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10 de julio del 2006 |
La Insignia. España, julio del 2006.
Siendo inminente la aprobación del Plan de Ordenación Municipal, así como los trabajos previos a la urbanización de la Vega Baja, es del todo preciso que la ciudadanía de Toledo se pronuncie ante la gravedad de unos hechos que la afectarán de lleno en su presente y su futuro. Está en juego el modelo de ciudad que queremos para nosotros y para las generaciones que nos sucedan: o bien una Toledo entregada al desarrollismo sin límites o una ciudad que progrese armónicamente con la conservación de sus valores culturales, históricos y humanos. Las Instrucciones de la Dirección General de Bellas Artes de 1965 y los modernos Planes de Ordenación Urbana, como el General de 1986 y el Plan Especial de 1998, consideraron que la ciudad no podía concebirse sin su entorno paisajístico y natural. Por ello señalaron zonas de respeto y protección, entre las que se contaban el río Tajo y sus vegas, el circo romano, los cigarrales y el corredor de la carretera de Madrid. Es evidente que tales premisas sirvieron de base para la declaración de nuestra ciudad primero como Monumento Nacional en 1940, y después, en 1986, como Patrimonio de la Humanidad. Pues bien, son estas reglas del juego, sobre las que había un amplio consenso, las que el POM trastocará sustancialmente. El primer efecto de la implantación del POM será la inminente urbanización de la Vega Baja, un paraje de enorme valor paisajístico para la imagen universal del casco histórico y que, según hipótesis que se van confirmando, es un yacimiento arqueológico de primera magnitud, pues en él se asentó una parte de la Urbs Regia que fue capital del Reino Visigodo. De ser así, no sólo supondría una pequeña revolución en el conocimiento de nuestra historia, sino un valor añadido al inmenso patrimonio de Toledo, que en el futuro podría ser debidamente rentabilizado. El POM, y el aprovechamiento urbanístico de la Vega Baja, al que sin duda seguirá el de otras zonas hasta ahora protegidas, no son exclusivamente fruto de la voracidad inmobiliaria. Es cierto que tratan de dar respuesta a las innegables necesidades de crecimiento que tiene la ciudad, pero algunos de sus planteamientos son cuestionables: no creemos que haya que compactar por fuerza la trama urbana eliminando los espacios no residenciales y comerciales, pues dándoles un buen uso podrían ayudar a reforzar la cohesión buscada. Tampoco es posible conciliar este proceso urbanizador con la salvaguarda del patrimonio. Así lo certifican los autorizados informes, a los que nos adherimos, de organismos tan prestigiosos como la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Real Fundación Toledo y la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Desgraciadamente no se trata tan sólo de diferencias de criterio. Mucho más preocupantes son las irregularidades y opacidades que han acompañado a este proceso, y que dejan traslucir presiones e intereses ajenos al bien general. No en balde, y desde diversas instancias, se ha denunciado que:
- se han parcelado los terrenos cuando aún eran espacio protegido, ya que sigue vigente el Plan General de Ordenación Urbana. Por todas estas razones, y siendo conscientes de la trascendencia del momento en que nos encontramos, llamamos a la movilización a los ciudadanos de Toledo y les invitamos a apoyar las peticiones siguientes:
1.) Que se promueva un foro ciudadano en el que democráticamente se discuta el modelo de desarrollo que queremos para nuestra ciudad. Estamos convencidos de que hay otra forma de progresar, aquélla que, basándose en la participación ciudadana, persiga verdaderamente el interés general. Toledo, 15 de mayo de 2006. Fotografía: Vista parcial de Toledo desde el puente de San Martín. |
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