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2 de agosto del 2005 |
El informe PISA 2003 (II)
Felipe Romero
El informe PISA da pie a reflexiones sobre buena parte de las decisiones de política educativa. Profundizaremos ahora en lo referido al debate sobre la comprehensividad y la extensión de la escolarización.
En el contexto del gran pacto social resultante de la II Guerra Mundial, donde la socialdemocracia y el movimiento obrero de los países occidentales renuncia a cuestionar la propiedad privada, y las élites económicas asumen la existencia del Estado del Bienestar, la democratización del acceso a la educación se configura como un pilar del consenso. La garantía de un acceso igualitario a la educación para el conjunto de miembros de la sociedad es un requisito ideológico básico para las sociedades liberales occidentales entre los años 50 y 70, donde se mantiene la desigualdad económica. Simplificando, el sistema educativo se ofrece a las clases subalternas como un espacio donde se compite en igualdad de condiciones y es por tanto un posible medio de promoción social, mientras que a las élites les permite mantener el discurso meritocrático. La ruptura del consenso social como resultado de la agresión neoliberal de Reagan y Tatcher introduce nuevos elementos. Incapaces de llegar al extremo de combatir la escolarización obligatoria, ponen el acento en la "excelencia" en los resultados, apostando por que el sistema educativo ofrezca itinerarios segregados desde el primer momento en que resulte posible a los alumnos en función de sus capacidades e intereses; de hecho, contradicción en términos, ya que hasta etimológicamente adolescente es el que "adolece de", el que aún no ha definido sus intereses y prioridades sino que estás construyéndolas. En este contexto (Estado del Bienestar-ofensiva neoliberal), durante los años 80 el sistema educativo español se suma a una política inclusiva (integración de alumnos con necesidades educativas especiales) y extendiendo la escolarización obligatoria hasta los 16 años mediante la LOGSE. Veamos los resultados de esta política: el informe PISA nos ofrece indicadores útiles en este sentido. Por ejemplo, en relación al rendimiento en matemáticas, España es de los países con mayor porcentaje de alumnos en los intervalos medios de rendimiento. De hecho, País Vasco y Castilla León se sitúan a la cabeza de esta clasificación. Resultado que casi solo es valorable desde una perspectiva ideológica: o campeones de la mediocridad, incapaces de crear élites intelectuales, investigadores punteros, o sistema inclusivo, que evita la creación de fractura social y no sólo ofrece igualdad de oportunidades sino también cierta igualdad de resultados. En el mismo sentido, y posiblemente explicando la presencia masiva de alumnos españoles en los intervalos medios, puede leerse el siguiente gráfico. Aquí leemos la varianza en el comportamiento de los alumnos que puede atribuirse al factor "centro escolar". Una mayor varianza intercentros nos indica que el rendimiento del alumno puede pronosticarse en buena medida en función del centro en que se encuentre. Es el resultado propio de países donde la segregación de los alumnos se realiza desde edades tempranas (es el caso de la tradición centroeuropea: Alemania, Austria, Bélgica u Holanda) acudiendo a centros diferentes. Cuando pesa más la intracentros nos indica que dentro del propio centro conviven alumnos con importantes diferencias de rendimientos y que son los rasgos de estos los que predicen los resultados. Es el modelo nórdico y al que más se aproximan los resultados españoles.
Presenta también el Informe PISA un interesante mapa donde sitúa a los países conforme a rendimiento en matemáticas (eje vertical) y dispersión de su alumnado en las puntuaciones (eje horizontal, donde la menos dispersión implica mayor homogeneidad del alumnado). Podemos observar que España se sitúa claramente no ya sólo en el espacio de la homogeneidad entre sus alumnos, sino en sus valores más marcados, y por debajo del rendimiento medio.
Este cuadrante es una consecuencia natural del modelo de sistema educativo. Países con sistemas que separan pronto a sus alumnos (caso alemán o belga) se sitúan a la izquierda; países con estrategia inclusiva aparecen más a la derecha. Al analizarlo conviene vigilar el sentido de las palabras: la palabra excelencia ha sido frecuente en el discurso liberal-conservador sobre la enseñanza, apostando por la necesidad de promover la diferenciación para no "dañar" a los alumnos con mejor rendimiento si compartían clase con alumnos de peor desempeño. Aquí el término excelencia hace referencia al rendimiento agregado de la totalidad de alumnos y por tanto del conjunto del sistema educativo. Siendo así, si nos fijamos con atención podemos ver que los países que lideran el rendimiento (ver artículo anterior) se caracterizan por optar por una estrategia inclusiva. Finlandia, Islandia, Noruega, Canadá, presentan una menor varianza intercentros que la nuestra, así como se sitúan en el polo de menor dispersión en el mapa. El discurso liberal-conservador de la exclusión como medio para obtener elevados rendimientos se manifiesta una vez más como pura coartada ideológica. Bien al contrario, la excelencia del sistema educativo pasa por la estrategia de inclusión. |
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