Vendedores de enfermedades

Los medios de comunicación nos informaron la semana pasada de que se había descubierto una vacuna experimental que previene el 70% de casos de cáncer de útero, del que mueren 300.000 mujeres al año en todo el mundo. Trescientas mil mujeres suponen el 0,01 por ciento, que es poco, pero si eres una de las trescientas mil es mucho.

El estudio lo ha llevado a cabo el laboratorio farmacéutico Merck, y su director de investigación, Eliav Barr, ha dicho que la edad ideal para vacunar a las niñas será antes de que tengan las primeras relaciones sexuales. Los laboratorios Merck tendrán que fabricar cientos de millones de vacunas.

Estoy leyendo un libro que se titula Los vendedores de enfermedades cuyo autor es el alemán Jörg Blech, licenciado en biología, bioquímica y periodismo, que trabaja como periodista experto en asuntos médicos. El libro está editado por el Círculo de Lectores, con el que yo no tengo relación alguna, y está escrito con buen humor, pero en cada página se te queda congelada la sonrisa. Blech no niega que existan las enfermedades ni resta importancia a los medicamentos, lo que denuncia, con profusión de datos y nombres es el empeño de las grandes fábricas farmacéuticas de convertir en paciente a la persona sana.

Así, Blech denuncia la continua rebaja de niveles del colesterol o de la tensión arterial, la invención de síndromes, como la disfunción eréctil o el infantil de déficit de atención, la relación directa entre el laboratorio y el consumidor, la publicidad descarada o la interesada demostración de pruebas gratuitas en la calle. Todo en la línea de lo que muchos médicos ya dan por seguro: que no hay persona sana, sino mal diagnosticada.

A lo mejor va a ser cierto el consejo de los ancianos: que lo mejor para tener salud es no ir al médico. Lean, lean.