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La insignia
23 de febrero del 2005


Así vamos

El Protocolo de Kioto y la crisis
de la civilización del automóvil


Juan Castaingts Teillery (*)
La Insignia. México, febrero del 2004.



El miércoles 16 de febrero entró en vigor el protocolo de Kioto, que trata de reducir los gases de invernadero que provocan el recalentamiento de la tierra. De los grandes países sólo los EEUU se han negado a firmar tal acuerdo.

El problema del recalentamiento de la tierra no es para mañana, ya es presente hoy día y con enorme fuerza. Temperaturas sin nada que ver con la estación, variabilidad climática no observada con anterioridad, combinación de sequías con inundaciones, tormentas tropicales de inusitado poder, aumento de los ciclones, inundaciones europeas, etcétera. Además de la observación que hace el hombre común se debe agregar la de los científicos; en un reporte de científicos de Inglaterra, EEUU y Australia, reseñado por Le Monde en enero, se señala que el punto de no retorno en el cambio climático se podría llegar en menos de 10 años. El calentamiento de los polos y el desprendimiento de grandes bloques de hielo ya es un hecho, ahora se esperan desprendimientos mucho más graves. Las fotografías que sobre el polo norte presentadas por El Financiero son espeluznantes por la rápida reducción de la capa de hielo. Los glaciares que se encuentran en las altas montañas también disminuyen a gran ritmo.

Todo indica que nos acercamos a un ambiente de catástrofe si no se hace algo profundo y rápido. El protocolo de Kioto es un inicio, pero todo indica que aun cumpliéndose, será insuficiente. El protocolo propone que los países desarrollados regresen al nivel de emisiones del año de 1990 con una reducción del 5% y en el período que va de 2008 al 2012. El problema no es técnico sino económico. Mientras EEUU no firme el protocolo, será difícil alcanzar un resultado satisfactorio.

1. EEUU es el principal contaminador del mundo y se calcula que esa nación emite entre el 21% y el 25% del dióxido de carbono mundial. El presidente Bush arguye, entre otras cosas, que es muy costoso realizar el programa económico para ajustarse al protocolo de Kioto. El problema es que, como otros si cubren tales costos, el que los EEUU no lo paguen, conduce a un dumping ambiental de grandes proporciones; EEUU se ahorra costos y realiza una competencia desleal. Esta competencia desleal obliga a los otros países desarrollados a retardar sus esfuerzos en la reducción de la contaminación. Se puede decir que desde hace una década, EEUU tiene un alto crecimiento económico pero ha mantenido el crecimiento de sus emisiones de gases; en cambio, Europa ha tenido un crecimiento mucho más lento pero sin incremento de emisiones de gases. Este hecho conduce a que si los EEUU firman el protocolo, ellos se encuentran atrasados con respecto a Europa y por ende, con una desventaja competitiva frente a los europeos.

2. Los países subdesarrollados no se incorporan por el momento al compromiso de la reducción de gases. El hecho es que se extienden económicamente y también emiten un creciente volumen de gases. Desde el punto de vista económico, es correcto tratar en forma distinta a los desarrollados pero, desde el punto de vista ambiental, el problema sigue. Lo más delicado del caso son los dos países de mayor crecimiento mundial actual: China e India, ya que su crecimiento conduce a un aumento explosivo en las emisiones y a que, como no tienen compromisos de reducción, ahí se localizan industrias contaminantes con el abaratamiento consecutivo de costos y por ende, con otro dumping ambiental.

3. Si la reducción de la emisión de gases se logra por deslocalización de empresas hacia países del tercer mundo, poco es lo que se habrá avanzado en materia de mejoramiento ambiental.

4. Una parte importante de la contaminación proviene de los motores de combustión interna, principalmente de los automóviles. Cada automóvil emite mucho menos que antes, pero su número se ha multiplicado en tal forma, que el crecimiento en la contaminación es persistente.

Hoy vivimos en lo que se puede denominar "civilización del automóvil" y es ésta la que en buena medida, conduce al recalentamiento de la tierra. El caso es que la economía actual tiene como uno de sus centros neurálgicos al automóvil, con todas las industrias que le anteceden y que le prosiguen. Será muy difícil modificar realmente la destrucción del clima si no hay acuerdos importantes a nivel planetario sobre la economía actual, sobre las condiciones de competencia entre países y empresas y sobre la civilización del automóvil. Todo ello conduce a cambios substanciales en nuestra forma de vida frente a los cuales, hay profundos intereses económicos que los impiden.


(*) Profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa. Correo electrónico: castaingts42-juan@yahoo.com.mx



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