Mapa del sitio Portada Redacción Colabora Enlaces Buscador Correo
La insignia
7 de enero del 2005


Sólo unos cuantos piquetitos


Julissa Mantilla Falcón
La Insignia. Guatemala, enero del 2005.


Frida Kahlo pintó uno de sus cuadros más impactantes tras enterarse por la prensa del caso de un hombre que había asesinado a su esposa a puñaladas. La pintura muestra el cuerpo desnudo y ensangrentado de una mujer y a su lado el asesino, con el arma en la mano y la ropa manchada de sangre. En la parte superior, una banderola lleva inscrita la defensa sostenida por el sujeto al ser interrogado por el juez: "Pero si no eran más que unos cuantos piquetitos".

Similares defensas, por lo absurdo y por lo terribles, se elaboran diariamente cuando se investigan los casos de violencia contra la mujer, no sólo en el país sino en el mundo entero. Este fenómeno ha dejado de ser un hecho aislado para convertirse en un problema importante y sobre el que se debe reparar.

Así por ejemplo, según el Informe de la Relatora Susana VIllarán, desde el año 2000 se ha registrado 1188 crímenes contra mujeres de las áreas urbana y rural de Guatemala. En el Perú, sólo entre enero y setiembre del 2003 los Centros de Emergencia Mujer del MIMDES registraron 1,814 denuncias de violencia sexual, de las cuales 1714 correspondieron a mujeres, mientras que en el Instituto de Medicina Legal se registraron 14.063 delitos de violación de la libertad sexual en el 2003, de los cuales 11.018 se dieron en contra de mujeres.

Un elemento adicional es la realidad de la legislación aplicable, la cual no resulta eficaz en la sanción a los responsables de las agresiones, lo cual motiva que las victimas no denuncien los hechos o que abandonen el proceso una vez iniciado. Así, según datos de CLADEM, en el caso de Bolivia la Ley de Violencia Intrafamiliar, promulgada hace 8 años, resulta tan poco útil que durante todo el período de su vigencia, sólo unos 5 agresores han sido encarcelados, a pesar de que las estadísticas señalan que 7 de cada 10 mujeres son golpeadas y abusadas sexualmente en ese país. En Chile, sólo el 1,2% de las 70.000 denuncias que se interponen terminan en condena para el agresor. Según datos de setiembre de este año, el 92% de las causas se cierran por conciliación.

Algo, pues, está sucediendo, cuando las cifras indican que las mujeres y las niñas se ven en riesgo permanente de ser victimas de violencia sexual y doméstica, de crímenes y violaciones a sus derechos humanos y, además, no encuentran una respuesta adecuada del Estado. La impunidad, entonces, se consolida y los agresores concluyen que sus acciones no son condenables.

Nos encontramos ante un fenómeno de extrema gravedad que hace necesario un profundo cambio de mentalidades y la inclusión de una perspectiva de género en los procesos de reforma judicial y legislativa. De lo que se trata es de adecuar la normatividad existente a la realidad diferenciada de hombres y mujeres y de garantizar el acceso de las mujeres a la justicia ante una realidad tan difícil. Porque no son, pues, sólo unos cuantos piquetitos.



Portada | Iberoamérica | Internacional | Derechos Humanos | Cultura | Ecología | Economía | Sociedad Ciencia y tecnología | Diálogos | Especiales | Álbum | Cartas | Directorio | Redacción | Proyecto