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La insignia
24 de junio del 2005


EEUU

Cierre Guantánamo y desvele lo demás


Irene Khan
Amnistía Internacional, junio del 2005.



La historia está llena de personas que permanecieron en silencio ante los abusos. Con ello, la única causa a la que contribuyeron fue permitir que se cometieran más abusos con impunidad. Amnistía Internacional no está dispuesta a engrosar sus filas.

Cuando publicamos nuestro Informe anual 2005, una evaluación anual de los abusos cometidos contra los derechos humanos en 149 países de todo el mundo, incluimos un capítulo sobre Estados Unidos y denunciamos, entre las críticas, las prácticas estadounidenses en la "guerra contra el terror", incluidos la detención indefinida sin cargos ni juicio y la tortura.

Esto desencadenó un ataque verbal sin precedentes de destacadas personalidades de la administración, incluidos el presidente Bush, el vicepresidente Dick Cheney, la secretaria de Estado Condoleeza Rice, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld y el presidente del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, general Richard Myers.

El lenguaje empleado en nuestro Informe anual 2005 era claro. No insinuábamos, como algunos han interpretado, que los gulags soviéticos y Guantánamo son abusos equivalentes. Nuestro argumento era que ambos son símbolos de los abusos contra los derechos humanos cometidos por superpotencias en sus respectivas épocas.

Los malos tratos a que son sometidos los detenidos en Guantánamo son una vergüenza para los mejores valores estadounidenses, además de para las normas internacionales. Un centro de detención en el que los reclusos permanecen prácticamente incomunicados, sin cargos, juicio o acceso debe ser condenado por los ciudadanos estadounidenses y por todas las personas a quienes les importan la verdad, la justicia y la libertad.

Las acciones de Estados Unidos son también un regalo propagandístico para los grupos armados que cometen actos brutales de violencia, y una distracción de la necesidad de garantizar que estas personas comparecen adecuadamente ante la justicia.

Pero Guantánamo no es un caso único, sino la punta de un iceberg de abusos, el eslabón más conocido de una cadena de campos de detención que van desde la base aérea de Bagram, en Afganistán, hasta las prisiones de Irak y otros lugares.

Siguen filtrándose pruebas y denuncias de abusos, torturas y asesinatos de esta sombría red de centros de detención. Pero pese a la preocupación en Estados Unidos y otos países, la administración no ha realizado una investigación totalmente independiente.

La realidad es que las políticas y prácticas estadounidenses de interrogatorio y detención en el contexto de la "guerra contra el terror" vienen infringiendo deliberada y sistemáticamente la prohibición absoluta de la tortura y los malos tratos consagrada en los tratados internacionales. Donald Rumsfeld aprobó personalmente un memorándum en diciembre de 2002 que permitía el uso de medios de interrogatorio ilegales, como técnicas de "estrés y padecimiento", el aislamiento prolongado, desnudar a la víctima y el uso de perros en la Bahía de Guantánamo.

Esta actitud displicente hacia principios de la justicia y la libertad acordados internacionalmente es ilegal y está causando un enorme daño al marco de los derechos humanos y a la autoridad moral de Estados Unidos como paladín de estos derechos. Además, transmite a los gobiernos represivos de todo el mundo el mensaje de que algunos abusos, como la tortura y los tratos crueles, inhumanos y degradantes, son aceptables.

Amnistía Internacional ha compilado cuidadosamente numerosos informes en los últimos años y publicado cientos de páginas de pruebas y denuncias de abusos graves contra los derechos humanos cometidos por agentes de Estados Unidos en la "guerra contra el terror". La administración estadounidense no ha respondido a ninguno de estos informes, en marcado contraste con su respuesta retórica y defensiva a la presentación de nuestro Informe anual 2005.

Es evidente que la administración considera que ese ataque es la mejor defensa. Muy bien. Después de más de 40 años de denunciar abusos contra los derechos humanos dondequiera que se cometan, Amnistía Internacional se ha acostumbrado a recibir ataques de gobiernos de todo tipo y forma. Normalmente muestra que hemos dado en el blanco.

Lo que no está tan bien es que la administración no aborde el fondo y el detalle de los motivos de preocupación de Amnistía Internacional. No importa que Dick Cheney diga que no se toma en serio a Amnistía Internacional. Pero sí importa que tanto él como sus colegas se tomen en serio los derechos humanos.

El actual debate ofrece a la administración una oportunidad perfecta para demostrar que está dispuesta a cerrar la brecha que separa la retórica de la realidad y abordar los motivos de preocupación de fondo que Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos han denunciado en reiteradas ocasiones en los últimos años.

Presidente Bush: el desafío es claro. Cierre el campo de detención de Guantánamo y acuse formalmente a los detenidos en aplicación de las leyes estadounidenses ante los tribunales estadounidenses o póngalos en libertad. Desvele el resto y respalde una investigación completa e independiente sobre las políticas y prácticas estadounidenses de detención e interrogatorio, incluidos la tortura y los malos tratos.

Reafirme los principios básicos de la justicia, la verdad y la libertad de los que tanto se enorgullecen los estadounidenses. Haga de Estados Unidos una auténtica fuerza para el bien en un mundo dividido y peligroso.



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