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La insignia
25 de julio del 2005


La lucha de los trabajadores portuarios de Kaliningrado


CIOSL, julio del 2005.


En el puerto de Kaliningrado (*), pulmón industrial de la región, que este mes de julio festeja con gran pompa sus 750 años de existencia, se concentran las luchas sociales rusas de estos últimos años. Desde 1997 hay un conflicto entre la patronal del puerto comercial y un puñado de trabajadores del mismo. Entrevista a Serguei Danilenkov, del sindicato de estibadores de Rusia (RPD-KTR).


-¿Podría hacer una breve reseña de estos diez años de lucha?

-En 1995 creamos nuestra propia organización -el sindicato ruso de estibadores - siguiendo el modelo de otros sindicatos alternativos creados en otros puertos de la Federación Rusa. Esos sindicatos lograban hacer que mejoraran los salarios y las condiciones de trabajo. Nosotros no estábamos contentos con el convenio colectivo que había hecho el otro sindicato situado en el puerto comercial. No se trataba únicamente de una cuestión salarial. Entraban también en juego la atención médica gratuita y cuestiones inherentes a la dignidad. Los estibadores teníamos que trabajar en medio del carbón y el polvo. Sin embargo, apenas si podíamos conseguir un pedacito de jabón por mes que se nos terminaba en un par de días. La patronal se negaba de plano a dialogar con nosotros. Dadas esas condiciones, lo único que nos quedaba era hacer huelga. Eso hicimos en octubre de 1997. Conseguimos aguantar dos semanas. De los 500 trabajadores del puerto comercial, algo más de la mitad formaba parte de nuestro sindicato y la mitad de nuestros miembros se adhirieron a la huelga. El trabajo en el puerto se atrasaba. La patronal continuó haciendo caso omiso de nosotros y contrató esquiroles. Intentamos que las autoridades municipales y el gobernador se solidarizaran con nuestros problemas, pero sin éxito. Comprendimos entonces que estaban todos aliados contra nosotros y tuvimos que volver al trabajo. Como represalia, la patronal decidió agrupar a los miembros de nuestro sindicato en equipos de unos cincuenta trabajadores, es decir, alrededor del triple de los trabajadores necesarios.

-¿Querían impedir que ganaran lo mismo que ganaban antes de la huelga?

-Efectivamente, porque se nos paga a destajo. Ésa fue una maniobra de la patronal para que tuviéramos mucho menos trabajo y cobráramos nada más que de 1.000 a 2.000 rublos, mientras que los demás seguían ganando unos 5.000 rublos. La vida se hizo muy difícil, sobre todo para quienes tenían familiares a cargo. Se hostigaba a los parientes que trabajaban en el puerto. La presión era monetaria y sicológica. Se utilizaban todos los métodos posibles. La patronal incitaba a los compañeros a abandonar el sindicato prometiéndoles primas de 1.000 rublos. Nos anunció asimismo que no tendríamos más que 40 horas de trabajo por mes. Y siempre se nos daban las tareas más ingratas: cavar zanjas, sacar la nieve o limpiar los baños. Progresivamente, el trabajo de carga y descarga lo iban asumiendo trabajadores menos calificados que nosotros. En lo concerniente a las pruebas que tenemos que pasar todos los años para verificar nuestra capacidad de trabajar en condiciones peligrosas (durante los 14 años que trabajé en el puerto hubo varios accidentes mortales), curiosamente, en 1998 fui reprobado, cuando antes siempre obtenía el puntaje máximo. Tampoco aprobaron muchos otros miembros del sindicato.

-¿Los ayudaron los demás sindicalistas?

-Sí, los sindicatos aliados de los puertos de Múrmansk et de Novosibirsk nos mandaban cartas de apoyo y dinero. En el plano internacional, la campaña que llevó a cabo la ITF tuvo una gran repercusión. Las amenazas de bloquear el puerto hicieron que la patronal diera marcha atrás. Nuestra situación mejoró durante algunos meses pero después se reanudaron los ataques de la patronal. Ya no ganábamos casi nada y nos veíamos obligados a buscar trabajitos suplementarios. Al igual que decenas de miles de habitantes de la región, no me quedaba ningún medio de supervivencia más que pasar la frontera polaca varias veces por semana llevando cigarrillos y vodka. Es ilegal pero no tenía alternativa. Luego, en 2001, al entrar en vigencia el nuevo código laboral, que restringía un poco más nuestros derechos, la patronal no vaciló más y despidió a los 24 últimos miembros del sindicato con el pretexto de que el trabajo había disminuido. Sin embargo, unos días después de que nos despidieran, en una entrevista para el diario Pravda de Kaliningrado, un ejecutivo del puerto explicaba exactamente lo contrario. Es más, se crearon nuevos puestos de trabajo.

-¿Y el juicio que hicieron?

-Durante mucho tiempo los tribunales se declararon incompetentes para juzgar este asunto. En 2002, el tribunal de Kaliningrado ordenó que se nos reincorporara e indemnizara. Lamentablemente para nosotros, en el puerto comercial hubo varias reestructuraciones. Se crearon sucursales. La patronal aprovechó la confusión para reincorporarnos a la antigua estructura, donde ya no había estibadores ni licencia para operaciones de flete. Luego, nos despidió por segunda vez acusándonos de ausentismo.

-¿Y entablaron juicio una vez más?

-Sí, y todavía no se pronunció el fallo. No obstante, ahora podría acelerarse el trámite, con la decisión de la Corte Europea de Derechos Humanos que declaró aceptable nuestra queja. Eso sucedió en octubre de 2004 y a partir de entonces tenemos la impresión de que las autoridades nos escuchan más. Se aceleró el pago de las indemnizaciones.

-¿Piensa volver a trabajar algún día como estibador?

-Haré todo lo que esté a mi alcance para que así sea. En este momento trabajo en el ferrocarril. Mi trabajo está bien pagado y me dan propinas. Cargo y descargo los vagones. Es una tarea que se parece bastante a la que hacía antes. Pero el puerto es mi vida. Allí el ambiente es especial y las responsabilidades son mucho mayores. Los estibadores no tenemos a alguien que nos vigile permanentemente. Todos los días, a uno le dan una tarea y la hace lo mejor que puede.

-¿Tiene familia?

-Estoy divorciado y tengo un hijo de 7 años.

-¿Cree que sus problemas laborales tuvieron algo que ver con sus problemas conyugales?

Por supuesto. Durante la huelga mi esposa estaba embarazada. Fueron épocas muy duras. Sufrió mucho, estaba muy nerviosa y casi pierde el niño. Pidió el divorcio dando por motivo que yo no podía seguir manteniendo a la familia. Mi hijo no está bien de salud. Me gasto la mitad del sueldo en medicamentos. Hace falta mucha fuerza de voluntad para correr el riesgo de perderlo todo. Aquí, en Rusia, la gente no tiene la costumbre de luchar, a pesar de los bajos salarios. Sin embargo, se puede conseguir que las cosas cambien. Con el sindicato comprendimos que cuando estamos unidos somos más fuertes. Todavía no hemos ganado pero ya sentimos que mucha gente nos respeta por lo que hemos hecho.


(*) Antigua capital de Prusia oriental, arrasada en 1945 y transformada en bastión militar durante la guerra fría, constituye hoy un enclave ruso separado del resto de la Federación por Lituania, Polonia y el Mar Báltico. El oblast (región administrativa) de Kaliningrado tiene la categoría de "zona económica especial", lo que supuestamente debería hacer que se transforme en una "región piloto", en un puente entre la Federación Rusa y la Unión Europea.



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