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La insignia
24 de enero del 2006


España

Luis Ramos, abogado de Atocha


Javier López (*)
Madrid Sindical. España, enero del 2006.


La memoria se alimenta de palabras, imágenes, canciones, olores, colores, sensaciones que, como piedras, son arrojadas en el estanque, moviendo olas concéntricas en la superficie, alertando a los seres que viven en la orilla, despertando a los seres que permanecen ocultos en el fondo.... Algo así expresaba Granni Rodari cuando escribía su Gramática de la fantasía.

Algo así sentimos nosotros cuando en las inmediaciones del 29 aniversario del atentado de Atocha, 55, aquel 24 de enero de 1977, dejamos fluir esas ondas amargas del recuerdo que vienen a fundir las lágrimas del pasado con las que ha traído la primera muerte de un superviviente de aquel asesinato, Luis Ramos.

Decir Luis Ramos es convocar la serenidad del silencio, la alegría contenida, la firmeza tranquila, la mirada impregnada de ilusión y de tragedia. Esta tragedia de lo vivido, de ese pozo sin fondo al que aprendió a asomarse cada día sin dejar que los monstruos consumiesen su ilusión por cada pequeño triunfo de la vida. Una vida que siempre se abre camino aún entre las grietas del cemento.

De todas las historias de la historia, la más triste sin duda es la de España, porque termina mal, lamentaba Gil de Biedma. Somos el tiempo que nos queda, concluye Caballero Bonald.

Sólo unos pocos, los imprescindibles porque lucharon toda la vida, muchas veces consigo mismos, consiguen romper la lógica del tiempo y la conciencia del desastre convertida en profecía. Sólo unos pocos consiguen que el eco de su voz sea el aliento de muchas vidas. A partir de ese momento somos nosotros los convocados por ese eco para transformar el dolor en vida, la memoria en creación.

Luis ha tenido el extraño privilegio, el doloroso honor, de ser el primer superviviente del atentado de Atocha que nos deja. El primero en ir al encuentro, en acudir a la cita de quienes hoy siguen vivos en nuestra memoria, en nuestro afecto, en nuestra vida de cada día.

Vivos porque así lo queremos. Recordados porque queremos. Porque hay mucho de voluntad en la vida y la memoria. Estos veintinueve años, en los que hemos reivindicado la memoria de los asesinados y de los supervivientes de Atocha, han sido un ejercicio permanente de nuestra voluntad de ser pese al horror del pozo negro al que nos asomamos cada día.

Todas las universidades públicas madrileñas han vivido en estos días actos conmemorativos del 29 aniversario, organizado por la Fundación Abogados de Atocha de CC.OO. de Madrid. Actos en los que hemos reflexionado sobre el papel de los abogados laboralistas frente al franquismo y su relación con el movimiento universitario, el movimiento ciudadano, el movimiento obrero, el Tribunal de Orden Público o el desarrollo del juicio de Atocha.

El sábado, día 14, los amigos y familiares de Luis Ramos organizaron un acto de homenaje en el Ateneo de Madrid.

A Luis Ramos, a su esposa, a sus hijos, a los compañeros de Atocha. Al Luis que vive en nosotros, al que nos une. Al que vivirá en quienes no le conocieron porque aún no nos conocen. En nombre de los trabajadores, de tus Comisiones Obreras, por siempre, nuestro reconocimiento, nuestra memoria, nuestro afecto.


(*) Secretario general de CC.OO. de Madrid.



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