Mapa del sitio | Portada | Redacción | Colabora | Enlaces | Buscador | Correo |
8 de junio del 2006 |
Guy Ryder (*)
2006 es un año histórico para el movimiento sindical internacional. En
noviembre se creará una nueva confederación internacional, que agrupará a cerca de
200 millones de trabajadores y trabajadoras en todo el mundo. Se trata por tanto del
último año en que la CIOSL publicará con su nombre este informe, ya que la
organización dejará de existir como tal cuando sus afiliadas pasen a formar parte de la
nueva internacional. Seremos más fuertes y estaremos más unidos que nunca,
utilizando esa fuerza para luchar juntos a favor de todos los trabajadores que se esfuerzan por defender sus derechos frente a la explotación y la
opresión. Este Informe viene a dar la medida de lo enorme que resulta esa tarea.
Al repasar la edición de este año, me impresionó el terrible nivel de violencia ejercida en contra de trabajadores que sencillamente intentaban defender su derecho a un trabajo decente, incluyendo el derecho a un salario justo, una jornada laboral aceptable y condiciones seguras. En todos los continentes ha habido trabajadores que perdieron la vida a causa de sus actividades sindicales. Colombia, como de costumbre, se aseguró de que el número de muertos en América fuese el más elevado, con 70 casos, lo que implica una reducción respecto al total de 99 asesinatos registrados el año pasado, pero que sigue siendo una muestra atroz de la incapacidad o la falta de voluntad del gobierno para proteger a sus trabajadores. En Oriente Medio al menos tres sindicalistas iraquíes fueron asesinados por sicarios, al igual que cuatro activistas sindicales en Asia, todos ellos en Filipinas. En el resto del mundo, las muertes han sido el resultado de la brutal represión de las manifestaciones y acciones de huelga organizadas por los trabajadores y trabajadoras, como ha sido el caso en Bangladesh y en Corea del Sur en el continente asiático, y en Sudáfrica y Yibuti en África. En cuanto a Europa, un sindicalista fue asesinado en la Federación Rusa en circunstancias no elucidadas. Cientos de trabajadores resultaron heridos cuando la policía empleó gases lacrimógenos, porras o balas de goma para dispersar a los trabajadores en huelga, particularmente en Asia y África. Muchas de esas huelgas eran técnicamente ilegales porque la legislación en muchos países hace que resulte virtualmente imposible llevar a cabo una huelga legal. El derecho de los trabajadores y trabajadoras a establecer libremente y afiliarse a las organizaciones de su elección se ha visto regularmente vulnerado. Además de los países donde la ley no reconoce el derecho a formar sindicatos, como Omán, Arábia Saudita y Birmania, están aquéllos donde impone un monopolio sindical, como en China, Egipto y Siria. En otros casos los gobiernos intentan coaccionar a los trabajadores para que se afilien al sindicato afín al gobierno, como es el caso concretamente en Bielorrusia y en Moldova. Los empleadores utilizaron también con frecuencia tácticas intimidatorias para evitar que sus trabajadores formasen sindicatos, incluyendo despidos masivos, particularmente en América Latina en las zonas francas y en las plantaciones de banano. En el norte del continente, las campañas antisindicales siguen siendo moneda común en Estados Unidos, y la empresa WalMart aplicó esas mismas prácticas también en Canadá. Los gobiernos son muchas veces quienes restringen los derechos de las personas que emplean directamente. Muchos países no permiten que sus funcionarios civiles se afilien a sindicatos, particularmente en África, como es el caso en Lesoto, Eritrea, Etiopía y Gambia. En Canadá los gobiernos provinciales reducen aún más los derechos sindicales de sus propios empleados, llegando a imponer los términos de los convenios colectivos por ley. En Australia el gobierno ha restringido considerablemente los derechos sindicales de todos los trabajadores y trabajadoras, al introducir una nueva legislación que impone restricciones a los derechos de sindicalización y negociación colectiva. El grado en que las mujeres son víctimas de las violaciones de los derechos sindicales básicos queda cada vez más patente. Las restricciones a los derechos de los trabajadores del sector público a organizarse, negociar colectivamente y emprender acciones de huelga suelen aplicarse a los docentes y los trabajadores del sector de la salud (Canadá es un caso a destacar). En el sector textil, las fábricas de textil y electrónica, particularmente las situadas en las zonas francas de Asia y América Central, se muestran abiertamente antisindicales. Todos estos sectores emplean predominantemente mano de obra femenina. Además, si examinamos este Informe veremos que muchas de las víctimas de la violencia, e incluso de los asesinatos han sido mujeres sindicalistas, como en Colombia y Filipinas. Los trabajadores emigrantes son otro grupo particularmente vulnerable, sobre todo en Oriente Medio, por supuesto, donde en muchos países constituyen la mayoría de la fuerza laboral pero gozan de muy pocos derechos. También en Asia, los emigrantes encuentran enormes dificultades. El gobierno de Corea del Sur se negó a reconocer a un sindicato de emigrantes recién constituido, cuyo presidente fue arrestado y brutalmente golpeado por la policía, mientras que en Tailandia los trabajadores emigrantes fueron amenazados e incluidos en una lista negra a causa de sus actividades sindicales. Quisiera rendir tributo a todos aquellos trabajadores que se sacrificaron en la lucha contra la opresión. Y me gustaría terminar con una nota positiva, alentado por el último Informe sobre el Desarrollo Mundial publicado por el Banco Mundial en septiembre del 2005, donde se reconoce el valioso papel que tienen los sindicatos en la distribución equitativa del crecimiento económico. Esperemos que esta actitud persista mucho tiempo.
(*) Secretario general de la CIOSL. |
|