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La insignia
26 de julio del 2005


El informe PISA 2003 (I)


Felipe Romero
Divergencias. España, julio del 2005.


Apagados los ecos políticos y mediáticos del Informe Pisa 2003, conviene repasar algunos de sus resultados más interesantes. PISA (1), programa para la evaluación internacional de alumnos, es un estudio internacional que evalúa de forma comparada el rendimiento educativo de alumnos de quince años, orientado a la política educativa y gestionado por la OCDE. No evalúa contenidos curriculares sino conocimientos y destrezas para integrarse en la vida adulta. Se centra en el desempeño del alumnado y en las variables de éste; sin embargo, no considera la repercusión de los estilos de enseñanza del profesorado. En el caso español participaron más de 10.000 alumnos y 383 centros de las diecisiete Comunidades Autónomas (CCAA), pudiéndose realizar análisis específicos para Castilla y León, País Vasco y Cataluña, que decidieron efectuar un sobremuestreo. En el estudio del 2003 el 67% de las preguntas hacen referencia a las matemáticas.

En los sucesivos artículos abordaremos la tipología de pruebas utilizadas, la equidad de los sistemas educativos, la repercusión de la clase social y la titularidad del centro, así como variables referidas a la autopercepción del alumnado. Buena parte de la información presentada se basa en la lectura de documentación aportada por Ramón Pajares, jefe de área del INECSE (2). Un análisis también de utilidad, acompañado de recomendaciones, puede verse en la web de la Real Sociedad Matemática Española (.pdf) (3).

Aunque calificar de "buenos" o "malos" los resultados no es el objetivo de estos artículos, conviene iniciar el repaso con una simple tabla que sitúa el rendimiento de los alumnos españoles en relación a las matemáticas. Las puntuaciones se expresan en una escala de 500 puntos de media (valor medio OCDE) y con una desviación típica de 100. Puede observarse que España queda, de forma estadísticamente significativa, por debajo de la media OCDE, sin diferenciarse de países como EEUU, Polonia, Noruega y Hungría, por encima de países OCDE de nuestro entorno como Italia, Portugal y Grecia y por debajo de los países nórdicos, centroeuropeos, de Oceanía y asiáticos. También, de forma significativa, los resultados de los alumnos de Castilla y León y País Vasco son mejores que los de alumnos catalanes y del resto del Estado.

Pero comencemos el análisis más detallado del informe por las pruebas que utiliza. Un ejemplo representativo, aunque no extraído del último estudio sino de las pruebas liberadas del año 2000, es el siguiente.

Con este ejemplo podemos mostrar tres cuestiones:

- Por un lado, frente al discurso simplón del desconocimiento de nuestros alumnos, convendría saber cuántos adultos son capaces de resolver satisfactoriamente la siguiente tarea: "Calcula el área de la planta del ático ABCD. El área de la planta del ático ABCD es igual a ..................... m2."

- La respuesta correcta es "144". Los resultados españoles son asombrosamente malos. Solo el 28,6% de los alumnos de nuestro país es capaz de dar con la respuesta, frente al 61,0% del conjunto de a OCDE. Explicarían estos resultados, y al parecer buena parte de nuestros débiles resultados, dos argumentos recurrentes: por un lado, la principal dificultad de este ejercicio no reside en la formulación matemática a utilizar sino en la tarea de comprensión lectora que implica. España presenta, al igual que en Matemáticas, un rendimiento menor que la media de la OCDE.

- Por otro, la tipología de cuestiones. El caso presentado supone la creación de un contexto previo de cara al planteamiento de la tarea e implica también la lectura y puesta en relación del párrafo con la información aportada por el gráfico, de forma similar al modo en que en la vida adulta se produce la integración de información textual y gráfica.

Ninguno de estos dos rasgos caracteriza a las pruebas de evaluación utilizadas habitualmente en nuestros centros. En resumidas cuentas, los resultados españoles, insatisfactorios si se quiere, se obtienen mediante la aplicación de unas pruebas que no se asemejan a las que habitualmente se enfrentan los alumnos. Esta habituación repercute incluso en la percepción de autoeficacia de los chavales.

Así los jóvenes españoles se sienten así mismos más capaces de resolver ecuaciones cuadráticas o lineales que la media de la OCDE, pero inferiores en buena parte de las tareas cotidianas que implican la utilización de las matemáticas, como estimar el área de un suelo, leer gráficos de un diario o calcular el consumo de un coche. Es decir, más capaces de resolver tareas asociadas a las demandas escolares, menos capaces de resolver tareas prácticas de aplicación.


Notas

(1) http://www.pisa.oecd.org/pages/0,2987,en_32252351_32235731_1_1_1_1_1,00.html
(2) http://www.ince.mec.es/
(3) http://www.rsme.es/gacetadigital/abrir.php?id=475



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