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La insignia
5 de mayo del 2005


Bibliálogos: Entrevista con Susana Biro

La astronomía como proceso científico


Ariel Ruiz Mondragón
La Insignia. México, mayo del 2005.



Una de las disciplinas científicas más socorridas por el público lo es, sin lugar a dudas, la que estudia los secretos del universo y las leyes que lo rigen: la astronomía. Los avances que ha tenido y los descubrimientos que ha obtenido han ejercido una gran fascinación sobre el público en general, ávido de conocer más misterios del espacio estelar.

Al menos desde los antiguos griegos, los seres humanos se han preguntado acerca de lo que hay más allá del cielo que nos rodea. Así empezaron a forjar ideas sobre el comportamiento de los astros que podían observar. Posteriormente sus concepciones y observaciones fueron cada vez más exactas y minuciosas, en un dilatado proceso que ha implicado siglos enteros y en el que se han conjugado los progresos en las herramientas tanto técnicas como intelectuales.

Pero los descubrimientos que ha hecho la astronomía no han sido repentinos; se han logrado mediante procesos de investigación complejos que son tan o más fascinantes que sus propios resultados. En su libro Caja de herramientas para hacer astronomía (México, Paidós, 2004), Susana Biro ha reunido una serie de ensayos y artículos en los que nos devela parte de las tareas científicas que un astrónomo emprende para estudiar el universo, y que sin duda es una muy buena introducción a esa disciplina.

Con Biro sostuvimos una plática en la que se tocaron diversos temas presentados en el libro: la contribución de los aficionados a la astronomía y su diferencia con el trabajo de un profesional, la relación entre herramientas materiales e intelectuales, el conocimiento de las teorías astronómicas superadas, la fidelidad de la reproducción de fenómenos del universo en pequeños laboratorios, el impacto de nuevas tecnologías en la investigación, y el efecto de la especialización en la ciencia.

Susana Biro estudió Física en la UNAM y astronomía en la Universidad de Manchester. Colabora en la Dirección General de Divulgación de la Ciencia en la UNAM y publica regularmente en las revistas Ciencias y ¿Cómo ves?, además de tener un libro más en su haber.


Ariel Ruiz (AR): ¿Por qué publicar un libro de astronomía en este momento, sobre todo este que está enfocado a un público más amplio que el de los especialistas?

Susana Biro (SB): Pues porque tenía muchas ganas de contar lo que aquí relato. También porque surgió la oportunidad y tuve la suerte de que Paidós me quiso publicar. AR: Uno de los artículos que más me llamó la atención es el de la correspondencia entre Joaquín Gallo y Emilio Nolte. Se trata de un muy entretenido y poco conocido episodio. De ello me interesa saber cuál ha sido el papel de los llamados "aficionados" en el desarrollo de la astronomía, ya que a ellos les ha tocado descubrir cosas en el cielo.

SB: Es muy importante la astronomía aficionada hasta el siglo XIX, en el que ni siquiera quedaba clara la diferencia entre aficionados y profesionales. La distinción no se empezó a hacer hasta mediados de ese siglo. Aquí hay un relato sobre William Herschel, que no pertenecía al Observatorio Nacional, no estaba en ningún instituto, y podríamos decir que era un aficionado. Sin embargo, hizo aportaciones muy importantes.

Mucha de la astronomía que se hizo antes de 1900 la hicieron gentes que nosotros llamaríamos aficionados, y era el único tipo de astrónomo que había en ese momento. Lo que pasa a partir de esa época es que surge la profesionalización, se forman estos gremios y se empieza a hacer astrofísica. Es en este momento cuando ya no cualquiera le puede entrar al quite, porque no se había estudiado física.

Desde esa época es cuando los aportes más fuertes los hacen los astrofísicos; sin embargo, hasta la fecha hay trabajos que están haciendo los aficionados. Hace poco hice un artículo sobre un astrónomo profesional, en esta moda de los tránsitos de los planetas (hay estrellas que tienen planetas, y una manera de saberlo es que si el planeta pasa enfrente de la estrella, baja la luz de la estrella, y es a lo que se llama tránsito) está buscando si ciertas estrellas sufren los sufren. Eso es algo que se puede hacer con un telescopio de un aficionado, por lo que él creó una página web donde invita a cualquier aficionado que tenga cierto equipo más o menos sofisticado, a entrar a su proyecto.

Pero ahora, en el siglo XXI, hay aficionados que han detectado un cometa; pero hacer el estudio detallado de ese cometa no lo pueden hacer, porque eso ya se hace con telescopios enormes y computadoras complejas.

AR: Me parece muy interesante el artículo que hace acerca de la correspondencia entre Gallo y Nolte. A grandes rasgos, ¿cuál diría que es la diferencia entre uno y otro, cuál es el apesto principal que separa al profesional y al aficionado a la ciencia?

SB: Gallo le va explicando a Nolte: tenemos un lenguaje en común, pero Nolte se inventa sus propios términos; usan las matemáticas, pero éste las usa mal. Además, agrega el científico, tenemos el cuidado de revisar los estudios de los demás y compararlos, y nuestros estudios los mostramos a los demás. La crítica abierta es muy importante.

Entonces la diferencia esencial es que Gallo está metido en todas estas reglas, que son las que ha establecido la ciencia. Para hacer ciencia tenemos que hablar el mismo idioma, tenemos que poder criticar al prójimo. Porque Nolte se resiste durante todos esos años a mostrar sus resultados, a lo que lo invita Gallo, pero no lo hace. La ciencia no puede ser secreta, porque entonces no hay avance. Entonces las cosas que le faltan a Nolte son sistema y crítica. Tiene mucho entusiasmo, muchas ganas, mucho conocimiento, pero desordenado y no crítico.

AR: En el mismo tenor, ¿hasta cuándo caminaron juntas la astronomía y la astrología? ¿Cómo se dio la diferenciación?

SB: La razón por la que vienen juntas es porque ambas tratan, inicialmente, de reconocer a los astros, ponerles nombres, observar sus posiciones. La interpretación de que éstas afectan a nuestras vidas es de la astrología; la astronomía dice que debe haber otra explicación, y encuentra la mecánica, que dice que el movimiento de los cuerpos se debe a la gravitación.

Acabo de estar en un congreso de historia de la ciencia, y allí conocí a una chica que está haciendo un trabajo acerca del paso entre astrología y astronomía en México en los siglos XVI y XVII. Lo que ella dice es que se trató de una batalla por territorio, y dice que la astrología estaba muy fuerte en lo popular, y llegan los astrónomos y quieren ganar territorio profesional. Entonces empieza una lucha por desprestigiar al otro, y en ella va ganando terreno poco a poco la ciencia.

AR: El libro versa sobre las herramientas materiales y las herramientas intelectuales para la investigación. ¿Cuál es la relación que se establece entre los avances técnicos y las teorías científicas en la astronomía?

SB: Ese es un tema para filosofía de la ciencia, pero hay ejemplos muy sencillos, y en el pasado los ejemplos son más sencillos todavía. En el momento de Galileo, Copérnico ya había planteado el heliocentrismo, es decir, que el sol está en el centro del universo. Pero no había mucha evidencia; entonces Galileo agarra el telescopio y encuentra, por ejemplo, que alrededor de Júpiter hay unos astros que giran, y que parece un minisistema solar. Aquí se puede ver cómo un avance tecnológico, que es el telescopio, hace que veamos algo diferente.

Entonces, una teoría que todavía no había acabado de cuajar, lo hace mucho mejor porque ahora tenemos evidencias más fuertes. Algo que no tenía sustento observacional de repente sí lo tiene.

Pero además, Galileo observa cosas que no se veían antes: ve que hay muchísimas más estrellas de las que hasta entonces se creía; entonces esa idea de que hay una bóveda celeste, que el universo se acaba en una esfera que nos rodea, se rompe u hay que empezar a pensar diferente.

También ve que la luna no es lisa, cuando Aristóteles y Platón habían dicho que todos los cuerpos celestes eran esferas perfectas; Galileo le ve montañitas a la luna.

Entonces una cosa tan sencilla como dos lentes y un tubo nos rompen el esquema, y tenemos que empezar a hacer esquemas nuevos.

Galileo me gusta porque es un ejemplo sencillo, y los del presente son del mismo estilo. Cada avance que hay nos hace pensar diferente.

AR: Entonces las herramientas materiales han ayudado mucho a modificar las herramientas intelectuales.

SB: Claro. Se retroalimentan unas con otras. No se puede hacer teoría sin entender de dónde vienen los datos, y éstos vienen del instrumento. No entiendo los datos si no entiendo el instrumento. Pero a la vez hago observaciones basadas en una teoría: apunto mi telescopio a una nebulosa planetaria, pero alguien ya me dijo lo que es ésta.

AR: En el libro se hace una breve revisión de las teorías astronómicas que han sido superadas. ¿A un astrónomo de hoy le sirve conocerlas?

SB: Creo que en toda profesión se debe conocer su historia. Al astrónomo le sirve lo mismo que a nosotros que somos ciudadanos de a pie, en el sentido de entender que la ciencia es así. Para el científico es muy importante que piense que lo que él está haciendo no es la última palabra, y que hay que ser muy críticos todo el tiempo.

Entonces está bien que en este momento yo esté especializado en una cierta teoría acerca de un cierto objeto astronómico, pero tengo que ponerme flojito y saber que puede que lo que yo esté haciendo no sea la mejor explicación. En este sentido, los ejemplos de la historia son importantes.

AR: Usted no está muy convencida de que muchos avances de la astronomía sean una revolución científica. ¿A qué se debe esto? ¿No encajarían muchos de ellos dentro de la obra clásica de Kuhn La estructura de las revoluciones científicas?

SB: En ese artículo, que se llama "La revolución científica, ni tan revolución ni tan científica", lo que yo quiero decir es que lo que nos pasa frecuentemente es que nos vamos con el puro nombrecito y no entendemos bien el proceso.

En la revolución francesa sí hubo dos años muy violentos y muy sangrientos; a eso sí le llamaría revolución. Pero la revolución científica empezó mucho antes de lo que nos imaginamos tiene muchos más personajes de los que creíamos y tardó mucho más tiempo de lo que pensamos.

Entonces, así como revolución, pues no. Una cosa que se ignora en la ciencia es que es un proceso, y que todos heredamos el conocimiento de nuestros predecesores. En este sentido las revoluciones de Kuhn no existen realmente. Cuando se acaba de romper lo que se tenía que quebrar, es porque pasó mucho tiempo, porque hubo mucha gente empujando.

El día en que Einstein publica sus teorías es un día notable, pero eso no es producto de un día, sino de mucho trabajo previo.

AR: Entonces ha sido un proceso acumulativo y continuo, no una ruptura radical.

SB: Exactamente, eso es lo que me importaba explicar en ese caso, y eso es lo que pasa en todas las áreas de la ciencia siempre.

AR: Muchos de los fenómenos astronómicos ocurren a millones de años luz de la Tierra. ¿Qué tanto nos acercan a esos lejanos fenómenos los experimentos que para emularlos se hacen en pequeñísima escala en los laboratorios a cargo de gente como Holmberg o el mexicano Raga?

SB: Lo que quiero mostrar es lo difícil de entender esos objetos tan lejanos, los intentos de hacer lo mejor posible, en cada caso, una aproximación -porque los modelos, a final de cuentas, son aproximaciones- que sirva para darnos algunas ideas. Obviamente que no podemos generar una galaxia aquí en el laboratorio y jugar con ella.

Los dos ejemplos que menciono, las galaxias simuladas con focos o por computadora son muy buenas aproximaciones y nos dan buenas pistas, pero no son el fenómenos real. Nos ayudan a entender un poquito mejor lo real. Si yo quiero entender de galaxias, hago modelos pero también hago observaciones y cálculos con las ecuaciones de la física. Si las tres se parecen, tengo un indicio de que no voy mal.

Pero la verdad absoluta acerca de las galaxias no la sabemos. Pero es una aproximación, y cada vez tratamos de hacerla mejor.

AR: Usted señala los avances en los intentos del hombre por fijar las imágenes del cielo, que es una trayectoria que va desde el simple ojo hasta instrumentos mucho más sofisticados como el telescopio y la fotografía, así como todos los progresos de la óptica. ¿Cómo ha cambiado ahora la investigación astronómica con otros avances como el video y la internet?

SB: El video sirve poco porque los fenómenos en astronomía son muy lentos, por lo que no podemos tomar video en vivo porque tendríamos que estar allí varios años. Pero si puede usarse; por ejemplo, tengo un amigo que estudia chorros de estrellas, saca fotos, las junta y las ha convertido en video.

Internet es muy interesante, es una barbaridad porque hace una diferencia tremenda. Primero, por la comunicación: la acelera, agiliza y flexibiliza de manera increíble.

Pero está empezando a suceder una cosa en internet que me parece todavía más interesante y que se lo acabo de oír a una astrónoma, que se llama minería de datos. Imagínese cuánto tiempo llevamos tomando datos y datos en diferentes frecuencias con diferentes telescopios, a diferentes distancias, con diferentes exposiciones. No hay suficientes astrónomos para trabajar la cantidad de datos astronómicos que hay ahora en todo el planeta. Entonces hay una cantidad de datos inmensa, por lo que se empieza a hacer es minería de datos; es decir, se está armando un Telescopio Mundial que es una especie de base de datos conjunta a la que se puede acceder por internet. Entonces si a mí me interesa la galaxia de Andrómeda, me meto allí y tenemos todas las observaciones que se han hecho de ella. Mientras que la persona que estudió Andrómeda hace diez años sólo tenía sus datos, yo puedo tenerlo de mil maneras.

Va a haber descubrimientos nuevos simplemente del análisis de los datos. Entonces internet es una gran herramienta que ni siquiera hemos acabado de explotar.

AR: También esos avances han causado una gran especialización del astrónomo. ¿Cuáles han sido los efectos de esa especialización sobre la investigación? Pueden ser más precisos, o poner más atención en ciertos aspectos, pero se puede correr el riesgo de perder un panorama más general.

SB: Es indispensable, porque de lo contrario no podríamos hacer avances en cierto temas. Pero ese es el punto de mi último artículo: la especialización es un arma de dos filos. Si no te especializas en galaxias espirales, entonces no avanzaríamos. Pero si te especializas demasiado, tal vez te estás perdiendo de mucho. Esto es algo que se aplica no sólo a los astrónomos. Creo que no sólo los astrónomos deben hablar entre ellos mismos, sino también con biólogos y químicos, porque a veces los métodos y las técnicas, o simplemente la manera diferente de pensar, enriquece su labor. Lo que está pasando en todo el mundo es que por seguir teniendo estímulos y salarios, la gente se especializa para publicar mucho y no piensa originalmente.

Si uno se especializa y va avanzando como hormiguita, va a avanzar de a pedacitos, pero se pueden hacer cosas muy interesantes si uno piensa diferente. Creo que el mensaje de ese artículo es decir: cuidado con especializarse demasiado.

AR: Además del suyo, ¿qué otros títulos nos recomendaría para acercar de manera sencilla a la gente a la astronomía?

SB: De los que vienen en la bibliografía, me gustan muchísimo un español, Javier Ordóñez, con sus libros Teorías del universo, del que van dos volúmenes. Allí cuenta la historia de la astronomía, pero dentro de un contexto histórico, social, político y religioso, y relata cómo pudo evolucionar esta disciplina adentro de la sociedad, que es, para mí, la única manera de verlo. El puro recuento de las ideas no tiene mucho interés, para mi gusto.

Otro más es Los sonámbulos, de Koestler, que es un libro delicioso. Él era un reportero que hacía cosas de política, pero se interesó en el tema, y escribió un libro que es polémico, porque tiene mucho de su opinión propia, que no necesariamente son los hechos. Cuenta una época en la que se van peleando las teorías. Es un libro muy rico para agarrarle el gusto.

La Vida de Galileo, de Bertoldt Brecht, es muy bueno porque lo pone en otro plano, lo enseña de otra manera, además de ser muy informado.

Otro es el de Sueños de Einstein, de Alan Lightman. El autor es un escritor y astrónomo, y ese es su mejor libro, en el que trata de imaginarse las diferentes maneras en que Einstein pensaba el espacio-tiempo antes de que sacara su propia teoría. Entonces son historias acerca del tiempo. Es de ese tipo de libros que no son de divulgación pero que te dejan la duda y la inquietud por saber más.



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