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7 de febrero del 2006 |
Vidas desgarradas Amnistía Internacional, febrero del 2006.
En un nuevo informe publicado hoy, Amnistía Internacional revela cómo en el centro de detención estadounidense de Guantánamo, Cuba, se condena a miles de personas de todo el mundo a una vida de sufrimiento, tormento y estigmatización.
El informe, titulado Guantánamo: Vidas desgarradas. Los efectos de la reclusión por tiempo indefinido en los detenidos y sus familiares, contiene testimonios de varios ex detenidos y de sus familiares y evalúa el estado en que se encuentran quienes siguen encarcelados en Guantánamo, incluidas las novedades sobre la actual huelga de hambre y los intentos de suicidio. Quinientos hombres de unas 35 nacionalidades están detenidos en Guantánamo. Decenas se encuentran ahora en huelga de hambre y ha habido numerosos intentos de suicidio. Ninguno ha podido apelar ante un tribunal sobre la legalidad de su detención. Nueve continúan recluidos a pesar de que Estados Unidos ya no los considera "combatientes enemigos". "Para los detenidos y sus familiares, Guantánamo sigue siendo una cruel realidad. A pesar de la condena internacional generalizada, las autoridades estadounidenses siguen intentando privar a todos los detenidos de su derecho a impugnar su detención en tribunales de Estados Unidos", ha dicho Susan Lee, directora del Programa Regional para América de Amnistía Internacional. "Las demandas de los huelguistas de hambre de Guantánamo no son polémicas: piden que se respeten los derechos que les reconoce el derecho internacional, piden que los pongan en libertad si no los van a acusar de ningún delito común reconocible internacionalmente y solicitan que organizaciones como Amnistía Internacional puedan acceder a ellos", ha añadido Susan Lee. Según los testimonios recogidos por Amnistía Internacional, algunas familias, que saben que sus familiares están o han estado detenidos por Estados Unidos, no han recibido comunicación de Guantánamo, o la que han recibido ha sido muy escasa. En algunos casos no conocen el paradero de sus seres queridos y ni siquiera saben si están vivos. El informe de Amnistía Internacional revela también que el tormento y el estigma no terminan en Guantánamo. Para algunos, el traslado desde allí no ha sido más que cambiar de un lugar de detención ilegal indefinida a otro. Para otros ha supuesto continuar sufriendo hostigamiento, detención arbitraria y malos tratos. Incluso para los que han vuelto a su país a reunirse con sus familiares y amigos, las secuelas físicas y psicológicas de su paso por Guantánamo permanecerán, y el estigma de haber sido calificados de "combatientes enemigos" y de "lo peor de lo peor" por el presidente George W. Bush seguirá con ellos el resto de su vida. Nina Odizheva, madre de Ruslan Odizhev, ex detenido ruso en Guantánamo, ha descrito cómo el tiempo que pasó en Guantánamo ha afectado irremediablemente a su hijo: "Lo ha cambiado [...] está totalmente enfermo [...] vive tomando medicinas para sus principales órganos [...] intenta no mostrarme y contarme detalles para que no me disguste [...] no tiene apetito [...] ya no es la misma persona [...]. "La administración estadounidense no puede limitarse a hacer caso omiso a las consecuencias que sus actos han tenido sobre los detenidos que han regresado a su hogar para encontrarse con más abusos, con detenciones ilegales y con el estigma de haber sido calificado como "lo peor de lo peor" por las autoridades estadounidenses. Amnistía Internacional pide a las autoridades de Estados Unidos que: - Publiquen una lista de todos los detenidos por Estados Unidos en Guantánamo y en otros lugares; - Juzguen o pongan en libertad a todos los detenidos en Guantánamo; - Cierren Guantánamo y permitan el examen independiente de todos los centros de detención estadounidenses; - Investiguen todas las denuncias de tortura y malos tratos de detenidos bajo la custodia de Estados Unidos. |
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