Juan José Valenzuela: Piratas en el Caribe

Se ha llevado a cabo una nueva reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que nuevamente ha estado caracterizada por la incertidumbre y el antagonismo entre dos bloques radicalmente opuestos: quienes defienden la conservación de los cetáceos y quienes promueven su explotación comercial.

En la sesión inaugural, los países pro conservación consiguieron una agónica victoria que permitió proteger a los pequeños cetáceos de su captura comercial, y además logró evitar la implementación del voto secreto, una importante victoria parcial si consideramos que existen muchos países reticentes a dar su apoyo a Japón en público por temor al repudio internacional y la presión de los grupos ambientalistas. Sin embargo, el pasado domingo se incorporaron dos nuevas naciones a la CBI, que inclinaron la balanza hacia la postura pro matanza de cetáceos de Japón, aprobándose por un voto de diferencia una declaración que critica la moratoria a la captura comercial de ballenas, culpa descaradamente a los animales del agotamiento de los recursos pesqueros y señala que las Organizaciones No Gubernamentales son una amenaza. En la declaración se señala además que "el uso de las ballenas contribuye a reducir la pobreza", siendo que los beneficiados con esta carnicería son un grupo muy pequeño de empresarios, mientras que el turismo de avistamiento favorece a un total cercano a las 500 comunidades costeras en cerca de 87 países en el mundo.

Afortunadamente, esta declaración no tiene carácter vinculante, ya que para eliminar la moratoria es necesario el respaldo del 75% de los votos. Sin embargo la mayoría obtenida por Japón crea un precedente respecto a futuras reuniones de la CBI y pone en tela de juicio el criterio y la transparencia de los países adherentes. Si bien son sólo tres países los que practican la captura comercial de ballenas, la alta votación obtenida por Japón se explica por los múltiples países sobornados por los nipones para que ingresen en la CBI y lo respalden a través de su voto. Tampoco podemos ser tan severos con estos países coimeados; muchas veces el hambre supera cualquier tipo de consecuencia política y trasciende a cualquier argumento. Lo que nos parece inaceptable, es que Japón se beneficie con la pobreza de otros países y se valga de la aflicción de estos pueblos para beneficio propio. Sin duda un triunfo del capital, un triunfo de la codicia sobre la sensatez y la vida.

Japón ha logrado seducir a una treintena de países pobres. Los mercenarios han logrado doblegar a los defensores de la vida, un nuevo ejemplo de cómo los intereses económicos han prevalecido por sobre los ideales. Ahora es necesario coordinar una estrategia internacional orientada a conseguir el voto de aquellos países que se abstuvieron en San Kitts y propiciar la incorporación de países pro conservación de ballenas a la comisión. En otras palabras, es necesario imitar la estrategia de Japón, no en el sentido de favorecer la captura comercial de ballenas, sino en cuanto a que la única forma de poder conseguir una mayoría en la coalición es la asociatividad. Es necesario que en futuras reuniones se disponga de una mayoría que propenda a la conservación de las ballenas, por un margen más amplio y sin pasar apremios en forma previa a cada convocatoria.

Finalmente hay que señalar que este escenario supone un nuevo desafío para Chile, no sólo por mantenerse como un país consecuente con su política conservacionista, sino también como anfitrión en la reunión de la CBI a desarrollarse en el 2008 en nuestro país. En este sentido es necesario que Chile lidere la postura a favor del uso de ballenas mediante tecnologías no letales en el continente, promoviendo su uso sustentable.

(*) Juan José Valenzuela es biólogo marino de Oceana.