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17 de enero del 2005 |
El complejo arte del pronóstico económico (II)
La Insignia. Perú, enero del 2005.
Una evaluación cuantitativa de los pronósticos realizados para el 2004 (7)
Para intentar confirmar nuestras aventuradas hipótesis haremos un ejercicio sobre la base de las predicciones económicas que se realizaran en el Perú para el año pasado. Compararemos los resultados logrados a diciembre 2004 con los pronósticos estimados en febrero 2004 por trece instituciones (entre bancos y consultoras privadas), según las encuestas consignadas en el 'Latin American Consensus Forecasts' (p. 25). Dado que, a la fecha, sólo poseemos datos efectivos (aún preliminares) de los resultados para cinco de las diez variables que se pronosticaron para el caso peruano, nos concentraremos en ellas, a saber: el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) (8), la inflación (IPC de Lima Metropolitana), las exportaciones e importaciones de bienes, y el stock de Reservas Internacionales Netas (RIN). Lo primero que se observa en la tabla adjunta es, efectivamente, la similitud de pronósticos, que solo reflejan desviaciones menudas. Sin embargo, precisando y magnificando, veremos que hay diferencias que nos permitirán calibrar la bondad relativa de los pronósticos. Para 'calificar' a cada uno de los 'tinkeros' utilizaremos un método muy primitivo: el que adivinó correctamente cada uno de los resultados alcanzados en 2004 obtiene una nota de 20, como es obvio. Los que no adivinaron se les quita puntaje: en el caso del crecimiento económico y la inflación, se le resta un punto (de 20, se entiende) por cada décima de diferencia con el resultado efectivo; y para las exportaciones, importaciones y RIN, un punto menos por cada 200.000 dólares de diferencia. Podrá llamarle la atención esta curiosa pero innovadora metodología, con la que dicho sea de paso esperamos ganar el Premio Nóbel de Economía de este año. Los resultados -que son un promedio ponderado criollo de las cuatro calificaciones- los podrá observar con todos sus detalles en la tabla adjunta. Si consideramos el promedio de los pronósticos de todos los que intervinieron, observamos que el conjunto está desaprobado con un deprimente 10 (diez, sí y en rojo); lo que se debió básicamente al hecho de que todos subvaluaran excesivamente la inflación y las exportaciones (en que fueron desaprobados con un miserable 08). De todos ellos, se advierte que hay siete adivinantes desaprobados, obligados a llevar su curso vacacional en el tropical verano que nos viene acosando. Hemos ordenado a los 'alumnos' según su rendimiento, en que promovió de año -como primera de la clase- la 'Unidad de Inteligencia Económica' del The Economist (EIU), siguiéndola Apoyo Consultoría y Bank Boston con calificaciones todavía aceptables. En cambio, nuestros mejores amigos quedaron en la cola, como puede suceder en las mejores familias en algún año de mala racha. Nos enorgullece que cuatro de las cinco instituciones peruanas hayan aprobado, mientras que seis de las ocho extranjeras no lograron la promoción. Con lo que nos añadimos un nuevo éxito, que ojalá levante nuestra alicaída moral nacional, el que se añade a los otros varios lauros recientemente conquistados, como la nueva Miss Mundo, la mejor tablista del orbe, la Copa Libertadores. En resumen, lo más interesante de este ejercicio es que, afortunadamente, respecto a los resultados efectivamente alcanzados, todos subvaluaron el crecimiento del PIB (en promedio en medio punto porcentual), el valor de las exportaciones (en 2.400 millones de dólares), el de las importaciones (en 1.100) y el de las RIN (en 1.900); ámbitos en que predominó un pesimismo relativo respecto a lo materializado efectivamente hacia fines del año pasado. Pero, para nuestro infortunio, todos también subvaluaron la inflación (en 1,2 puntos porcentuales o en 34%, en promedio), respecto a lo cual todos resultaron excesivamente optimistas, seguramente por la reconocida seriedad del -ahora muy injustamente vapuleado- Directorio del Banco Central. Entonces, ciertamente, resultaba muy difícil prever los tremendos choques de oferta (negativos) y de demanda (positivos), sobre todo externos, que afectaron nuestra economía durante los últimos doce meses. Lo que, a medida que pasaban los meses, llevó a ciertos ajustes -con todo derecho- por parte de las entidades pitonisas. Bertold Brecht planteó el asunto de manera muy simpática y realista, cuando afirmó algo así como que "los economistas son unas personas que se pasan la mitad del año prediciendo lo que va a suceder y la otra mitad explicando porqué no sucedió lo que predijeron; sería una lástima ahorcarlos: mejor sería emplearlos como apostadores en carreras de caballos".
Quizás pueda servir de consuelo a los pronosticadores 'perdedores' de este año, el hecho de que muchos economistas célebres, en el pasado, hayan cometido errores pantagruélicos en este campo, entre los que vale la pena recordar unos pocos. En 1903, el Presidente del Banco de Ahorros de Michigan le aconsejó al abogado de Henry Ford que no comprara acciones de la empresa automovilística, ya que "el caballo se mantendrá, mientras que el automóvil no es sino una moda, una locura"; el abogado no le hizo caso y compró acciones por 100.000 dólares, que pudo vender unos pocos años después por 12,5 millones. Por su parte, el fundador del Instituto Babson, un estadístico financiero estadounidense, pontificó que "la elección de Hoover resultará en una prosperidad continuada en 1929". Más grave aún, el más grande economista de Yale (Irving Fisher), estimó -el 18 de octubre de 1929- "que las acciones han alcanzado un nivel que permanecerá en una plataforma permanentemente elevada"...¡seis días antes del ominoso "Jueves Negro" de la Bolsa de Nueva York que desembocó en la Gran Depresión! También son ilustrativas las apuestas de los economistas de los años cincuenta, quienes no le veían futuro alguno a los países del sudeste asiático y sí en cambio a los latinoamericanos. Más recientemente, Sebastián Edwards (brillante profesor de la UCLA) pronosticó -en relación a la dolarización oficial de las economías latinoamericanas- que estaba "igualmente convencido que sería la mayor frivolidad pensar que, digamos, Ecuador, pueda ir en esa dirección", pocos meses antes que se dolarizara efectivamente nuestro vecino (11). Y, por falta de espacio y exceso de vergüenza, no añado las proyecciones fallidas del FMI y las mías propias. Con lo que Dani Rodrik (12), el prestigioso economista de Harvard, tiene mucha razón cuando afirma que economists rank second only to astrologers in their predictive abilities. Notas
(7) Un ejercicio similar al que presentaremos en esta sección, referido al año 1996, se puede encontrar en Actualidad Económica del Perú, no. 179, enero-febrero 1997; pp. 15-17. En ese caso pudimos considerar los pronósticos de 17 entidades, en que el primer lugar lo ocupó el Morgan Stanley (con un 17) y el último -cómo no- el MEF (08). |
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