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5 de diciembre del 2005 |
El enfermo y el ajedrez
Gerardo Honty*
El Protocolo de Kioto está condenado a ser un enfermo en estado terminal: cada poco llega un grupo de médicos que le anuncia sus últimos días. Sin embargo, el enfermo, a fuerza de carpa de oxígeno (dos de oxígeno y una de carbono para ser más preciso) se mantiene con vida. La Junta médica que en estos días está revisando al enfermo no se decide a retirarle los auxilios externos y le recetan analgésicos con tantas contraindicaciones y efectos secundarios que no hay quien se anime a ponerle la firma. Uno de los temas centrales en esta COP/MOP (1) es qué va a pasar después del 2012, es decir, después del primer período de compromiso para el cual los países industrializados se comprometieron a reducir un 5% sus emisiones del año 1990. Aunque hay que tomar una decisión definitiva en tres años, ya se comienzan a sondear las posiciones de los distintos países y grupos de países. Y las posiciones son muy contradictorias. Hacia el 2012 Hablando muy genéricamente, los países en vías de desarrollo no están dispuestos siquiera a discutir ninguna meta de reducción de emisiones para el segundo período (2013-2017), mientras los países desarrollados entienden que debe haber alguna forma de compromiso. El "G77 + China" (grupo que incluye a la mayoría de los países en desarrollo) se niega a discutir el asunto en la MOP (reunión de los países que han ratificado el Protocolo de Kioto) pero sí aceptaría discutirlo en la COP (países signatarios de la Convención de Cambio Climático donde están los Estados Unidos y otros 30 países no partes del Protocolo de Kioto). Sin embargo, Estados Unidos ya adelantó que no quiere discutir ningún tipo de compromisos en la COP y que eso es asunto de la MOP, por entender que son los países que se embarcaron en el Protocolo de Kioto quienes deben hacerse cargo. Japón, por su parte, está planteando que no apoyará ninguna negociación de compromisos de la cual no participe Estados Unidos, el mayor contribuyente de gases de efecto invernadero. No obstante, mirando dentro del G77 hay posiciones encontradas. Particularmente Arabia Saudita y China parecen ser los socios más complicados para llegar a un acuerdo de compromisos. Obviamente el país árabe ve amenazado su negocio petrolero y ha puesto trabas a lo largo de toda la historia de la Convención. En particular en esta reunión lo que están planteando es una enmienda al Protocolo relacionada con las cláusulas de cumplimiento de las metas de reducción aprobadas en Marrakech, que demandaría muchos años de negociaciones y todo un proceso de ratificación por parte de los parlamentos de todos los países signatarios, lo que significa "poner en el congelador" el Protocolo. China, por su parte, está en plena expansión económica y su base de recursos energéticos es el carbón. En una presentación realizada esta semana, investigadores independientes estimaron un crecimiento de entre el 7 y el 14% anual acumulado hacia el año 2020 y que el 74% de sus nuevas usinas eléctricas funcionarán a carbón, el más contaminante de los combustibles fósiles. Un país que tiene un tercio de sus tierras bajo lluvia ácida y siete de las diez ciudades más contaminadas del mundo, no parece que vaya a preocuparse por la salud global (2). Mecanismo de desarrollo limpio Dentro de la discusión de los compromisos post 2012 está en controvertido mecanismo de desarrollo limpio, cuestión que no tiene conforme a nadie: ni a sus defensores ni a sus detractores, tanto entre los países industrializados como en los países en vías de desarrollo. Para quienes consideran que este mecanismo es una manera de reducir eficazmente las emisiones globales a la vez que se transfieren recursos a los países pobres, el trámite de validación es tan largo y costoso que desanima a los inversores y es lo que hace que haya tan pocos proyectos presentados. Para este grupo, es necesario para el futuro acelerar y agilitar el proceso. Para otros en cambio, la lentitud en la acreditación de los certificados bajo este mecanismo está en directa relación con las garantías de control y vigilancia que deben existir para que no resulten proyectos fraudulentos o no todo lo seguros que deberían ser. Para los últimos, que defienden el mecanismo y el proceso tal como está, tampoco los resultados son satisfactorios. Básicamente, porque los proyectos no son buenos, son pocos, nunca benefician a las comunidades locales y no llegan a los países más pobres. Parece que los inversores prefieren los países más seguros aunque los proyectos sean más caros, y/o prefieren los otros mecanismos del Protocolo (mercado de emisiones o implementación conjunta) que resultan menos costosos. La cuestión es entonces, ¿qué hacer para que en el futuro haya muchos proyectos bajo el Mecanismo de Desarrollo Limpio, que resulten en una reducción real de emisiones, contribuyan al desarrollo local sustentable, no resulten caros para los inversores y sean seguros? Economía política del cambio climático Para quienes están a favor de un acuerdo internacional como el Protocolo de Kioto pero no están de acuerdo con el Mecanismo de Desarrollo Limpio dados los resultados que se están viendo, la situación en la COP/MOP es bastante incómoda. Por un lado parece muy difícil encontrar una forma de procesar los proyectos que responda afirmativamente todos los puntos de la pregunta anterior. Pero por otro lado, rechazar la existencia del Mecanismo de Desarrollo Limpio para el futuro es abonar el campo a favor de las posiciones de Estados Unidos que brega por la no existencia de ningún acuerdo político internacional en los asuntos de cambio climático. Claramente, este es un tema de gobernancia global que debe ser resuelto políticamente entre los estados. Pero cada uno piensa en su propio negocio sin querer ver lo que todo el mundo ve: el descalabro climático. ¿Hasta cuando será más barato pagar los costos del cambio climático que cambiar la matriz energética? En el año 2003 los desastres naturales costaron al mundo alrededor de 60 mil millones de dólares, cantidad superior a la del 2002, cuando las pérdidas fueron de aproximadamente 55 mil millones de dólares. Comparativamente, los planes hacia el 2015 presentados por 154 países en la conferencia de Energías Renovables de Bonn del año 2004 sumaban en total 326.000 millones de dólares que instalarían 163 GW (un 5% de la potencia instalada hoy en el mundo) de energías renovables. Todos estos proyectos le ahorrarían al planeta la emisión de 1200 millones de ton CO2 cada año, la tercera parte de lo que los países han comprometido reducir para el 2012 (3). Como puede verse, la inversión podría amortizarse con apenas seis años de desastres climáticos. Los absurdos de Montreal Mientras parece que todos los caminos se cierran, hay diez mil personas que intentan sacar algo positivo de la conferencia. Tanto es así que el momento más emotivo de esta semana se produjo cuando el pleno de la MOP aprobó los acuerdos de Marrakesh. Es decir, aprobó lo que ya había acordado cuatro años antes, sólo que en aquel momento era la COP 7 (COP a secas) y ahora es la COP/MOP, lo que le da un nuevo carácter vinculante. Pero dado que este moribundo ya había vuelto ha recibir la extremaunción este año, cuando algunos países anunciaron que no votarían la aprobación de los acuerdos de Marrakech, la aprobación fue vivida como toda una victoria. Entretanto, los países más vulnerables insisten en que se cumpla lo acordado en la convención y se aprueben fondos para "adaptación"; es decir, recibir apoyo financiero para realizar los cambios necesarios para adecuarse mejor a la nueva realidad futura de cambio climático: aumento del nivel del mar, sequías, inundaciones, etc. Sin embargo, hemos visto en esta COP que Estados Unidos, Rusia y Australia también han planteado que tienen problemas de adaptación al cambio climático y que necesitan recursos. Algo similar viene planteando Arabia Saudita, cuyo gobierno entiende que debe ser compensado por las pérdidas económicas que sufrirá el país al restringirse el uso del petróleo debido a los acuerdos de la Convención. Lamentablemente, nadie parece tomarse en serio este problema. Nuevos estudios presentados en esta COP/MOP vuelven a demostrar la evidencia del cambio climático y las pésimas previsiones que hay para el fututo. Varios grupos de poblaciones vulnerables que ya se ven afectadas han presentado su testimonio en esta conferencia, como los inuit del norte de Canadá, que han visto trastocada su vida por los cambios de temperatura, los problemas de deshielo temprano, la migración de especies, las dificultades de transporte, etc. Sin embargo, las negociaciones siguen como si fuera un partida de ajedrez donde lo importante es hacer la jugada más inteligente y posicionarse mejor en el tablero, aunque sientan que el agua ya les está llegando a los tobillos.
(*) G. Honty es director de CEUTA (Centro de Estudios Uruguayo de Tecnologías Apropiadas) e investigador asociado de CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social). |
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