Estados Unidos en guerra: Federico de Cárdenas: Irak, en espera del 30

A menos de tres semanas del 30 de enero, fecha confirmada para las elecciones en Irak, la violencia desencadenada por los grupos de resistencia ha pasado a formar parte del paisaje cotidiano de un país que, salvo en la zona kurda, desconoce la normalidad. Los pedidos hechos al presidente Bush para una postergación de la fecha de los comicios han sido rechazados, pues los ocupantes piensan que el voto marcará un punto de inflexión en el caos.

Pero es significativo que las fuerzas estadounidenses estén preparándose para algo peor. Así, el NY Times del pasado 7 de enero da cuenta de que el Pentágono ha encargado al general Gary E. Luck -antiguo comandante en jefe de las tropas USA en Corea del Sur- la misión de revisar el conjunto de la política militar de los EEUU en Irak, incluyendo el número y nivel de las tropas, la formación otorgada a las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes y la estrategia de lucha seguida contra los insurgentes.

La decisión ha sido tomada luego de una semana especialmente sangrienta en que los estadounidenses contaron una decena de soldados muertos, el mayor número registrado desde que en diciembre un ataque a la base militar de Mosul causó 14 muertos. Hoy las cifras oficiales del Pentágono ascienden a 1.344 bajas desde marzo de 2003, de las cuales 1.068 han sido ocasionadas en combate, lo que hace de esta guerra la más sangrienta desde la de Vietnam.

El deterioro de la situación es tal que el gobierno provisional iraquí ha prolongado otro mes el estado de urgencia vigente en la casi totalidad del territorio. "Los grupos terroristas continúan sus actividades encaminadas a estorbar la formación de un gobierno representativo de todos los iraquíes y a impedir la participación de la ciudadanía en el proceso político de construcción de una nueva república", explica el primer ministro Alaui.

Lo cierto es que los ataques de los insurgentes, casi todos a cargo de kamikazes, se han vuelto cada vez más violentos. El asesinato del gobernador de Bagdad y el del jefe de policía del barrio chiíta de Ciudad Sader, en la periferia de Bagdad, son apenas dos de una seguidilla que apunta contra los reclutamientos de nuevos miembros de la policía y de las FFAA, pero también busca decapitar a los altos responsables del gobierno transitorio.

Mientras tanto, la alianza anglonorteamericana busca apoyos en la región, tal como lo descubre la reciente reunión de cancilleres de los países vecinos de Irak, los cuales subrayan en un comunicado que "las elecciones representan una ocasión única para instalar la democracia y la libertad". El alto mando de EEUU ha hecho saber que 35.000 soldados serán movilizados en Bagdad el día de las elecciones, y se espera que otro tanto en lo restante del país.