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8 de febrero del 2006 |
Joaquín Arriola
Desde que las reuniones del foro de Davos se han convertido en un objetivo del movimiento alterglobalizador, la imagen pública del mismo fluctúa entre la propaganda oficial que lo presenta como una reunión de ricos y famosos para beneficios de los medios de comunicación de masas, y la campaña de denuncia del movimiento de resistencia a la globalización que enfatiza su carácter de espacio de promoción de la globalización capitalista.
Pero es gracias a esta publicidad y antipublicidad que lo rodea, que tenemos la oportunidad de seguir casi en tiempo real las preocupaciones, análisis, valoraciones y propuestas que hacen los dirigentes del planeta. Es cierto que en torno a Davos hay reuniones privadas, valoraciones y conclusiones que se ocultan convenientemente a los ojos y oídos del común de los mortales, pero lo que nos llega es suficiente para indagar por donde camina la estrategia global de dominio capitalista del mundo. Un primer dato a tener en cuenta es que "Davos ha regresado a Davos". Esto hay que interpretarlo como un signo de confianza en las propias fuerzas. En la campaña de marketing a la que les ha llevado la presión de los alterglobalizadores, este año han podido prescindir de la "mala imagen" que aportaba reunirse en un espacio de lujo en el país que simboliza la caja fuerte donde se guarda gran parte de dinero de la corrupción y la explotación capitalista a gran escala. Parece que tras unos cuantos años de escarceo mediático, con reuniones repartidas por diversos países (la reunión anual de 2002 se celebró en Nueva York) y creación de foros regionales, los representantes de Davos han mejorado sustancialmente la confianza que tienen en el control de la situación desde el punto de vista de la imagen que se proyecta al mundo. Por si acaso, al igual que el año pasado, se han hecho acompañar de unas cuantas estrellas mediáticas para consolidar la imagen propia de prensa del corazón, y dejar en un lugar más discreto y velado los contenidos reales del encuentro. En este espacio no podemos entrar en un análisis detallado de dichos contenidos -al menos de los que son de uno u otro modo accesibles al público. En Davos hay una dosis bien mezclada de ruido, propaganda e ideas, para que no resulte fácil identificar donde están los debates verdaderamente importantes, y cuales son las iniciativas de mayor calado que están preparando las multinacionales y sus intelectuales orgánicos, en los medios de comunicación, las universidades o los gobiernos. Pero podemos señalar cuales son las ideas-fuerza, que van a marcar el comportamiento de los dirigentes del planeta y de la globalización capitalista -que por si algún lector aun no lo sabe, es un proceso dirigido, no un proceso social inapelable. Los cinco temas estrella de la reunión de este año han sido la situación de los mercados de trabajo, la emergencia de China y la India como potencias regionales y globales, el problema del agua como problema ambiental más acuciante. Pero el tema que subyace a muchos de los debates es el resurgimiento de un actor que las multinacionales creían vencido y convencido, el estado no en tanto que regulador, como suministrador de bienes y servicios y expresión del interés social frente al interés del mercado. El regreso del Estado Este año se ha dejado sentir de nuevo "la fuerza de lo público". Los dirigentes capitalistas mundiales están reaccionando contra las demandas que se expresan en las luchas de los trabajadores y los ciudadanos a favor de la acción del estado, sea en la defensa y desarrollo de la protección social, de la protección del medio ambiente o en el rechazo a las desigualdades sociales a escala planetaria. Los líderes mundiales sienten que en esos requerimientos hay una acusación implícita, todavía no articulada políticamente, contra la acción del mercado y de los capitales privados. Por otro lado, los líderes mundiales están sorprendidos por el auge económico de China y la India, dos países en los cuales solo tomando en cuenta la acción del estado se puede explicar la expansión económica actual. Por eso, el lema de los capitalistas en 2006 ya no es "privatización" sino "cooperación público-privado". En los próximos meses nos podemos preparar para oír repetida hasta la saciedad esta idea, y otras palabras asociadas a la misma, como el principio de "subsidiaridad" aplicado a la actuación del estado (cuando el que tiene que ser subsidiario es el mercado y la iniciativa privada ante la iniciativa común y pública). No es por casualidad que en la primera encíclica del Papa Benedicto XVI, aparte de otras reflexiones valiosas, se incluye ya esta idea capitalista de la acción subsidiaria del estado. El saqueo de los activos económicos del Estado, que hemos padecido en los últimos lustros, se va a sustituir por la remodelación de la intervención del estado de tal forma que sirva mejor a los intereses de la acumulación privada de capital. El asalto a la ONU Desde hace varios años las grandes multinacionales quieren incrementar su presencia política directa. Uno de los medios seguido para ello es "tomar el control" de las Naciones Unidas, en crisis permanente desde que Estados Unidos y sus aliados más cercanos decidieran quebrar financieramente dicha institución y vaciarla de contenido, trasladando todo poder de decisión al Consejo de Seguridad y en su caso a los organismos bajo control directo del gobierno norteamericano, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Esta estrategia evolvente contra la ONU se consolida en Davos, donde se ha acordado reforzar el control de los capitales privados en algunos campos de actuación internacional en los que aun participa la ONU, como son la lucha contra las consecuencias de las catástrofes naturales (no hay por el contrario ninguna iniciativa para evaluar la responsabilidad de las empresas en las causas de los desastres), o la lucha contra el hambre en África. Las críticas a la ONU han sido radicales. En el Foro de Davos se dijo por ejemplo que "con problemas internacionales como el terrorismo, la pobreza y la amenaza de pandemias globales, observadores internos y externos de las Naciones Unidas han cuestionado la preparación de la organización para responder a estos desafíos". Rajat Gupta, socio de McKinsey & Company (EEUU) y miembro del consejo del Foro Económico Mundial de Davos, criticó la existencia de un declive en la calidad del personal que la institución es capaz de atraer, y abogó porque el secretario general tenga más capacidad de designar al personal de dirección de la ONU. También se han puesto de acuerdo en la necesidad de que sean los grandes capitales los que determinen cual tiene que ser la estrategia de lucha contra la corrupción internacional (y por tanto, de decidir que formas de corrupción son las que tienen que ser perseguidas, y cuales toleradas), y en aumentar la influencia sobre las instituciones financieras internacionales para adaptar su estrategia de inversión en los países de la periferia en función de los intereses de acumulación de las grandes empresas. Para avanzar más rápido en este objetivo, se ha tomado la decisión de abrir en Nueva York (sede de la ONU) la sede del Centre for Global Industries, llamado a funcionar como la sede central de las actividades empresariales del Foro. A partir de marzo de 2006 el personal de este área que trabaja en el Foro se trasladará a residir a la ciudad norteamericana. Trabajadores bajo control En lo que se refiere a los trabajadores, la reunión de este año no aporta grandes novedades: fieles a la visión capitalista de que los trabajadores son objetos dentro del proceso de producción y solo ciudadanos en la esfera pública y en el proceso de consumo, en Davos 2006 se ha insistido en la necesidad de que la fuerza de trabajo en los países desarrollados reduzca sus expectativas de participación en la distribución del valor añadido y que en los países subdesarrollados mejore su adaptación a los requerimientos de la tecnología capitalista moderna. Esta idea es la que subyace a la demanda de que aumente el porcentaje de población con títulos de formación profesional y se reduzca el porcentaje de trabajadores con formación universitaria (demanda disfrazada con la idea de la adaptación formativa a los requerimientos del mercado y la racionalización de los recursos públicos disponibles para educación). El negocio del agua "Mientras que una persona requiere de cuatro a cinco litros de agua al día para sobrevivir, se requieren entre 2.000 y 3.000 litros de agua al día para producir las calorías que requiere el mismo ser humano para comer todos los días. Producir la carne y otras proteínas de la dieta moderna requiere todavía más agua. Puede que bebamos unos pocos litros de agua la día, pero nos "comemos" algo así como 15.000 litros de agua diarios." Comentarios tan gráficos como el anterior sitúan el problema cada vez mayor que representa la presión sobre las reservas de agua dulce. A medida que se produce la expansión económica de China y la India, millones de personas modifican sus hábitos alimenticios y culturales generando una presión enorme sobre las reservas de agua. Hace tiempo que la CIA está estudiando el problema, y en un informe de prospectiva hacia el año 2020 prevé que los principales conflictos bélicos internacionales del futuro inmediato serán expresión de la lucha por el agua, más que por el petróleo. Al ser un tema tan vital, los capitalistas reconocen que la privatización no es la solución, pero al mismo tiempo, están dedicando grandes esfuerzos a diseñar estrategias de penetración mercantil, de control corporativo de las reservas y en definitiva, de convertir el agua en una mercancía disponible a cambio de un pago monetario - es decir, en encontrar en la gestión global del agua del planeta una nueva fuente de beneficios privados. La caída de la tasa de ganancia En la reunión de Davos se ha expresado el peligro de que la gente comience a perder dinero en sus inversiones financieras, en particular con los fondos de pensiones. El rendimiento del capital se está reduciendo en todas partes, y cada vez los márgenes son más estrechos. El batacazo se espera que se produzca en los próximos años, en especial en los Estados Unidos. Todos los analistas están de acuerdo en que en ese país, la existencia de un déficit masivo en la cuenta corriente, superior a medio billón de dólares en 2005, y un dólar sobrevaluado, están alimentando una burbuja especulativa en el mercado de la vivienda que va a estallar en cualquier momento. Ya se observa un desplazamiento de liquidez desde el mercado norteamericano hacia mercados emergentes de gran volumen en Asia, especialmente China. En Davos son conscientes que esto se va a convertir en un "asunto político", porque va a poner en cuestión el desmantelamiento de los sistemas públicos de jubilación de reparto (el que trabajo cotiza para pagar la jubilación del que deja de trabajar) en beneficio de los sistemas privados de capitalización (uno cobra cuando se jubila en función de las cotizaciones realizadas cuando trabajaba y la rentabilidad financiera obtenida por estas.). Más allá de los problemas económicos que se avizoran en este asunto, los que controlan el mundo temen que esta crisis financiera abra un nuevo espacio político de intervención a las propuestas de socialización económica de la izquierda vencida en las últimas décadas. En definitiva, como señaló Ralph W. Shrader, presidente de la consultora estadounidense Booz Allen Hamilton "la existencia de una planificación estratégica es una necesidad para garantizar el éxito a largo plazo." Que los dirigentes capitalistas están en ello, nos lo confirma la reunión de Davos. Una vez más. |
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