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La insignia
27 de julio del 2005


Emigración y saqueo


Eduardo Stanley
Pacific News Service / La Insignia. EEUU, julio del 2005.
Fotografía: Carmen Ramirez Bascán


La historia del pueblo wayuu es similar a la de todos los pueblos indígenas: tratar de sobrevivir y evitar el despojo territorial y cultural. El wayuu es el más numeroso de los 84 grupos indígenas de Colombia, que hablan 64 idiomas y suman unas 140.000 personas, además de 170.0000 en Venezuela. Es un pueblo nómada que habita la zona norte del país y migra internamente de acuerdo a las condiciones climáticas. Los wayúu son tradicionalmente pescadores y pastores, y vivían en relativa calma hasta hace menos de una década, cuando la violencia social del país y poderosos intereses pusieron los ojos en sus tierras.

"Poco a poco, nuestras tierras han sido invadidas por paramilitares y hubo masacres, como la realizada en el 2004 -dice Carmen Ramirez Bascán-. Entonces asesinaron con lujo de violencia a varios indígenas y secuestraron a otros, incluyendo mujeres y niños." El objetivo, afirma, es lograr el control de las tierras de la mina abierta de carbón más grande del mundo, "El Cerrajón". Por ley, no se pueden comprar ni vender estas tierras sin aprobación de los indígenas. La violencia está destinada a quienes se oponen a vender o para crear temor y forzar negociaciones de las que se beneficiarían ciertas corporaciones.

Debido a la violencia, muchos wayuus se están marchando a Venezuela. Según Ramírez Bascán, a pesar del carácter binacional de este grupo étnico, al migrar forzadamente y no ser tratados como refugiados, no reciben igualdad de oportunidades. En consecuencia, los niveles de pobreza son muy altos y las condiciones de vivienda y salud, muy bajos. "Estamos empezando a organizarnos, queremos negociar con el gobierno y diferentes organizaciones de base la protección de quienes regresan", comenta. El problema principal, asegura, es que el gobierno colombiano no garantiza la seguridad interna, y su colaboración con los paramilitares es muy obvia.

Los indígenas se oponen a la expansión económica que atenta contra sus territorios. "Queremos que se respete el derecho a la consulta de nuestra comunidad, nuestro autogobierno", dice Ramírez Bascán, y agrega que no se oponen a realizar negocios aunque quieren que se realicen con el acuerdo de los dueños de las tierras: "sabemos que quieren comprarnos, dividirnos, pero no nos quedaremos de brazos cruzados".

"Hay muchos procesos migratorios más allá de México y Estados Unidos", dice con una sonrisa. Y menciona que muchas organizaciones, incluso de carácter oficial, no consideran la migración interna como un proceso migratorio "serio". Sólo al pasar a Venezuela, el caso de los wayuus se considera oficialmente como emigración.

Para esta activista, la situación de los indígenas del área es delicada. "El Plan Colombia afecta a la población del país y en particular a nuestros pueblos", dice refiriéndose al plan gubernamental financiado por Estados Unidos por medio del cual, supuestamente, se busca eliminar el narcotráfico. "En realidad es parte de un plan de expansión económico de las corporaciones que afecta nuestras tierras y cultura."

El gobierno de Washington destina millones de dólares a la militarización de amplias zonas de Colombia, incluidas zonas fronterizas con Ecuador. Los conflictos bélicos y los cambios ambientales que se están produciendo generan migraciones internas en ambos paises, con la secuela de miles de personas desplazadas y marginadas, aumento de la pobreza, problemas de vivienda y alimentación.

"El Plan Colombia es un atentado contra la calidad de vida y el medio ambiente -afirma Ramírez Bascán-. La campaña 'antiterrorista' de Estados Unidos es el lenguaje de este proceso." Lo dice claramente, para que no queden dudas.



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