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7 de julio del 2005 |
Christian Sellés
Desde 1994, el 17 de junio es el Día Mundial de Lucha contra la Desertización y la Sequía. Se eligió esa fecha porque en ese año, ese día, tuvo lugar una convención en la que se llegó a la conclusión de que había que establecer una lucha en los países afectados por la sequía, en especial en África. Al resto de los estados se les sugirió que dedicaran el día para sensibilizar a la opinión pública sobre esta situación. Once años después, la sequía y la desertización ya no afectan sólo al continente africano o a los países pobres. Cifras alarmantes y nuevos escenarios Según un informe de Naciones Unidas, la desertización amenaza la vida de 1.200 millones de personas en un centenar de países. Las tierras secas cubren más de un cuarenta por ciento de la tierra firme; de este porcentaje, el veinte por ciento se considera desértico. Según Kofi Annan, nos encontramos ante "uno de los procesos de degradación ambiental más alarmantes del planeta". Sólo en el sector agrícola, el proceso de desertización ocasiona unas pérdidas anuales de cuarenta y dos mil millones de dólares. Este mismo informe también alerta de que la desertización plantea un riesgo para la estabilidad de las sociedades y crea una gran presión en las zonas secas que aún no han sido degradadas. Millones de personas que habitan estas tierras tendrán que emigrar en búsqueda de nuevas tierras donde poder sobrevivir. Las estadísticas presentadas son alarmantes: la mortalidad infantil en estas tierras es diez veces superior que en los países industrializados y el doble que en las regiones pobres consideradas húmedas. Las regiones más vulnerables son África subsahariana y Asia central, pero este fenómeno se extiende de manera indefendible. América Latina comienza a ser escenario también de este proceso. Un millón de kilómetros cuadrados de Brasil son considerados zonas de riesgo; más de medio millón de kilómetros cuadrados mexicanos se encuentran en una delicada situación; y el setenta y cinco por ciento de Argentina corre el riesgo de convertirse en desierto, un proceso derivado según Naciones Unidas de actividades del hombre, no de forma natural. "Los países latinoamericanos han dejado de ser una región verde" declaró Heitor Matallo, jefe de Unidad de la Convención contra la Desertización de Naciones Unidas. En esta fecha también se advirtió de las consecuencias que pueden tener para la tierra, para la agricultura los Tratados de Libre Comercio que se están firmando en la zona así como el ALCA, el Área de Libre Comercio de las Américas. Estos acuerdos imponen en cierta medida al sector agrícola que mejore la producción, y se teme que no se hará de forma sostenible, con el consiguiente esfuerzo y deterioro que padecerán esos terrenos. Causas evitables Naciones Unidas ha advertido de que muchas de las causas que aceleran este fenómeno son evitables. La sustitución de la agricultura por el pastoreo podría ser una solución para un sesenta y cinco por ciento de estas tierras. Estos suelos son en muchas ocasiones apropiados para pastos pero no para cultivos, a pesar de que se empeñe en cultivar año tras año, a pesar de que los resultados cada vez son menos rentables. Otra advertencia o sugerencia de la ONU es que si los terrenos fueran propiedad de los agricultores que los cultivan, se limitarían a realizar prácticas sostenibles, importándoles no el terreno que meramente trabajan, sino el terreno que les da de comer y que es suyo. Entre otras causas se encuentran también la globalización, que conlleva un aumento de la producción agrícola con el fin de la exportación; el uso indebido de las reservas acuíferas, con ríos desviados de su cauce o cultivos de regadío en zonas de secano. El cambio climático, causante de las sequías que asolan el planeta, también es evitable si se reducen las emisiones de dióxido de carbono. Naciones Unidas ha realizado un informe exhaustivo, real y por ello, alarmante, del fenómeno de desertización que está afectando al planeta. Nuevos escenarios, situaciones límite y millones de personas en peligro es su resumen. Muchos de los estados que en un principio sólo tenían que sensibilizar ven como son un nuevo escenario seco. Ahora los gobiernos tienen que reaccionar ante esto y plantear acciones. La ONU da ideas, en este momento hay que llevarlas a la práctica. |
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