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27 de junio del 2005 |
Un orden internacional más justo (II)
Elaboración: Franklin Canelos, Oswaldo Padilla,
2. Estrategia global
El Ecuador requiere una visión de corto, mediano y largo plazos del problema del endeudamiento -público y privado- y una concepción estratégica para enfrentarlo, que se atenga a los siguientes principios básicos: 1. El pago de la deuda externa no puede ser, en ningún momento, un freno para el desarrollo humano o una amenaza para el equilibrio ambiental. 2. Tampoco es aceptable, dentro del derecho internacional, que los arreglos de deuda externa sean instrumentados como herramientas de presión política para que un Estado acreedor o una instancia controlada por los Estados acreedores impongan condiciones a un Estado deudor, que se han reflejado especialmente en el ajuste y en las reformas estructurales. Este principio abre la puerta para que cada país desarrolle su propia política económica y no permanezca atado a las condicionalidades del FMI y del Banco Mundial. 3. Todas las partes involucradas en el problema deben tener un trato equitativo que implica el derecho de ser escuchadas. En consecuencia, un mecanismo de resolución de los conflictos vinculados a la deuda en tribunales internacionales aseguraría un trato equitativo a los deudores y acreedores. Hasta ahora han intervenido tanto los representantes gubernamentales como los privados, por lo que faltaría incorporar activamente a los representantes de la "sociedad civil", que es normalmente el sector más afectado por la crisis de la deuda y su manejo. 4. Para el servicio de la deuda contratada y renegociada con acuerdos definitivos y en condiciones de legitimidad, habrá que establecer parámetros claros en términos fiscales que garanticen el cumplimiento del compromiso adquirido sin afectar el desarrollo del país deudor. Así, dicho servicio dentro del Presupuesto del Estado no podrá afectar las inversiones sociales y tampoco minimizar el potencial de desarrollo. 5. En términos comerciales se debe partir de la capacidad real de pago de un país. Se espera que exista un superávit como condición mínima para servir la deuda, caso contrario se mantendrá en la espiral sin fin de contratar nueva deuda para pagar la vieja. Como principio se requiere de un esquema que estimule la compra de productos de los países endeudados por parte de los acreedores. Por eso, las rebajas de la deuda deben ir en relación directamente proporcional a las restricciones comerciales de los acreedores; a más barreras arancelarias más desendeudamiento. 6. Hay que incorporar por igual cláusulas de contingencia para el comercio exterior y para las finanzas internacionales que conduzcan inexorablemente a la suspensión de pagos, si se produce una caída sustantiva de los precios de las materias primas, por ejemplo. En tales circunstancias, por ejemplo, se suspenderían los pagos hasta que se restablezca el equilibrio. Igualmente, si la tasa variable de interés supera una banda razonable con relación al momento de la firma del crédito, se pospondría el servicio hasta que se fije una nueva tasa. Principales rasgos del endeudamiento La deuda externa es tan antigua como la formación de las repúblicas latinoamericanas, y presenta unos ciclos crediticios recurrentes. En ese contexto el endeudamiento público y privado es un medio recurrente para resolver la escasez de medios financieros, que, como dijimos antes, son provocados con frecuencia por la misma lógica del mercado internacional. El manejo del endeudamiento público y privado ha sido determinado por: 1. Los grupos oligárquicos nacionales, acumuladores de patrimonio con más vocación especulativa que productiva, sin mayores motivaciones por invertir y trabajar en la economía nacional, ni mucho menos con vocación para acrecentar la productividad y la competitividad; y, el orden económico internacional, especialmente en lo referido al ámbito monetario-financiero. 2. La deuda ecuatoriana se inscribe así en un contexto de posiciones políticas y de conductas que conducen a la generación de vastos beneficios para los grupos oligárquicos, a costa de la gran masa de la población sacrificada con el manejo perverso de dichas políticas. 3. El uso de la deuda pública, y también de la deuda privada, interna y externa, se ha dado en sustitución del ahorro y de una mayor tributación, en el caso de la deuda pública, y del ahorro e inversión en el país, en el sector privado. El mal empleo de la deuda contratada efectuado con desperdicios, corrupción y en proyectos sin garantía de eficiencia ni rendimientos económicos. 4. La minimización de la carga tributaria directa -impuesto a la renta y el patrimonio-, al utilizar más los impuestos indirectos, que a causa de la precaria demanda de los estratos populares resulta insuficiente para el financiamiento del presupuesto. 5. Las bajas reservas monetarias internacionales, resultantes de las fluctuaciones negativas de las exportaciones, de la alta propensión a importar y de los pagos al exterior de utilidades e intereses, más la salida de capitales. Estas políticas nunca se han racionalizado ni han sido tratadas con sentido preventivo; menos planificadas, ni armonizadas convenientemente. De ahí el permanente desequilibrio financiero interno y/o externo, y las tendencias más caotizantes, que coherentes de la política económica-financiera, con la consiguiente carga o presión sobre la economía real y las poblaciones de nuestros países. Las circunstancias anteriores, han conducido a:
1. La acumulación de elevados montos de deudas, con servicios que tienden a concentrarse en algunos años (curva de camello) que hacen imposible su pago. Por todo lo anterior sabemos que deudas desde el inicio impagables se transformaron, a través de procesos largos con concesiones minúsculas, en crecientes problemas generadores de nuevas incertidumbres, que afectan a los países pobres y que debilitan el mismo mercado financiero internacional.
Notas
(*) Participantes en el primer encuentro de marzo: |
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