todo el fruto del incremento de la productividad va hacia las ganancias y hacia el pago de intereses, ya que el pago de impuestos sigue siendo raquítico. Si al trabajador no le llega nada del fruto del aumento de la productividad, poco estímulo hay para realizar un trabajo más eficiente.

Es un crecimiento lento cuya cosecha va casi exclusivamente hacia las ganancias y hacia el pago de intereses a la banca; es un crecimiento mediocre, injusto y no crea recursos para el bienestar futuro. Por más que lo nieguen las altas esferas económicas y políticas, es evidente que necesitamos otra política económica.


(*) Profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.
Correo electrónico: castaingts42-juan@yahoo.com.mx



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