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La insignia
28 de mayo del 2005


A fuego lento

Muestras gratuitas de lógicas libertarias


Mario Roberto Morales
La Insignia*. Guatemala, mayo del 2005.


Mis artículos sobre la monogamia y la poligamia han provocado comentarios airados en algunos neoliberales libertarios que me han escrito a mi buzón electrónico defendiendo su ideología -ofrecida al vulgo como "sentido común"- sobre que el Estado es un obstáculo a la libertad de empresa y por ende al desarrollo, asunto que exige su disolución en una oficina gerencial que se limite a hacer cumplir la ley que legitime su manera de entender lo privado, lo público y lo social.

También defienden la monogamia arguyendo que las verdaderas víctimas del proceso social son los hombres, ya que -reconocen- se trata de hombres "domados" por mujeres a las que se les hace fácil quedarse en casa dándole órdenes a las sirvientas, mientras el marido sale a la calle a ganarse el pan con el sudor de su brillante cerebro libertario. La poligamia -dicen- es un ejercicio ilegítimo, propio de personas sin orientación religiosa, sin moral y sin "sentido común". Quienes no la condenan son probablemente unos "resentidos sociales" que no tuvieron tele cuando eran niños y que culpan a los demás por su falta de iniciativa, arrojo y competitividad. Uf.

Debido a mi anterior artículo, algunos libertarios despistados, me ha visto como un "comunista oenegero". Pero, bueno, si la izquierda traidora de mi país -que obedece las órdenes de su ex enemigo, el genocida Ríos Montt- ha echado a correr la especie de que soy derechista, la derecha neoliberal está facultada para decir que soy un comunista resentido que no tuvo tele cuando era niño.

Lo malo es que no encajo en ninguno de sus estereotipos. Tampoco mi reflexión ni mi discurso. Y eso les provoca desconcierto e ira a quienes sólo pueden explicarse el mundo en términos bipolares de blanco y negro y de buenos y malos. Su denominador común es la intolerancia, la censura, la descalificación y la calumnia.

De seguro tampoco les gusta que yo defienda la prostitución voluntaria como un oficio legítimo que debe ser normado y respetado como cualquier otro, o que hable de la poligamia e incluso de la promiscuidad como un escape a las tensiones civilizatorias impuestas por las hipocresías moralistas, religiosas y culturales al uso. Pero estos son dos temas que merecen un tratamiento aparte.

Por ahora, baste decir que el mantra del Estado como obstáculo a la libre empresa y el libre mercado es una ideología empresarial disfrazada de "ciencia política" y propagada por fariseos "libertarios" con lujo de vociferante dogmatismo fundamentalista, buscando con ello privatizar la propiedad colectiva en nombre de la "libertad", mientras satanizan a quienes no acatan su dogmatismo llamándoles "socialistas", "colectivistas" y resentidos que quieren apropiarse de la riqueza generada por los empresarios, esos demiurgos de la creación de empleo y prosperidad sin los cuales la humanidad estaría perdida y sumida en la miseria, el atraso y la desesperación. Uf.

Vuelvo a repetir que quizás, como buenos adalides de la libre empresa que son, los "libertarios" consideren los prostíbulos un negocio tan legítimo como consideran la venta libre de armamentos, tabaco, alcohol, detergentes y demás productos tóxicos y contaminantes, invocando la sagrada libertad de opción del consumidor, a quien postulan como el verdadero poder de decisión en los movimientos económicos, como si no existieran el mercadeo y la publicidad como técnicas manipuladoras de la voluntad de la masas y de los individuos consumidores.

Después de todo, según su lógica, sus esposas son quienes de verdad se benefician de su trabajo y no ellos del trabajo de sus esposas. Siguiendo esta lógica, justo sería que de vez en cuando ejercieran la promiscuidad para liberarse de la tiranía femenina, ¿no? Digo, si es que la iglesia a la que asisten los domingos no les jalan las orejas por pecadores y les exigen una cuota mayor de limosna o diezmo para la mayor gloria de Dios.


(*) También publicado en A fuego lento



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