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La insignia
23 de junio del 2005


Ecuador

Un orden internacional más justo (I)


Elaboración: Franklin Canelos, Oswaldo Padilla,
Fander Falconí y Alberto Acosta.
La Insignia. Ecuador, marzo del 2005.


Introducción: Antecedentes de los encuentros
«Ecuador: Deuda externa, sus alcances y perspectivas»

La amplia y recurrente volatilidad de los mercados financieros en los últimos años ha causado una serie de crisis bancarias y financieras. Los mercados financieros son cada vez más propensos a dichas crisis, con impactos diferenciados en los países desarrollados y en los países subdesarrollados; estos últimos se han visto duramente afectados por dichas crisis.

En este contexto hay que reconocer que la estabilidad financiera no opera solamente en función del interés de los pobres, sino también en el interés de las economías del norte. Nos parece que, en general, falta mucha reflexión sobre este asunto, aunque, en algunos casos, hay indicios de preocupación en el ámbito gubernamental, mientras el sector privado considera con frecuencia que la volatilidad financiera es un mero "factor externo".

Durante la reunión celebrada del 20 al 22 de octubre del 2004 en Quito, convocada por CLAI, ILDIS y "Pan para Todos" (BfA), se logró generar una discusión sobre las crisis financieras, sus elementos sistémicos y su impacto social y económico. La reflexión tuvo como ejes centrales los aspectos técnicos así como los aspectos éticos, en la búsqueda de consolidar alternativas al sistema actual.

Entonces se plantearon algunas acciones futuras y se discutió cómo continuar en nuestro compromiso como sociedad civil e iglesias con el sector público y privado en términos de la estabilidad financiera. Con este fin, se trabajó sobre algunas experiencias que ya se han llevado a cabo en diferentes países. Luego se definió los detalles para la celebración de un taller en América Latina, previsto para junio de 2005, en Buenos Aires (Argentina), donde se utilizarían como insumos las reflexiones y propuestas identificadas en la mencionada reunión.

A la luz de estos procesos y acuerdos se estableció la necesidad de sistematizar y presentar propuestas concretas en torno a los flujos de capital financiero y sus impactos en la vida cotidiana de nuestros pueblos en América Latina y el Caribe.

El tema central para el proceso será: "Reducir las desigualdades sociales enfrentando la especulación y la inestabilidad financiera". Los ejes temáticos considerados para el Taller Regional a realizarse en junio de 2005 en Buenos Aires son:

Estabilidad Financiera: La inestabilidad financiera afecta sobre todo, al crecimiento económico de los países del Tercer Mundo. ¿Se puede lograr la reducción de la volatilidad financiera a través de controles e impuestos sobre los flujos de capital, tal como la tasa Tobin? ¿Se pueden plantear otros mecanismos para reducir la volatilidad financiera?

Finanzas para el desarrollo productivo: La volatilidad financiera ha dado como resultado retenciones de fondos de inversión de los proyectos productivos (corralitos financieros) o la reducción drástica de se valor por variaciones en las tasas de cambio y, en casos extremos hasta la pérdida definitiva de esos capitales. ¿Cómo se puede canalizar el financiamiento externo hacia el sector productivo y evitar una desinversión en el mismo?

Finanzas para la inversión social: ¿De qué manera el sector financiero puede considerar de manera prioritaria, la concesión de créditos a microempresas y el financiamiento de actividades empresariales que generen empleo y protejan el medio ambiente?

Deuda externa: El servicio de la deuda externa ha llegado a niveles exorbitantes en el presupuesto de los Estados del mundo empobrecido, generando limitaciones fiscales muy fuertes en los ámbitos de la educación y salud públicas, particularmente. ¿Cómo lograr reducciones de la deuda? ¿Cómo procesar el tema de la deuda desde su juridización? ¿Cómo abordar los mecanismos de canje de deuda por proyectos sociales en educación y salud, y/o en defensa y protección de bosques primarios generadores de oxígeno y agua? ¿Qué se puede hacer para evitar una nueva crisis de la deuda? En suma, ¿es posible pensar en soluciones globales para enfrentar un problema global?


Objetivos del Encuentro "Ecuador: Deuda externa, sus alcances y perspectivas"

Al Ecuador se le asignó el tema de la deuda externa y, en reuniones de los organizadores del Encuentro (ILDIS, CLAI y BfA, a los que se sumó posteriormente Jubileo 2000 Red Guayaquil), se determinó la conveniencia de trabajar en un primer momento (denominado Encuentro I) varios análisis y propuestas que una vez consensuadas sean instrumentos para el diálogo de la sociedad civil con los sectores financieros gubernamentales y privados, que se realizará durante el Encuentro II.

Este documento pretende recoger, en lo esencial, las reflexiones y propuestas generadas en el encuentro "Ecuador I: Deuda externa, sus alcances y perspectivas", celebrado en Quito (Ecuador), los días 2 y 3 de marzo del 2005 (*). El segundo encuentro se realizó el miércoles 15 de junio.


1. La deuda externa, sus implicaciones y la reproducción y acumulación de los capitales financieros internacionales

Para comprender la deuda externa -con sus profundas implicaciones para el desarrollo del país- se requiere conocer las necesidades de reproducción y acumulación del capital financiero internacional, que depende, en primera línea, aunque no exclusivamente, de sus demandas de acumulación. La deuda externa de los países subdesarrollados no sólo es un problema derivado de sus desequilibrios financieros o del mal uso de sus recursos, sino también de la lógica y dinámica de las finanzas internacionales, que priorizan la esfera financiera por encima del sector real de la economía como nueva forma de regulación de la acumulación capitalista.

A lo largo de la historia financiera internacional se puede observar que los países deudores repetidamente toman créditos, tienen un auge, declinan, cesan los pagos y la vida continúa. Los casos de las cesaciones de pagos más frecuentes se dan en aquellas etapas en las que la economía de los países líderes sufre una recesión. Así, por ejemplo, cuando la bolsa de Londres sufrió un desplome en octubre de 1825, se llevó consigo a los precios de las materias primas y acto seguido las nacientes repúblicas sudamericanas y México suspendieron pagos por un periodo de casi treinta años. Durante la década de 1870, otro desplome de la bolsa de Londres arrastró los precios de las materias primas y los países cesaron pagos casi sin excepción, por un periodo de casi treinta años igualmente. En el periodo de los años 30 del siglo XX se repitió la misma historia por la misma causa. Los impagos se resolvieron veinte años más tarde, a fines de la década de 1940 o en los años 50. El problema resurgió en 1982: esta vez no hubo desplome de bolsas, pero sí del precio de las materias primas acompañado de un alza brusca de las tasas de interés.

Su explicación radica especialmente en la inestabilidad de la economía internacional, que es cíclica y que pasa por alzas y bajas; una situación inherente al capitalismo, por lo demás. Y esa fragilidad de la situación internacional eleva el riesgo de crisis en las economías empobrecidas, que viven angustiadas por las presiones financieras.

El endeudamiento externo de los países pobres suple las necesidades financieras internas, afectadas, casi siempre, por la misma lógica excluyente y expoliadora del sistema dominante. Los préstamos se realizan a una tasa de interés -impuesta por los acreedores- que, por lo regular, incluye una prima de riesgo, determinada -casi siempre en forma subjetiva- por los acreedores y que se conoce como riesgo-país. En tal virtud, un préstamo se fundamenta en un análisis de riesgo de crédito establecido desde afuera, sin considerar las condiciones reales de la economía del país deudor. Por ello, los acreedores externos y la comunidad financiera internacional -en el contexto del orden económico internacional-, al mantener una posición dominante y al desplegar prácticas no ajustadas a la realidad de los deudores, tienen corresponsabilidad en el endeudamiento externo de los países subdesarrollados y en su ardua problemática.

El orden económico internacional, creado después de la II Guerra Mundial con la misión de reconstruir y consolidar la economía de mercado, ha establecido con severidad que:

1. La inversión extranjera y la deuda están íntimamente asociadas a la explotación de recursos de alta potencialidad rentable.
2. La inversión extranjera no debe tener restricciones por parte de los países receptores; no debe ser confiscada ni expropiada o nacionalizada por el Estado; si lo es, debe ser indemnizada adecuadamente, no debe restringirse ni condicionar su salida ni la remisión de utilidades.
3. Toda deuda debe ser pagada -su capital e intereses- y no es condonable, salvo acuerdos internacionales de los acreedores. La suspensión de pagos origina un conflicto con el gobierno del país deudor, que en lo inmediato se resuelve bajo promesa de pronta negociación a partir de un nuevo plan de pagos.
4. Toda inversión y deuda externa tienen opción de asegurarse contra riesgos políticos en alianza con el Estado inversor o acreedor, así como con los organismos multilaterales de crédito, por lo que el incumplimiento de acuerdos establecidos genera, muchas veces, un conflicto entre Estados.
5. La deuda militar o bélica es de corto plazo y no es reprogramable.
6. Toda deuda e inversión queda sometida a la legislación y tribunales de los países acreedores e inversores; un asunto que será aún mucho más marcado como consecuencia de la firma del TLC.
7. El impago de la deuda o la retención de capitales y/o sus réditos o su expropiación, da lugar a represalias por parte del país acreedor o inversor (retención de despachos, suspensión de ventas, paralización o suspensión de la cooperación), y en los organismos internacionales multilaterales detenimiento de operaciones, etc.
8. La deuda con los organismos internacionales mutilaterales (FMI, BM, y sus entidades asociadas, BID, etc.) no se reprograma ni condona, salvo para los Países pobres Altamente Endeudados (HIPC); pero se suele aprobar nuevos préstamos como parte de largos y casi siempre incumplibles procesos de renegociación de las deudas.
9. Condicionantes de los procesos de reprogramación con bancos y con el Club de París:
-Demostración de la imposibilidad de pagar (RMI muy bajas o agotadas);
-Buen cumplimiento de servicios anteriores;
-Revisión de toda la deuda;
-No repudio de deuda ni problemas con inversiones ni otra clase de situaciones con acreedores;
-Informe del FMI y acuerdo de stand by;
-Posición determinante del acreedor principal y solidaridad de los demás acreedores;
-Las deudas sin seguro no entran en los procesos de reprogramación, pero deben reprogramarse;
-Se renegocia país a país; no en grupo o por regiones;
-Al deudor débil se le exige pregarantizar pagos de intereses y/o del capital; y demostrar que se está desendeudando;
-Legislación nacional que respalde y reconozca la reprogramación, y costos de la misma por cuenta del deudor (excepto el Club de París);
-Las tasas de interés no deben diferenciarse demasiado de las del mercado internacional.

Ante esas imposiciones es necesario apoyar un nuevo y mejor sistema monetario y financiero internacional, lo cual no se resuelve con una simple reforma desde adentro de las instituciones de Bretton Woods. Se precisa un nuevo Bretton Woods que ayude a regular y normalizar otro proceso de globalización sobre bases de solidaridad y sostenibilidad hacia las regiones en desarrollo, en un marco de democratización urgente de dichas instituciones.

En tal contexto, un objetivo inmediato consiste en cambiar las normas establecidas a fin de reducir en forma drástica la salida de recursos hacia el norte y de ser posible, suspenderla, de modo que los países en desarrollo no exporten también sus excedentes en beneficio de las economías industrializadas.

Se precisa una suerte de condicionalidades positivas que permitan cambiar las relaciones financieras internacionales. Esa posición no será asumida fácilmente por los gobiernos, tanto de los países deudores como de los acreedores; es una tarea que debe impulsar y asumir la sociedad civil de las naciones pobres e incluso de los países ricos, donde comienza a consolidarse una preocupación creciente sobre esta problemática. Ello significa redoblar la lucha para desmontar las injustas estructuras e instituciones existentes y, a su vez, consolidar un sólido compromiso ético para construir un orden internacional más justo e instituciones más democráticas y equilibradas, que permita desnudar las inequidades, especulaciones y trampas que aparecen en el manejo de la deuda externa -a menudo mañoso-, que la han transformado en una deuda eterna.


Notas

(*) Participantes en el primer encuentro de marzo:
Acosta Alberto, Acosta Jorge, Arias Hugo, Batista Israel, Canelos Franklin, Calderón Natalia, Calvas Glenda, Cardoso Byron, Carrasco Adrián, Carrasco Carlos Marx, Contreras Jacqueline, Corral Luís, Correa Rafael, Cruz Janeth, Dávalos Pablo, Dávila Patricia, Donoso Aurora, Falconí Fander, Jácome Hugo, Langer Michael, Larrea Carlos, López Estuardo, Meneses Alexandra, Moncada José, Moncada Martha, Padilla Oswaldo, Quintero Manuel, Ortiz Rafael, Padilla Oswaldo, Patiño Ricardo, Pazmiño Patricio, Portaluppi Carolina, Robalino Fernando, Ruiz Alejandro, Sacoto César, Schweinfurth Arne, Sierra Enrique, Valencia Eduardo, Viteri Rafael, Weber Gabriela, Zary Marielena.



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